CUENTAS SIN CUENTOS
La semana laboral de cuatro días y sus trampas
España no puede pagar el recorte de la semana laboral pero, de momento, le damos 50 millones a Errejón para que experimente

En la misma semana que hemos conocido que la pandemia ha provocado la mayor caída de la economía española desde la posguerra –un 11%–, y que se han perdido cerca de 1,4 millones de puestos de trabajo –si incluimos los trabajadores en ERTE– ... Podemos vuelve a la carga con la matraca de la semana laboral de cuatro días y arranca al Gobierno el compromiso de poner en marcha un proyecto piloto en España. En principio lo que pretende Podemos no es concentrar las 40 horas semanales en cuatro días –ya hay grandes empresas en las que se trabajan más horas de lunes a jueves para terminar los viernes a la hora de comer– sino trabajar un día menos y, por lo tanto, ocho horas menos a la semana, 32, y ahí es donde las cuentas no cuadran, al menos en este momento.
Reducir la jornada laboral y el salario en su proporción correspondiente, que es la filosofía de inspira los ERTE, es, como se está demostrando en esta crisis, una buena herramienta para solucionar problemas temporales y repartir el empleo cuando cae la carga de trabajo de las empresas. Y, además, en el caso de los ERTE hay una prestación pública que compensa en parte la reducción de los salarios. Pero sin esa ayuda pública, recortar un 20% los salarios ya bastante ajustados que hay en España sería inadmisible para buena parte de los trabajadores , que preferirían seguir trabajando sus cinco días semanales para mantener su nivel de rentas.
La alternativa, que sería trabajar menos pero ganar lo mismo, tendría un gran coste para las empresas que si antes de la crisis había pocas posibilidades de que asumieran, tras la fuerte caída de ingresos que la mayoría han sufrido por los efectos económicos de la pandemia, la probabilidad de que vayan a aceptar esa reducción de jornada sin recortar sueldos será prácticamente de cero . Otra cosa es que sea un objetivo a perseguir en un momento quizás no tan alejado del tiempo, cuando la economía española vuelva a coger velocidad de crucero y la digitalización de todos los procesos, incluida la utilización de robots, permita hacernos a todos más productivos y generar la misma riqueza trabajando menos.
De momento, según ha contado Íñigo Errejón, el proyecto de reducción de la semana laboral a cuatro días, sin reducir los sueldos, se probará en varias empresas durante tres años con un presupuesto de 50 millones de euros –que pagaremos todos– para que las compañías no tengan que asumir los gastos derivados de la implementación del proyecto piloto. Lógicamente si a cualquier trabajador nos preguntaran si queremos formar parte del proyecto que consiste en trabajar menos horas sin renunciar a un euro de nuestro sueldo todos aceptaríamos. E incluso cualquier empresa puede aceptar apuntarse al proyecto si es el Estado quien paga a los nuevos trabajadores que tenga que contratar por lo que dejen de trabajar los que ahora tienen, pero ¿y después?
Además no todos los sectores son iguales y España es, ante todo, un país de servicios que necesitan estar atendiendo al público durante muchas horas del día. Hay negocios que necesitarán tener personal 12, 14, 16 o incluso las 24 horas al día y en el que el recorte de las horas de trabajo se traducirá necesariamente en la contratación de más personal. Y habrá otros a los que la implementación de nuevas tecnologías permitirá hacer lo mismo en menos tiempo y que lo tendrán mucho más difícil.
Llama además la atención que en ningún país del mundo se aplica esta medida. A lo máximo que se ha llegado es a aplicar experiencias pilotos en empresas muy concretas en Japón, Nueva Zelanda, Islandia o Estados Unidos. ¿De verdad que un país como España se va a convertir en el primero del mundo en aplicar una medida como ésta? Mucho me temo que no, lo único que vamos a hacer es regalarle 50 millones de euros a Más País para que se apunte el tanto de impulsar esa experiencia piloto. ¡Total como es dinero público!
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