El Consejo Europeo tumba la propuesta intervencionista de Sánchez en el mercado eléctrico
La gran reforma que pretendía el Ejecutivo español ha quedado en meros ajustes
El algoritmo Euphemia seguirá fijando los precios en los mercados europeos
Los Veintisiete acuerdan la reforma del mercado eléctrico con la oposición de Hungría
La propuesta aprobada el martes por el Consejo Europeo para reformar el mercado eléctrico confirma los erróneas intenciones del plan presentado hace meses por el Gobierno español y después por el ponente del Parlamento europeo, el sanitario y diputado gallego Nicolás González, apadrinado por ... el socialista Pepe Blanco y amigo de Pedro Sánchez.
La propuesta española fue duramente criticada en su día por numerosos países, con Alemania a la cabeza, así como por las principales patronales del sector eléctrico europeo por su intervencionismo y por intentar poner 'patas arriba' el sistema que lleva funcionando muchos años. Además, amenazaba con «incrementar la incertidumbre regulatoria y afectar a las inversiones», según Aelec (Asociación de Empresas de Energía Eléctrica).
Con el pretexto de la crisis energética generada por la guerra en Ucrania, el Ejecutivo español pretendía que cualquier estado de la UE pudiera alterar el mercado eléctrico, sobre todo la formación de los precios, si entendía que se producía otra crisis.
En cuanto a la repercusión que tendrá esta reforma en los precios de la luz a corto y medio plazo es difícil de prever, ya que la formación de los mismos en todos los mercados mayoristas europeos seguirá en manos del algoritmo Euphemia. La diferencia, negativa, es que la tarifa regulada en nuestro país está indexada totalmente al mercado mayorista por lo que sufre los habituales vaivenes que no tienen el resto de consumidores europeos.
El texto aprobado permite a los estados seguir aplicando un tope a los ingresos 'excesivos' de mercado o beneficios 'caídos del cielo' procedentes de la electricidad de productores con costes marginales más bajos, como las energías renovables, la energía nuclear y el lignito («productores inframarginales») hasta el 30 de junio de 2024. En cualquier caso, la gran reforma que pretendía la vicepresidenta Teresa Ribera se ha quedado en meros ajustes en determinadas cuestiones apuntadas por Alemania y, sobre todo, por Francia, que es el estado que mejor parado sale del acuerdo con sus centrales nucleares.
El 'Financial Times' subrayaba ayer que «Alemania cede a las demandas francesas sobre la reforma del mercado eléctrico de la UE» y la Presidencia francesa presumió de que «este acuerdo permitiría a los franceses beneficiarse de los costos competitivos derivados de la energía nuclear, y esto a su vez permitiría a los franceses evitar un aumento repentino en sus facturas de electricidad».
Defensa del actual mercado marginalista
Respecto al acuerdo aprobado por los Veintisiete, con la excepción de Hungría, el excomisario europeo de Energía, Miguel Arias Cañete, destacó ayer en un foro en la Universidad de Salamanca la necesidad de establecer un marco regulatorio de la electricidad estable y coherente que fije una señal de precios constante. Arias Cañete, que se congratuló de que el Consejo haya abandonado las posiciones más intervencionistas avalando, como ya hizo el Parlamento, la esencia de la propuesta basada en el mercado, presentada por la Comisión, afirmó que «hay que proteger el mercado marginalista, las inversiones que traigan el dinero para las energías renovables y seguir hacia la transición energética».
El rector de esa universidad, Ricardo Rivero, defendió en el citado foro que «la posición del Consejo está alineada con la propuesta de la Comisión Europea que planteó una evolución, y no una revolución, del mercado actual». El catedrático de Derecho Administrativo y Derecho de la UE de la Autónoma de Barcelona, Carlos Padrós, destacó que «uno de los objetivos que persigue esta reforma es la de consolidar la creación de un marco jurídico estable, predecible y no sujeto a vaivenes de los reguladores nacionales, que respete plenamente el mercado y permita garantizar una energía a precios asequibles a la vez que se avanza en los objetivos climáticos. Por ello, un marco europeo homogéneo es clave para que los inversores tomen sus decisiones. La regulación eléctrica también es muy importante para la correcta asignación de los precios y para la seguridad».
Por su parte, Rafael Gómez-Elvira, presidente del EU NEMO, que reúne a los 18 mercados mayoristas de electricidad europeos, declaró ayer a ABC que los operadores del mercado eléctrico europeo tenemos una visión «positiva» del proceso de reforma porque aunque queda una parte fundamental como es la negociación del Parlamento y el Consejo Europeo «ya hay visibilidad sobre el resultado final en el sentido de que va a ser un paso firme en la defensa de uno de los pilares de este proceso, que es tener más Europa y más integración».
Recuerda que «al principio había muchas propuestas que iban en el sentido de fragmentar. Se da un paso importante para que haya más mercado porque había muchas amenazas de intervención de los mercados, de paso atrás en la construcción del mercado interior de la energía. Se preserva el modelo que se dio la UE en 2019 y se valida ese modelo marginalista como una herramienta eficaz para la descarbonización de la economía en 2030 y hasta 2050».
No obstante, «nos siguen preocupando mucho los contratos por diferencia o bidireccionales (CfD) porque, por ejemplo, si se inundan los mercados con estos instrumentos, aunque sean voluntarios, se va a asfixiar la señal de precios de corto plazo y va a matar la flexibilidad y la gestión de la demanda de los recursos distribuidos». Añade que «también nos preocupa que su diseño, por la experiencia europea, está dando lugar a precios muy altos. Esos contratos no solo son una herramienta para fraccionar el mercado porque cada estado puede tener un esquema de contrato distinto, su diseño hace que se arrojen precios que van en detrimento de la competitividad de la industria y de la sociedad europea en general. Es muy peligroso. Puede ser un vehículo de subsidiar y encarecer el precio final de la electricidad».
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