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La revuelta alemana contra Lagarde

Los críticos de la política monetaria extra laxa del Banco Central Europeo (BCE) se ven confirmados por la evolución más reciente de las tasas de inflación

EFE
Rosalía Sánchez

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Christine Lagarde se las prometía muy fáciles. Dejar rodar la economía euro hasta diciembre y después, con el socialdemócrata alemán Olaf Schoz ya sustituyendo al dique de contención Angela Merkel, encauzar la nueva deriva europea hacia parajes más relajados y permisivos. Pero no va a ser tan sencillo. Los críticos de la política monetaria extra laxa del Banco Central Europeo (BCE) se ven confirmados por la evolución más reciente de las tasas de inflación. La lectura superficial de la dimisión de Jens Weidmann al frente del Bundesbank alemán puede sugerir que ha caído el último de los halcones, pero de cara a la parroquia interna el mensaje de Weidmann es que la batalla del BCE está perdida. No para dar paso a una rendición, sino para replantear la batalla que hasta ahora los académicos alemanes estaban librando por las buenas . Ahora quieren que este aspecto de la inflación galopante reciba una mayor consideración por parte del Tribunal Constitucional Federal. Un grupo de empresarios y profesores en torno al profesor de economía Johann Heinrich von Stein, asistidos por el representante legal Markus Kerber, ha intensificado su proceso de denuncia constitucional contra la enorme ayuda de emergencia a los gobiernos por parte del BCE y con motivo de la parálisis económica a que forzó la pandemia. En Karlsruhe se han presentado ya otras 50 páginas del escrito, después de que en marzo se presentara una querella constitucional con una denuncia muy extensa (Az. 2 BvR 420/21). La deuda conjunta emitida por la Comisión Europea no va a quedar sin resistencia.

En marzo, los reclamantes afirmaron principalmente que el programa de crisis PEPP del BCE, que tiene un volumen de 1,85 billones de euros, violó la prohibición de la financiación estatal monetaria y, por tanto, violó el artículo 123 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea. Con el programa de ayuda de emergencia, el BCE está saliendo de su ámbito de competencia, defienden ante el Constitucional, alegando que es una medida de política económica y financiera para estabilizar o incluso rescatar la zona euro.

Las tasas de inflación, que han aumentado sin pausa desde entonces, proporcionan nuevos argumentos. Las tasas de infecciones también siguen subiendo en Europa, junto a la escasez de suministros, que paraliza las industrias, y el mercado de la energía está sometido a crecientes e indomables tensiones. Con todo esto a sus espaldas, Christine Lagarde tendrá que salir hoy a dar una rueda de prensa, después de la reunión del Consejo del BCE en Fránkurt, con cara de que aquí no está pasando nada. A ver cómo se las arregla para contradecir que la "flagrante contradicción entre el supuesto objetivo del PEPP - alcanzar una tasa de inflación del 2% - y la tasa de inflación de casi el 5% que ahora soporta Alemania". "En vista de la inflación actual, lamentablemente persistente en Alemania, el PEPP no puede continuar por un solo día en activo", clama Kerber: "Si continúa, el BCE caerá en una trampa. En vista de la tendencia de la inflación, el BCE no puede depender ya de una política de estabilidad justificación de las compras de bonos PEPP. En cambio, es de temer que el BCE sólo mantenga el programa de emergencia impugnado para mantener artificialmente los tipos de interés de los países con mayor deuda en la zona euro por debajo del nivel del mercado”. De esta forma, argumentan los denunciantes, el BCE está violando claramente la prohibición de financiación estatal monetaria.

La tasa de inflación que considera el BCE, sin embargo, no es el de Alemania sino el de la zona del euro en su conjunto y se interpreta a medio plazo. Lagarde argumentará que espera tasas de inflación promedio en la zona del euro de 1,7 y 1,5% para el próximo año y el año siguiente, ambas inferiores al 2%, y presentará este dato como coraza. Pero los ciudadanos europeos sienten en su bolsillo los recibos de la luz y la escasez de productos, que están alcanzando precios de escándalo para quien esté dispuesto a pagarlos. La ciudadanía no entiende tanto de objetivos de política monetaria como de las facturas que llegan al buzón y Lagarde convencerá a quienes están deseando ser convencidos, pero no al resto. El crítico Kerber critica estos pronósticos del BCE como “determinados por ilusiones políticas” y niega la legalidad de las medidas medias ponderadas utilizadas para la inflación: “la estabilidad de precios también debe garantizarse en todas las zonas del euro”. En España los precios de la energía se han incrementado un 80%, según Oxfors Economics. Los expertos no esperan que Lagarde suba los tipos hasta 2023, pero existen dudas razonables sobra la posibilidad de que pueda permanecer inmóvil hasta esa fecha.

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