Del nuevo maná a la criptorruina: «Hemos llorado mucho»
El mundo de las criptomonedas es lo más parecido al lejano Oeste de las finanzas: queda casi todo por explorar, algunos se enriquecerán en el viaje y otros tantos perderán mucho. El Covid provocó que muchos jóvenes jugasen más de lo que debían en un territorio salvaje que ha sido también campo abonado para los estafadores
El Bitcóin ya tiene mineros y cada día se mete más en nuestra vida
![Los expertos apuntan a dos perfiles de inversor ‘cripto’, los más sofisticados, que saben programar, y los amigos de estos](https://s1.abcstatics.com/media/economia/2022/05/25/cripto-ruina-kKaF--1248x698@abc.jpeg)
«Espero que todo el mundo siga bien. Si alguien necesita hablar tengo los mensajes privados abiertos. Os recordamos que Luna es un activo de riesgo , recuerden que pueden perder todo el dinero invertido si especulan ahora con ella». Los administradores de los ... grupos de Telegram donde se reunían, hasta ahora, los miles de inversores hispanohablantes de esta criptomoneda tratan de mitigar el golpe que ha supuesto su desplome .
El 13 de mayo, cada Luna, que llegó a cotizar a más de cien euros, no valía ni un céntimo. Y eso que parecía una de las monedas más prometedoras del ‘ salvaje universo cripto ’, a la baja en las últimas semanas. La desesperación de decenas de miles de gestores es tal que un hombre que perdió más de dos millones de dólares , según un informe publicado por las autoridades de Seúl, se presentó en la residencia del creador de la moneda, Do Kwon, para exigir explicaciones.
«Todo el mercado de las criptomonedas, también las acciones tecnológicas, han bajado mucho. Hubo una revalorización y era esperable una corrección. Al final, detrás de cada criptomoneda hay una aplicación descentralizada y un protocolo. Estos proyectos tienen un alto riesgo, pueden salir bien o mal. Y la estadística dice que la mayoría saldrán mal. Es lo normal en una tecnología naciente. Al final unos pocos triunfarán y serán la referencia y otros se quedarán en el camino . Nada diferente de lo que pasó con la burbuja de las ‘puntocom’ en los noventa. Solo unas pocas crecerán y seguirán en cinco o diez años», explica Eloi Noya, director del programa de Innovación tecnológica de la Asociación Española de Asesores y Planificadores Financieros.
Una moneda nada estable
Muchos vieron en Terra Luna , una de las casi 10.000 criptomonedas que existen, esta tierra prometida. Terra era una ‘stablecoin’, una criptomoneda ligada a un valor existente (una divisa o un producto físico) que debía respaldarla. Pero, al final, e l nombre sólo era un reclamo porque detrás no había una divisa (en este caso el dólar) sino un algoritmo referenciado a la misma.
«Conocí Terra Luna y entré en la comunidad de manera activa, hasta daba clases. Ahora estoy en shock porque todo ha acabado de manera trágica»
Hoy, tras el batacazo financiero, los creyentes prefieren guardar silencio. Excepto Andrés (nombre ficticio) que cree que es momento de que ‘la comunidad’ dé la cara. Él tiene 36 años y empezó hace poco más de tres a invertir. «Hace unos doce meses conocí Terra Luna y entré en la comunidad de manera activa, hasta daba clases. Ahora estoy en shock porque todo ha acabado de forma trágica . Yo económicamente puedo salir adelante, pero he llorado mucho , porque hay historias muy tristes de gente que no ve solución a este problema. Da pena ver cómo desaparece algo que querías», asume.
Él, afortunadamente, tiene su cartera de criptomonedas diversificada (existen unas 10.000, incluida la más popular, el bitcoin ), y ‘solo’ invierte 200 euros al mes. Aún así, su cuenta de Terra Luna llegó a alcanzar los cien mil dólares. «Empiezas como algo adicional al trabajo y luego te das cuenta de que puedes conseguir más por ahí que por otro lado».
En torno a esta criptomoneda, cuenta con idealismo, había una verdadera comunidad que era como una gran familia . Y no solo jóvenes, destaca, sino gente con mucho talento. «Los desarrolladores creaban protocolos muy sofisticados. Era como un banco constituido entre todos. Vivimos en la sociedad europea, pero, ¿te has parado a pensar lo que significan estos sistemas en países donde el dinero se lo quedan los que mandan o las monedas están muy devaluadas?», puntualiza Andrés.
