La Caixa se apea de 'la operación Talgo' y el Gobierno, en solitario, rastrea a la desesperada en Europa un inversor
El Ejecutivo tantea de nuevo, a la desesperada, a competidores como a la suiza Stadler y a la francesa Alstom y, por primera vez, a la checa Škoda, e intenta convencer al grupo español Escribano
Fuentes consultadas por ABC, descartan que Escribano, inmersa en su ampliación de participación en Indra, pueda además presentar avales por 650 millones y asumir los 2.000 millones de deuda del fabricante de trenes
El Gobierno ignora a los trabajadores de Talgo: «Queda bonito oponerse a la opa, pero necesitamos soluciones»
![Trabajadores en la Factoría de Talgo, en Las Rozas, Madrid](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/economia/2024/05/29/Talgo-U60534882248CSC-RWUiJsTucibOdfPl1FJPFQM-1200x840@diario_abc.jpg)
Tic tac, tic tac. El tiempo se agota para unos –el Gobierno– y corre a favor de otros –los húngaros del grupo Magyar Vagon–, en torno a la operación de compra sobre el 100% de Talgo. El caso es que el Gobierno de Pedro ... Sánchez no logra encontrar un caballero blanco que lance una contraoferta para, según fuentes de La Moncloa, «proteger la españolidad al 100% de la compañía«. Según ha podido saber ABC, el Ejecutivo había puesto todas sus esperanzas en la intermediación de la Criteria de Isidro Fainé en su afán por encontrar un socio industrial que le acompañase en la compra del fabricante de trenes español, pero la hipotética colaboración no ha fructificado. El conglomerado industrial del mundo Caixa se ha bajado de este tren, invertir en este sector no encaja dentro de su política de diversificación de compras iniciada a principios de año.
En el plan estratégico de 2025 a 2030 de Criteria Caixa, elaborado entre el propio Fainé y su flamante consejero delegado, Ángel Simón, no cuadran los números ni las expectativas de negocio de Talgo. El plan del brazo inversor de la Caixa –explican–, está centrado en concentrar más las inversiones en activos estratégicos y con potencial de rendimientos a largo plazo para alimentar con dividendos la obra social de La Fundación, la titular de todo el grupo.
Nervios en el Gobierno
Las fuentes consultadas explicaron a este periódico que el nerviosismo en el seno del Ejecutivo va en aumento conforme se les agotan las posibilidades de encontrar un inversor que quiera hacerse cargo de la operación sobre Talgo. Incluso hace apenas una semana – aseguran–, el propio ministro de Transportes, Óscar Puente, volvió a sondear en un rastreo pormenorizado a varios posibles candidatos por Europa, si bien no pudo concretar ningún acuerdo. Entre las opciones barajadas por tierras europeas, la suiza Stadler, la francesa Alstom y un nuevo nombre: la checa Škoda Transportation Group.
El tiempo se acaba. Y es que tras el registro el pasado 4 de abril en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) del folleto de Oferta Pública de Adquisición de acciones (OPA) de los húngaros sobre Talgo, se abría un periodo de entre uno y tres meses (que acaba el próximo mes de julio) en el que la Junta de Inversiones Exteriores, dependiente del Ministerio de Economía con Carlos Cuerpo al frente, debe elaborar un informe sobre la idoneidad de la operación. Sobre la base de este informe, el Consejo de Ministros decidirá si acepta o no la adquisición por parte del consorcio húngaro de esta empresa española considerada estratégica. Ahora bien, el Gobierno podría sin más activar el protocolo de la ley anti-opas aprobada durante la pandemia.
Mientras, el consorcio Ganz-Mavag Europe Zrt, en el que está integrado el Estado húngaro, sigue a la espera, camino ya de cumplirse el segundo mes en el que no tienen noticias desde el seno del Ejecutivo español acerca de su proceso. Las dudas, en este caso, se encuentran en las sospechas del Gobierno español de que pudiera haber capital o lazos con Rusia, dados los vínculos tanto del primer ministro húngaro como de la propia Magyar Vagon y filiales en momentos pasados con Rusia.
Sin embargo, la banca acreedora analizó ya la operación precisamente por este riesgo, pero finalmente no ha presentado pegas al respecto.
Talgo no ignora a los húngaros
Mientras, en la propia compañía de trenes no descartan que la operación de los húngaros, a pesar del rechazo del Gobierno, siga adelante y acabe con la incertidumbre que rodea su futuro. No en vano, Talgo no solo no ha dejado de recibir pedidos en este periodo de espera –por valor de 4.063 millones de euros–, sino que augura que estos aumenten en los próximos años. Recientemente, desde la compañía confirmaron que esperan duplicar sus proyectos de aquí a 2026, lo que seguiría empeorando la situación actual y haría todavía más necesario un pronto comprador.
La falta de inversión está ahogando a la empresa, que se muestra incapaz de dar salida a esa cartera de pedidos, que suman retrasos de entrega amplísimos, lo que implica multas por parte de los proveedores. Por ejemplo, la firma está pagando en la actualidad una multa diaria de 80.000 euros por el retraso en los trenes Avril puestos en funcionamiento en los últimos días.
Para los accionistas del fabricante de trenes, la oferta de Magyar Vagon –presentada a la CNMV de forma amistosa y voluntaria sobre el 100% de Talgo a 5 euros por acción, y que contaba con el visto bueno de Pegaso (principal accionista con un 40% del capital)–, sigue siendo cerca de un euro más que el valor en Bolsa, lo que la convierte en idónea venga de donde venga.
Llamar a todas las puertas
Varias fuentes consultadas por ABC, aseguran que a la desesperada el Gobierno sigue sondeando empresas españolas que pudieran acudir a salvar a Talgo como socio industrial. Según publicó El Confidencial incluso ha llamado a la puerta de los Escribano, actualmente el segundo máximo accionista de Indra, donde tiene un 8%, frente a la SEPI que cuenta con el 28%.
Las fuentes descartan esta opción, dada la cantidad de dinero a desembolsar cuando el Grupo Escribano además está inmerso en plena ampliación de participación en Indra, y la compra de Talgo supone presentar unos avales por 650 millones de euros y asumir más de 2.000 millones de deuda que tiene la compañía, lo que obligaría a cualquiera de las potenciales compañías 'interesadas' en lanzar una oferta a negociar con sus principales competidores, que ante un cambio de control pueden optar por pedir que se liquide su posición deudora.
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