Papandreu salva la cuestión de confianza con una victoria pírrica

Misión imposible. No hay lugar en el jeroglífico griego para el consenso político económico y social sobre las medidas de ajuste que reclaman Bruselas y el FMI. Mientras el primer ministro, Yorgos Papandreu, superaba ayer la cuestión de confianza con el único apoyo de los miembros de su partido, el Pasok, miles de ciudadanos tomaban los aledaños del Parlamento para protestar contra unos recortes que aprietan su cinturón cotidiano cada vez con más fuerza.

Cumpliendo con todas las previsiones, y en una votación que se alargó casi hasta la una de la madrugada (medianoche en España), Yorgos Papandreu recibió el apoyo de todo el grupo socialista . El Pasok tiene 155 diputados, lo que aseguraba al presidente griego la mayoría necesaria —151 votos— para superar el voto de confianza del nuevo Ejecutivo, reformado el pasado viernes. Sin embargo, la victoria tiene un sabor amargo, porque el primer ministro no fue capaz de arañar ni un solo voto de apoyo a su nuevo proyecto de los diputados de la oposición.

Otra piedra en el callejón sin salida de un paísque continúa bajo vigilancia y sometido a la desconfianza internacional. Ayer llegó a la capital helena el nuevo grupo de expertos de la troika —Comisión Eruopea, Banco Central Europeo y FMI— que supervisarán las medidas de reestructuración del sector público. Al menos, poco antes de la votación, el nuevo ministro de Economía, Evangelos Venizelos, ofreció un pequeño resquicio de esperanza al asegurar que había arrancado el compromiso de los líderes de los conservadores y del partido nacionalista, Andonis Samaras y Yorgos Karatzaferis, de que no dificultarán el proceso legal para la aprobación del nuevo programa de reformas que deberá efectuarse con carácter urgente la semana próxima. Un plan que incluye el cierre de compañías estatales —se habla de que conllevarán más de 100.000 despidos—, nuevos impuestos e importantes privatizaciones.

El clima de descontento en Grecia comienza a ser insostenible. Los sindicatos han anunciado que convocarán nuevas jornadas de huelgas generales , mientras que los representantes de los trabajadores de la compañía de electricidad DEI continuaron con los cortes de electricidad en distintas ciudades de Grecia que comenzaron el pasado lunes .

Durante la tarde de ayer, los sindicatos se manifestaron contra las medidas de reformas y junto con los «indignados» que fueron llegando a la plaza de la Constitución se reunieron frente al Parlamento. Los concentrados llegaron a colocar unas «mesas electorales», invitando a los presentes a votar contra el gobierno .

Papandreu ya estuvo a punto de dimitir la semana pasada, cuando puso sobre la mesa su cargo de primer ministro para intentar articular un gobierno de salvación nacional. No tuvo éxito. Ningún partido de la oposición aceptó la propuesta, ni siquiera los conservadores de Nueva Democracia, que durante sus casi ocho años en el poder engordaron el sector público y no frenaron la tradicional tendencia al enchufismo que azota al país.

Por ello, Papandreu se vio obligado a reformar su gobierno y a solicitar ante el parlamento inmediatamente después su voto de confianza. De hecho, esta votación es el primer paso para conseguir que la semana que viene se tramite en el parlamento de forma urgente el nuevo plan de recortes, denominado Programa de Medio Plazo, ya que se extiende hasta diciembre del 2014. Una aprobación que es indispensable para conseguir el quinto tramo del rescate de 12.000 millones de la UE y del FMI, así como los esperados nuevos fondos del enquistado segundo rescate. El nuevo portavoz gubernamental, Ilia Mosialo, aclaró ante los medios horas antes de la votación que «la financiación que obtendrá la economía griega asegurará los salarios, las pensiones y los gastos del sector público durante los próximos años», pero en Grecia nadie se fía de la palabra de nadie sobre un futuro para el que, una vez más, no parecen cuadrar los números.