Él no se siente estafado, sino que es consciente de que «en este sistema experimental en pañales » todo va muy rápido. Para bien o para mal. Y Terra Luna era más vulnerable de lo que creían. «En esta moneda no había niños jugando, sino un algoritmo que comportaba cierto riesgo y han tenido inversores a la contra. Ha sido un aviso, necesitamos criptomonedas más estables , que estén respaldadas por moneda común y no por algoritmos», destaca Noya.
En España, aunque muchos acaban de oír hablar de estos activos por la campaña de la Declaración de la Renta que recuerda la obligación de declararlos, alrededor de 4,4 millones de españoles (un 11% del total) ha invertido o invierte en criptomonedas , pese al desconocimiento general sobre los riesgos que conllevan y la fiscalidad a la que están sometidas, según el último informe de Asufin (Asociación de Usuarios Financieros).
Pese a que tanto la Comisión Nacional del Mercado de Valores como el Banco de España informan de los riesgos de estos activos, más del 70,6% de los inversores se juegan más de 1.000 euros , y una cuarta parte supera los 6.000. Solo un 59,1% son conscientes del riesgo que conlleva.
«Es curioso, porque los jóvenes no solo no lo ven con miedo, sino como una esperanza en un mundo en crisis que se desmorona. H ay dos perfiles de inversor : los más sofisticados , que saben programar, y los amigos del primero que se ríen de estos y luego le piden consejo», cuenta con gracia Luis García, director del Máster en Riesgos Financieros de ICADE Business School, que cree que muchos de estos ‘criptocrash’ son cíclicos, y que la tecnología blockchain en la que se basan estos activos tiene presente y futuro.
Países como El Salvador incluso han convertido las criptomonedas en dinero de curso legal . «Nosotros estamos en el euro, pero si estás en un país como Cuba o Venezuela, donde la moneda sigue cayendo, eso es una pérdida brutal para la población. Entonces, aunque tiene riesgos, al lado de tener una moneda que se deprecie quizás no es tan descabellado».
Ambos economistas insisten en que estas inversiones son arriesgadas y los osados que quieran encontrar el billete dorado del futuro tecnológico deben estar también dispuestos a perderlo todo : «Hay muchas incertidumbres, es todavía más arriesgado que invertir en ‘startups’ . Un minorista no debería dedicarse a esto, al menos, debería invertir una pequeñísima parte de su patrimonio y diversificar».
Pandemia de criptoestafas
Atraídos por la promesa de beneficios imposibles en cualquier otro activo, miles de personas no solo perdieron sus ahorros por los vaivenes de un mercado que es más bien una ruleta rusa , sino que dejaron sus cr iptoactivos en manos de plataformas que resultaron reproducir esquemas Ponzi o piramidales.
Pero esto solo afloró, cuenta Emilia Zaballos, abogada y presidenta de la Asociación de Afectados por las Criptomonedas, cuando cundió el pánico y muchos quisieron convertir su dinero virtual en dinero de curso legal. « Hay miles de afectados , Arbistae, Biosca, Mindcapital, Nimbus… Pero lo peligroso no son las criptomonedas, que se pueden rastrear fácilmente, sino el entorno en el que se generan , terreno abonado para estafadores o partidarios de esa cultura del pelotazo», afirma.
![Juan Carlos confiesa que ha perdido parte de sus ahorros](https://s3.abcstatics.com/media/economia/2022/05/25/juan-carlos-k9SD--220x220@abc.jpg)
Los cantos de sirena de una de estas plataformas sedujeron a Juan Carlos, uno de los pocos estafados que se anima a dar la cara. «Yo ya invertía en bolsa, hasta que, en el gimnasio , unos amigos me hablaron de las criptomonedas. Empecé a gestionar mi propia cartera de bitcoins pero luego lo dejé en manos de Mindcapital , que resultó ser una estafa. En septiembre intenté recuperar el dinero que había puesto, unos 7.000 dólares (6.700 euros), que ya serían 60.000 , pero no contestaban ni por correo ni por burofax», lamenta este funcionario tinerfeño, que está a la espera de que los juzgados den la razón a estos damnificados.
«Se han llevado parte de mis ahorros, pero, ¿a cuántas personas mayores habrán estafado? Hay gente que pidió préstamos para invertir, pues la rentabilidad te incitaba a ello».
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