Sánchez quiere Prisa para él: no habrá paz para los malvados
El afán del Gobierno por controlar la información y los medios es el caldo de cultivo para gangueros y gurús que ofrecen un problema a cada solución. Ofertas serias y dinero escasean. La vacuna del Covid viene en camino. Para la bobería no hay cura
![Pedro Sánchez, rodeado de cámaras y micrófonos](https://s2.abcstatics.com/media/economia/2020/11/22/Imagenpedro-sanchez-camaras-kieB--1248x698@abc.jpg)
Conviene no causar expectación exagerada cuando se empieza algo, porque luego es difícil satisfacer las expectativas. Máxime cuando en juego está un grupo de comunicación. Prisa para más señas. El empresario asturiano Blas Herrero sabe como pocos que la esperanza es una gran falsificadora ... de la verdad y así ha creado estos días un relato en el que la idea ha sobrepasado a la realidad. Con mucho, lo que va de gestionar una cadena de radiofórmula a una compañía editora de gran presencia donde los más grandes del Ibex han salido escaldados o tratan de salir. Al final, y en esta ocasión, tan escaldado como ha salido el propio empresario asturiano de la fallida experiencia, porque quien ha dado la cara no han sido esos inversores que le acompañaban en la aventura, que siguen en la penumbra. O eso creen... delen tiempo si no hay compesación alguna, ¿Duro Felguera? veremos.
El caso es que comprar el grupo Prisa , como cualquier otro relevante emporio de Comunicación, es algo que supera con mucho la simple tarea de acumular fondos y presentárselo a los propietarios. Adquirir Prisa es, a la par, una jugada que requiere la carambola de convencer en Gran Vía, Moncloa y algún otro despacho enmoquetado. Herrero logró forjar una fortuna quince años atrás doblando el pulso a Planeta y a una Telefónica donde parecían sobrar los cuartos. Y ahora, bien escudado por amistades de izquierdas y derechas -que menudo es Don Blas para agasajar-, Herrero se ha lanzado a una operación rara como un gato verde -una carta, sin papeles adicionales que expliquen mucho más, sin especificar compañeros de viaje, diciendo que de opa nada, y solo con eso se suspende la cotización, ¡en mi vida había visto nada igual!-, a controlar «El País» y la Cadena Ser con un buen fardo de millones que, sin embargo, no bastaban para adquirir un bien que no se cuantifica por su precio sino por su valor.
Y es que 200 millones de euros puede ser mucho o poco. Todo depende de a quién se pregunte y según se mire. Desde luego para la Moncloa de los Redondo y los Oliver no era dinero; para los susurradores de Rodríguez Zapatero -echen un vistazo a wikipedia a los «Barroso Boys» o a los hoy evanescentes Gómez Navarro- debían ser cantidad suficiente para alcanzar un buen acuerdo y ponerse a mandar, porque aquí de lo que se trataba era de mandar -¿o de mangonear? cada cual que concluya lo que quiera-, y de sacar barriga como quien dice con los amigotes, y de paso demostrar cómo un grupo de septuagenarios -con todo el respeto del mundo, faltaría más- podía ser capaz de dar el gran golpe y hacer saltar la banca mediática de España. Y de paso poner al frente a otro de la quinta: Joaquín Almunia . Sí, sí, Almunia. Un elemento gatopardista para que nada cambie. ¿Verdad señores del PSOE? ¿Cómo se quedan? Y así, ya saben, donde hay caridad hay paz.
Pero faltará paz y sobrará caridad, porque nadie parecía haber contado con que Sánchez y Redondo se sobran y se bastan con ellos mismos, y no necesitan «groupies» empresariales para sus planes de conquista y reingeniería social de España. Ellos se burlan de quienes han perdido el respeto por sí mismos y no confían en aquellos que se erigen en fontaneros de tuberías que han picado minutos antes para luego proponer su arreglo. No necesitan congeniarse con el viejo PSOE , no precisan directivos puente para nada y menos para tratar de controlar el censo mediático de un país para el que ya han diseñado la brida a base de leyes mordaza y normas anti «fake news». Da mucho miedo, como no reaccionemos cuanto antes... Al final, ya verán, no habrá paz ni gloria, porque Redondo y Sánchez, los autómatas Papamoscas y Martinillo, se han propuesto no solo controlar Prisa sino el conjunto de los medios si les dejan. Y amedrentar a los que no se dejen con un reparto de fondos de ayuda europea que se pasará por el tamiz monclovita para doblegar voluntades y arrancar sonrisas. Y, ya aviso, no habrá paz ni gloria porque nadie está pensando en cómo se gestiona una deuda milmillonaria, cómo se construye Estado ni cómo se combate el paso de los Facebook y los Google en el terreno de la información. Y, sobre todo, porque nadie parece haber caído en que con politiqueo y estrategias de la señorita Pepis se puede ganar un medio, pero se pierde un país entero. Y así está lo del Señor Herrero, que no ha hecho más que empezar. Es blanco y en botella.
Pero Almunia, un chico del PSOE pata negra, no es el único tapado. Hay más. Larga es la lista de los susurradores que dicen tener la fórmula mágica para arreglar el lío mediático y dejar bien atada la legislatura. Sánchez no se fía de ninguno y menos de los que se acercan en «segundas nupcias» a Moncloa -donde por cierto siguen con detalle las derivas de Jaume Roures , de la mano, dicen, de los «Barroso boys»-. Porque quien traiciona una, traiciona ciento. Y en el arte de pasar facturas pendientes al cobro, Sánchez tiene el doctorado cum laude. Aquí sí, por méritos propios. Quiere Prisa para él solito. Por eso, no habrá paz para los malvados.
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