Calviño pincha en el Ecofin y la presidencia del BEI sigue en el aire
No aprovecha la ventaja táctica de la presidencia semestral, mientras sus rivales hacen campaña en Santiago
Los ministros de Finanzas coinciden en acelerar en las reglas de gasto, pero sólo se ha pactado la parte técnica
Calviño aspira a tener las nuevas reglas fiscales este año pese a faltar el «corazón» del acuerdo
![El vicepresidente de la Comisión Europea, Valdis Dombrovski, durante la rueda de prensa junto a la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/economia/2023/09/16/DAMBin_20230916202437-Ra1vb36bOwlCmCno2yH7RiM-1200x840@abc.jpg)
Nadia Calviño abrió el jueves su agenda en Santiago de Compostela, sede entre el viernes y el sábado de la reunión informal del Ecofin, con un sol radiante que dio paso a chaparrones. Y en la misma medida en que el cielo se fue ... nublando, también se aguaron sus opciones de amarrar la presidencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI). Llegó con bajas expectativas y éstas se enfriaron muy pronto.
Nada más llegar el viernes a la reunión del Eurogrupo, el ministro belga de Finanzas, Vincent Van Peteghem —presidente de turno del consejo de gobernadores del BEI—, señaló que «no» había que «forzar» un procedimiento que había arrancado una semana antes, cuando envió al resto de gobernadores un correo electrónico con las candidaturas que se habían presentado, y avanzó que iniciaría una ronda de contactos para conocer de primera mano las preferencias de los gobernadores. Aún veía muy verde el proceso en Santiago. «No creo que estemos ya en ese punto», zanjaba sobre las posibilidades de que hubiera acuerdo.
La cuestión la planteó Van Peteghen, durante el desayuno que celebraron los ministros de Finanzas, antes de la parte más formal de la reunión del Ecofin, con un «punto de información» en el que dio cuenta de dónde se encontraba el procedimiento. Según fuentes europeas, el ministro belga abogó por resolver la presidencia del BEI lo antes posible. Pero no será, en ningún caso, con la celeridad que le hubiera gustado a Calviño, quien desaprovecha la ventaja que le concede la presidencia semestral; así como haber llevado la voz cantante durante el fin de semana. Fuentes gubernamentales transmitían optimismo unos días antes de que arrancara el Ecofin informal, y se ponían a disposición del ministro belga para ver cómo se encajaba en la agenda oficial. La vicepresidenta en funciones apeló el viernes a su condición de anfitriona —además, en su tierra de nacimiento, Galicia— para explicar que no veía «adecuado» ser ella quien pusiera el tema sobre la mesa. Tirando de diplomacia, afirmaba, sobre sus opciones, que «no podemos dar nunca nada por sentado». También negó que se hubiera apostado con menos énfasis por otra candidatura, la de Margarita Delgado para presidir el Consejo de Supervisión del BCE.
Para más inri, Calviño tuvo que lidiar con la presencia de prácticamente todos sus contrincantes por la presidencia del BEI, incluida Margrethe Vestager, que no estaban dispuestos a ceder terreno. La candidata española reconoció ante la prensa que inevitablemente habría «conversaciones» en los márgenes del Ecofin. A la danesa se la pudo ver haciendo campaña, para promover su candidatura «en persona», cuando no tejiendo mientras hablaba por teléfono. Tampoco le importó atender a los medios y reconocer que, aunque había acudido con la delegación de su país, «obviamente» estaba en Santiago porque era una «ocasión extraordinaria» para seguir sumando apoyos a los que dijo tener ya pactados. «No estoy pidiendo sólo un trabajo, sino además un mandato para una reforma interna» del BEI, dijo a modo de eslogan. Calviño, ayer, no tenía «nada que comentar» sobre la presencia de sus rivales, más allá de que se les habían dado «todo tipo de facilidades», comenzando por invitarlos a los actos previos del jueves, con recepción en el ayuntamiento y visita nocturna a la Catedral.
El entusiasmo que despertó el templo compostelano entre los asistentes contrastó con la tibieza a la hora de ponderar en público las posibilidades de Calviño. «Tiene todas las habilidades», comentó el ministro francés, Bruno Le Maire. «Hay varios candidatos bien cualificados, incluyendo a Calviño», resolvió el alemán Christian Lindner. Ambos aseguraron el viernes que aún se demoraría el posicionamiento de sus países.
Calviño tendrá que aguardar, tal vez, al Ecofin de octubre, en Luxemburgo, para resolver la incertidumbre. En esa reunión la presidencia española quiere presentar una primera propuesta de reforma de las reglas fiscales, y en noviembre resolver posibles flecos, dentro del «calendario ambicioso» que presentó a los ministros la vicepresidenta. Ésta cifró ayer en un 70% el texto del nuevo reglamento ya consensuado, pero precisó que atañe a la práctica totalidad de las cuestiones técnicas; no entra ahí el «corazón», los «elementos más importantes», el «núcleo esencial». Esa parte, la complicada, fue la que pidió ayer acometer a sus colegas.
En la rueda de prensa posterior al Ecofin, celebró la «unanimidad» que había recabado acerca de la «necesidad de intensificar» el trabajo y «pasar a la fase de la negociación política»; así como para llegar a un consenso antes de acabar el año. El quid de la cuestión: el «equilibro« entre rebajar la deuda sin mermar las inversiones, y entre adaptarse a la realidad de cada país garantizando unas reglas comunes —las citadas fuentes europeas explicaron que Países Bajos y Dinamarca están ayudando a acercar posiciones entre los países—. Todo esto, a aplicar desde el 1 de enero de 2024. Un gran desafío, comentó a su lado Valdis Dombrovskis, vicepresidente de la Comisión Europea.
Aunque el despliegue superó a lo magro de los resultados, Calviño no dudó en referirse a la doble jornada con expresiones como «gran éxito», «un antes y un después» e «histórico». En Santiago acabó lloviendo, pero no al gusto de la vicepresidenta.
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