El BCE no tiene claro qué hacer con los tipos de interés
Ni en las actas ni en las declaraciones de la presidenta del BCE hallamos indicios de lo que pueda suceder hasta final de año
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El BCE se esfuerza en mostrar firmeza, pero en realidad parece algo perdido. En las actas de la última reunión del Consejo de Gobierno, la de junio, lo único que queda claro es que se aprobó «por un consenso muy amplio» la subida de tipos de interés ... de un cuarto de punto, hasta el 4%. Apenas se señala que algún miembro hubiera preferido un aumento de medio punto porcentual, por el reiterado riesgo de inflación, y se repiten los mantras a los que Lagarde nos tiene ya tan acostumbrados, que por repetidos pierden significado, como que en cada reunión se deben tomar decisiones en función de los datos económicos, porque hay mucha incertidumbre a medida que los tipos de interés se acercan al nivel máximo en este ciclo alcista. Nunca como ahora las actas del BCE dieron con tanta precisión una de cal y otra de arena: «Si bien es posible que el Consejo de Gobierno deba continuar con medidas adicionales sobre las tasas de interés, también debería estar preparado para dejar de subir las tasas si los datos así lo requieren».
El BCE también aprobó en junio por «un consenso muy amplio» acabar con las reinversiones de bonos comprados con el programa de compra de activos (APP) a partir de julio, aunque algunos miembros también habrían preferido aplazar la decisión a una fecha posterior hasta que se hubiera analizado los efectos sobre la liquidez de los bancos de la amortización anticipada en junio de las inyecciones de liquidez a muy largo plazo. De nuevo, nada nuevo. Si por algo destacan las actas de la reunión de junio es por la ausencia de contenido que oriente con certidumbre sobre la situación.
El informe reconoce que la política monetaria «está tardando más de lo esperado» en surtir efecto, y en esta frase se percibe cierta sorpresa y confusión. La subida de los tipos de interés no está enfriando a la velocidad que esperaba Frankfurt, sino «más lento» de lo esperado, y se sobrentiende que el Consejo de Gobierno se cuestiona si está justificado o no poner tanto énfasis en la inflación subyacente o si debe pasar a ser considerado un indicador «no tan importante». Cuando los miembros del Consejo de Gobierno del BCE se abren al debate sobre los factores de riesgo que podrían ir en sentido contrario a la fuerza esperada de reducción de la inflación, expresan dudas.
Sin señales
Después de esta reunión, Lagarde se ha expresado públicamente pidiendo ayuda a los gobiernos y a las empresas, como si el BCE estuviese ahora cayendo ahora en que no puede por sí sólo en la batalla contra los precios. A los gobiernos les pide que eliminen subvenciones, especialmente las que suavizan al consumo el precio de la factura energética, y a las empresas que reduzcan sus márgenes de negocio, que suena como pedir puertas al campo. Ni en las actas ni en las declaraciones de la presidenta del BCE hallamos indicios de lo que pueda suceder hasta final de año. Otros miembros del consejo sí son algo más claros. En una entrevista con el canal italiano SKY TG24, Ignazio Visco ha dejado caer que «no estamos muy lejos del máximo de las tasas de interés». Pero tratándose de un italiano, podríamos estar ante un caso de 'wishful thinking'.
Y si nos atenemos a las actas, sólo podemos otear que «si bien los miembros consideraron que la segunda caída consecutiva de la inflación subyacente era una señal positiva, la opinión general fue que aún no había pruebas suficientes o convincentes para confirmar un punto de inflexión». «Para julio, y más aún para septiembre, estaría disponible nueva información que permitirá al Consejo de Gobierno actualizar su evaluación sobre las perspectivas de inflación, la dinámica de la inflación subyacente y la fortaleza de la transmisión monetaria», es todo lo que adelanta el texto, «se consideró que un enfoque basado en datos y una opción de reunión por reunión son esenciales».
Los miembros del Consejo consideraron que existían riesgos tanto al alza como a la baja para las perspectivas de inflación. Los riesgos al alza incluyen posibles presiones alcistas renovadas sobre los costes de la energía y los alimentos, también relacionadas con la guerra de Rusia contra Ucrania. «Un aumento duradero de las expectativas de inflación por encima del objetivo del BCE, o aumentos superiores a los esperados en los salarios o los márgenes de beneficio, también podrían impulsar la inflación al alza, incluso a medio plazo», dice el documento. A esto se suman los acuerdos salariales recientes en varios países. Por el contrario, del banco de datos del BCE induce a pensar que las renovadas tensiones en los mercados financieros podrían reducir la inflación más rápido de lo esperado. Y una demanda más débil, por ejemplo debido a una mayor transmisión de la política monetaria, también conduciría a menores presiones sobre los precios, especialmente en el mediano plazo.
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