Saracho planteó al BCE intervenir el Popular al mes de asumir la presidencia
El exgestor llegó en 2017 para deshacerse de la entidad, según varios testigos

Banco Santander adquirió Banco Popular por un euro el 7 de junio de 2017. La operación se fraguó de madrugada, tras intervenir Europa la entidad ante el riesgo de que no tuviera liquidez ya al día siguiente . Rápido, aunque también doloroso. Más de ... 300.000 accionistas perdieron su dinero, así como los titulares de bonos. Pronto su quiebra pasó a ser el «caso Popular» en la Audiencia Nacional, con los expresidentes Ángel Ron y Emilio Saracho en el punto de mira. Este último fue quien gestionó el banco desde febrero hasta la resolución... aunque de la documentación y testimonios recabados por ABC se desprende que desde el inicio de su mandato tuvo la intención de deshacerse de la entidad.
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Saracho tomó posesión el 20 de febrero. El 15 de marzo, menos de un mes después, se reunió con responsables de supervisión del Banco Central Europeo (BCE) para informar del nombramiento de Miguel Escrig como director adjunto al presidente y dar su visión estratégica del banco, entre otros asuntos. En aquel encuentro, sin rodeos, le dijo al supervisor de la zona euro que la entidad solo tenía tres opciones: una operación corporativa , una ampliación de capital (que él mismo no veía factible) o su resolución. Así consta en el acta de la reunión, a la que ha tenido acceso este periódico.
Saracho advirtió también de que el 1 de enero de 2018 se incumplirían los requisitos de capital , dando lugar con seguridad a su resolución. Asimismo, tal como consta en el documento, no dudó en decirle al BCE que quería que estuvieran preparados para esa situación. Dio por hecho que esa iba a ser la salida, apenas tres semanas después de tomar las riendas.
Opciones definidas
Las opciones de Saracho estaban claras. Así se lo dijo también a su amigo Rodrigo Echenique , presidente de Santander España y que luego fue primer ejecutivo del Banco Popular tras su resolución. Este último declaró en la Audiencia Nacional que se reunió con él al poco de asumir el cargo, y que Saracho le dijo que la única opción para el banco era una operación corporativa, una venta .
Eso mismo declaró también en sede judicial el que fuera director de Comunicación del Popular, Carlos Balado. Pero este fue mucho más allá al asegurar que Saracho le dijo que la entidad era como un avión que volaba bajo sobre las copas de los árboles y que iba a estampárselo a Danièle Nouy , presidenta del consejo de supervisión del BCE. Una metáfora sobre que él no iba a gestionar el banco y que le iba a dar las llaves al supervisor. El entonces presidente, asimismo, desconfiaba de muchos de los equipos que había en el banco. Incluso, del consejero delegado, Pedro Larena, tal como consta en el acta del BCE. Sin embargo, tal como señaló «Vozpópuli», parece que podía referirse más bien a su director financiero, Javier Moreno. Sea como fuere, en el documento queda reflejado que renegaba de la gestión que se estaba haciendo del Popular.
Al tiempo de todo esto, Saracho le dijo a su director de Comunicación que no se fiaba lo que le estaban contando todos. Incluido su nuevo director general adjunto, Escrig. No se fiaba de las cuentas, pese a haberle reconocido a Balado que no tenía una idea clara sobre el banco al momento de su llegada . Todo alcanzó el punto de que a principios de abril, después de manifestar que su intención era estrellar el banco contra el BCE, se empeñó en que había que reformular las cuentas de 2016. Finalmente quedó en una «reexpresión», para asumir un impacto de 550 millones de euros extra . Aquel mismo día, 3 de abril, se anunció el cese de Larena como CEO, y la acción cayó a plomo entre ambas noticias. Los bajistas y los tiempos convulsos que vivía la firma financiera tiraron abajo su valor bursátil.
Caída inminente
En la segunda semana de abril tuvo lugar la junta de accionistas. Ahí anunció una nueva ampliación de capital para tratar de sobrevivir , aunque no era partidario como reconoció desde el principio. Su intención era vender la entidad, pero Escrig y Balado le dijeron que no podía decirlo en junta; además, se le comentó que el banco tenía un buen nivel de capital. Su intención, según fuentes conocedoras de las conversaciones, era «asustar» al Banco de España y la CNMV , al tiempo que defendía que la acción caería hasta donde fuera necesario.
A princpios de mayo de 2017 se filtró a la Prensa que Saracho había encargado a JP Morgan y Lazard la venta exprés del Popular por riesgo de quiebra . Este fue otro de los detonantes. Se inició una ronda de contactos con los cinco grandes bancos españoles (Santander, BBVA, Caixabank, Bankia y Sabadell, como reconoció también Luis de Guindos , por entonces ministro de Economía) para colocar la entidad, pero ninguno optó por realizar una oferta. Poco a poco se iba convirtiendo en una muerte anunciada.
A finales del mismo mes, en un consejo de administración, tal como reflejaron Ana Botín y Rodrigo Echenique en la Audiencia Nacional, Banco Santander decidió que acudiría a intentar comprar el Popular en caso de resolución. Por entonces, tal como dijo el segundo en sede judicial, el banco ya valía cero euros. Era un «banco zombie» , como se había referido a la empresa varias veces Saracho.
Las opciones del entonces presidente de la entidad de vender se desvanecieron por completo. La Junta Única de Resolución empezó a tomar cartas en el asunto y finalmente se adjudicó el banco por un euro al Santander. Este se vio obligado a acometer una ampliación de capital de 7.000 millones de euros para digerir la compañía. Y de las testificales de la presidenta Botín y de Echenique se desprende que todavía no saben si fue una buena operación. El tiempo dirá, pero sí se cumplió el augurio de Saracho un mes después de llegar: resolución.
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