Bienvenido Mr. Internet: la nueva vida de los pueblos recién conectados
Aunque España puede presumir de su despliegue de fibra óptica, cercano al 90%, un 23% de sus pueblos están aún desconectados. Esta brecha, que afecta sobre todo a las zonas rurales de la Castilla y León , se está reduciendo a buen ritmo gracias al impulso de los fondos europeos
El pueblo de España que ofrece casa gratis y casi 4.000 euros al mes por trabajar como guardés en una casa rural

Desde julio, los poco más de cien habitantes de Salmoral (Salamanca) vuelven a tener al fin un bar donde tomar el aperitivo, jugar la partida, cenar y hasta tomarse unas copas si hace buen tiempo. El único local que había en todo el ... pueblo, propiedad de un particular, estaba cerrando, así que David y Eusebia se animaron a probar suerte alquilando el bar municipal. El verano fue bien y decidieron quedarse. Puestos a pedir, sus parroquianos querían poder ver allí los partidos de fútbol. El único obstáculo era que no tenían internet de banda ancha, un problema que el alcalde resolvió solicitando una extensión de la instalación de fibra óptica del Ayuntamiento al bar, restaurante y pub, todo en uno. «Y la verdad es que eso nos ha ayudado bastante», confiesa Eusebia. «Así se animan a venir jóvenes y mayores. Nos hemos convertido en el centro de ocio del pueblo». El resurgir del bar no es el único beneficio que ha traído la fibra óptica a esta localidad salmantina, donde también se ha mudado una joven creadora de videojuegos que, al disfrutar de una buena conexión, puede desarrollar su trabajo en remoto.
Desde 2021, gracias al impulso de los fondos europeos y las ayudas del programa UNICO (en los que se han invertido 1.150 millones de euros desde 2018), cada vez hay más 'Salmorales'. España es uno de los países mejor conectados de la Unión Europea, con una penetración de la fibra óptica que alcanza el 89,9% de las viviendas, según los últimos datos de la Secretaría de Estado de telecomunicaciones e infraestructuras digitales correspondientes a junio de 2022. Sin embargo, hay una importante brecha en el mundo rural: de los más de 8.000 municipios que hay en nuestro país, un 23% no cuentan con banda ancha y en un 29% del territorio no alcanza ni al 50% de las viviendas del municipio. En 2019, antes de la pandemia, esta distancia era incluso mayor: la conexión ultrarrápida no había llegado a 5.146 municipios (un 63,2% del total) y en un 73% no había cobertura ni en la mitad de las viviendas. En ese momento, más del 90% de los pueblos que componen Zamora, Soria, Ávila, Burgos, Salamanca, Palencia, Teruel o Guadalajara no contaban con un solo hogar conectado.
«En el mundo rural las redes fijas son muy importantes, porque cubren las carencias de cobertura móvil. Además, ahora que se van a apagar poco a poco las centrales de cobre, la fibra cobra una importancia esencial, pues es necesaria para alimentar las infraestructuras de 5G», explica Pedro Abad, consejero delegado de la operadora Asteo Red Neutra, que despliega infraestructuras que luego comercializan pequeños operadores regionales. Nuestro país, señala el directivo, es también atípico en este sentido: aunque el sector de las telecomunicaciones está dominado a nivel nacional por cuatro grandes empresas (Telefónica, Vodafone, Orange y Mamóvil) hay unas 3.700 licencias registradas en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y unas 1.200 en activo, calculan. La mayoría, unas 870, son de ámbito local, según cálculos de la patronal Aotec.
Tener una buena conexión de banda ancha es esencial para fijar población. Seis de cada diez personas no vivirían ni alquilarían una casa en un pueblo sin internet de alta velocidad, según el último estudio de Asteo sobre la conectividad en la España vaciada. Y para la mayoría no es un capricho: el 64% de los trabajadores del mundo rural, sobre todo del sector primario y los servicios, necesita una buena conectividad para trabajar.
En Bodegas Valduero se sumaron hace un año al proyecto para llevar la fibra óptica hasta Gumiel de Mercado (Burgos). Antes podían navegar, «aunque más lento», gracias a la conexión móvil en 4G, aunque la conexión era lenta y poco estable en verano, cuando aquellos que emigraron a las ciudades vuelven de vacaciones al pueblo. El departamento de marketing, por ejemplo, no podía trabajar con archivos muy pesados, sino que tenían que llevárselos a casa en un 'pendrive' y procesarlos allí. Ahora, con la conexión a banda ancha, pueden hacerlo todo desde la bodega, una de las pioneras de la Ribera del Duero. «No hemos descubierto la pólvora, pero nos permite ahorrar tiempo y hacer el trabajo más cómodamente», afirma Luis Miguel Valdés, gerente de un negocio que emplea casi a una veintena de vecinos.

