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La familia Grífols y el fondo canadiense Brookfield estudian una opa sobre la farmacéutica para sacarla de Bolsa

La CNMV ha decidido suspender la cotización de la compañía tras el anuncio

Los accionistas de Grifols validan el nuevo rumbo de la compañía

Sede de Grifols reuters

Paso al frente de la familia Grífols, que de la mano del fondo canadiense Brookfield pretende hacerse con el control de la multinacional de los hemoderivados y excluirla de la cotización en Bolsa. Ambos estudian lanzar una opa conjunta por el 100% de la farmacéutica catalana, tal y como ha comunicado la compañía este lunes a la CNMV. Tras tenerlo en conocimiento, el supervisor bursátil ha decidido suspender su cotización.

El anuncio de la operación llega tras medio año de tormenta bursátil en la compañía desde que en enero el fondo bajista Gotham cuestionase en un informe la salud financiera de la firma, concretamente el volumen de su deuda. En este semestre, el valor de la acción ha caído un 40%, aunque las medidas anunciadas por la compañía -cambios en el gobierno corporativo para apartar a la familia de la gestión, nuevo CEO y desinversiones para afrontar próximos vencimientos de deuda- así como, anteriormente, la validación de las cuentas por parte del auditor y de la CNMV habían dado un momentáneo, pero insuficiente, respiro a la acción.

Ahora, la pretensión de la familia, de la mano del poderosísimo fondo Brookfield, es dejar de estar al albur de la Bolsa. Según ha apuntado Grifols en el comunicado a la CNMV, el fin de la opa es excluir a la sociedad de la cotización en Bolsa si esta se materializa. Tal y como ha explicado la farmacéutica, el 7 de julio el consejo de administración de la sociedad, reunido de forma extraordinaria, recibió una petición a través de los accionistas familiares de Grifols (la familia fundadora) y Brookfield Capital Partners para permitir el acceso a determinada información de la sociedad para llevar a cabo un proceso de 'due diligence' en relación a una posible adquisición de acciones de Grifols.

«Conforme a la información facilitada al Consejo, Brookfield y los accionistas familiares han llegado a un acuerdo para evaluar una posible oferta pública de adquisición conjunta por la totalidad del capital social de Grifols», se desgrana en dicha nota.

«La Sociedad a la fecha de hoy desconoce si se llevará a cabo o no dicha operación y desconoce por completo los términos en los que, en su caso, podría realizarse», se dicta en la misiva. Por lo que por el momento se desconoce cuál sería el reparto del capital de concretarse la operación. Se estima que los Grífols, de forma directa o indirecta, controlan sobre un 30% del accionariado.

Nada más confirmarse esta posible OPA, la CNMV ha procedido a suspender con efectos inmediatos y de manera cautelar la cotización de Grifols en Bolsa, cuyas acciones cerraron el pasado viernes a un precio de 8,99 euros por título tras ganar más de un 4% en la sesión.

El anuncio de OPA llega en un momento clave para la firma. El pasado 14 de junio, una soprendentemente plácida junta de accionistas validaba tanto las cuentas de 2023 como la reestructuración del consejo, incluyendo la designación de Nacho Abia como nuevo CEO, un cambio en el gobierno corporativo que implicaba que, por primera vez en 115 años de historia, la compañía no iba a estar dirigida por ningún miembro de la familia Grífols. Aunque el proceso para separar la propiedad de la gestión ya se había iniciado con anterioridad a la tormenta bursátil desatada por el ataque de Gotham, el mismo lo acabó de precipitar. En la misma junta se confirmó que su aún presidente ejecutivo, Thomas Glanzmann, abandonará sus funciones en febrero del próximo año, dando todo el poder a Abia.

En paralelo, y hace apenas dos semanas, Grifols cerraba la venta del 20% de la china Shanghai Raas, lo que le proporcionó unos ingresos de 1.600 millones, lo que junto a la colocación de una emisión de bonos por más de 1.000 millones, aliviaba de manera significativa la presión sobre la firma por los vencimientos de deuda previstos para el próximo año. Ambas noticias, se apuntaba desde la compañía, apuntalaban el nuevo rumbo trazado para la firma, que no obstante seguía demasiado expuesta a los vaivenes del parquet, como ha demostrado el sube y baja de la cotización que se registra desde enero.

A final del pasado mes, por ejemplo, la acción retrocedía en una sola jornada un 12,22% después de que Moody's rebajase a 'B3' desde 'B2' el rating de la compañía. Por contra, otra agencia de calificación, Fitch, revisaba la perspectiva a largo plazo de Grifols de negativa a estable y mantenía en 'B+' el 'rating' de la compañía, destacando la reducción de los riesgos de financiación tras la citada venta de parte de su filial china y la reciente emisión de bonos. Tras el severo retroceso de hace quince días, Grifols remontaba un 14% en la semana siguiente, una montaña rusa en la cotización que ahora la familia fundadora pretende que sea cosa del pasado si consigue sacar a la firma del parquet.

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