También facilita las relaciones con la administración. Bernuy de Coca es uno de los municipios más pequeños de Segovia con internet de alta velocidad. Tiene unos 35 habitantes censados, aunque viven entre ocho y diez personas, confirma su alcaldesa, Ana María Díez. Como la conexión móvil no era buena, decidieron hace poco más de un año meter la fibra. «Antes los vecinos tenían que ir a hacer todas las gestiones a Santiuste de San Juan Bautista porque no tenían conexión, ahora pueden hacer cualquier cosa desde casa. Yo lo tengo en el ayuntamiento y funciona muy bien», apunta. «Es una ayuda también para las dos casas rurales que tenemos. Sin duda, todas las mejoras que faciliten la vida al mundo rural son positivas», admite.
Castilla y León es una de las comunidades que más tarde está llegando a esta digitalización del mundo rural. Soria, con el 75% de sus municipios sin fibra, es la provincia donde la desconexión es mayor. Le siguen Palencia (72%), Salamanca (65%), Burgos (58%), Teruel (50%), Guadalajara (48%) Valladolid y León (44%). Los efectos de esta revolución digital en el día a día no son inmediatos, sino «un riesgo por aspersión»: primero tiene que llegar la infraestructura, luego operadores de internet y finalmente el cambio de comportamientos de empresas y particulares acostumbrados a velocidades de conexión que difícilmente permitían ver películas o hacer videollamadas sin cortes.

Para impulsar ese cambio, la Junta de Castilla y León cuenta con profesores itinerantes que van por los pueblos impartiendo cursos para crear nuevos hábitos en los antiguos analfabetos digitales. Los alumnos, apunta Itziar Damas, una de estas formadoras, son muy variados: desde autónomos que buscan ahorrar tiempo y agilizar los innumerables trámites que tienen que hacer con la administración hasta abuelos que quieren aprender a hacer trámites médicos o bancarios desde el móvil. También madres que no quieren quedarse atrás en la educación digital de sus hijos. «Al final, en muchos pueblos los desplazamientos hasta una capital son largos y los inviernos duros, así que hacer gestiones 'online' ahorra mucho tiempo», apunta Damas, que trabaja sobre todo en el norte de Burgos.
Más remoto todavía
Allí donde no pueden llegar las conexiones terrestres por la dispersión del territorio o la orografía la única opción es navegar por satélite. El problema de esta tecnología es su alto coste. Por ello, para no penalizar a los habitantes de estas zonas remotas nació el programa Conéctate35, que subvenciona la instalación de la antena y fija un precio para el cliente de 35 euros al mes. La operadora de satélites Hispasat ha recibido 76,3 millones de euros en ayudas para impulsar, en alianza con otros operadores minoristas, este despliegue. Uno de sus socios es Eurona, que cuenta con más de 20.000 abonados en el mundo rural. «Hay ciertos prejuicios, pero en el campo no solo usan internet mayores con bastón. Damos servicio a muchos hoteles, segundas residencias y pequeñas empresas», asegura Fernando Ojeda, consejero delegado de la compañía.
Uno de esos clientes inesperados es el remoto Monasterio de las Batuecas (La Alberca, Salamanca), donde la conexión satelital permite a los monjes ofrecer wifi a sus huéspedes y agilizar gestiones para las que, de otro modo, tendrían que desplazarse a la capital, explica César Ventura, de la operadora e instaladora Gesico2000. El padre Francisco no quería que internet alterase demasiado sus rutinas, así que en lugar de conectar cada ermita limitó el acceso al edificio principal. Internet es muy útil, pero que queden aún puntos para desconectar, también.
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