VICEPRESIDENTA Y MINISTRA DE TRABAJO
Yolanda Díaz: puño de hierro en guante de seda
Aunque es vehemente en la defensa de sus convicciones, incluso sus adversarios políticos reconocen su capacidad de diálogo
Yolanda Díaz (Fene, La Coruña, 1971) se convirtió en una de las caras más visibles del Gobierno por el impacto que la pandemia está teniendo en el mercado de trabajo, que ya suma más de cuatro millones de parados. Sus medidas intervencionistas ... sin precedentes abrieron heridas en el mundo empresarial, que vio en ellas un ataque a la libertad de empresa, lo que llegó a poner el diálogo social al límite. Antonio Garamendi y la organización que dirige se enteraron por la televisión de que el Gobierno prohibía los despidos objetivos e imponía los permisos retribuidos. Una sorpresa, teniendo en cuenta que días antes se había producido un encuentro entre los empresarios con la vicepresidenta Calviño y no fueron informados de esta medida laboral sin precedentes en España . Díaz había conseguido convencerla de que solo con una prohibición a las empresas se frenaría la sangría de extinciones que ya se estaba produciendo y que llegaría unos días más tarde con la estadística: casi un millón de empleos solo en 14 días de marzo. La lucha con el mundo empresarial solo había empezado.
Pero según han ido transcurriendo los meses, la primera vicepresidenta del Gobierno con el carnet del PCE ha logrado reconducir los desencuentros y su forma de hacer, unida a su simpatía innata , han logrado encadilar a los empresarios, que ven en esta abogada laboralista una negociadora «seria» y «muy trabajadora». Eso sí, sin olvidar que sus ideales son los que son y que siempre está del lado de los sindicatos, con los que se une en la necesidad de derogar la reforma laboral. «Aunque es vehemente en la defensa de sus convicciones y muy combativa, no es sectaria, ni le duelen prendas en bajar peldaños si con ello puede arrancar un acuerdo» , dicen de ella compañeros de negociación, con los que ya ha cerrado siete pactos en el diálogo social que carga en la mochila con la que llega a La Moncloa.
El lado combativo le viene a la ministra desde la cuna. Es hija de Suso Díaz , el obrero que se forjó en la lucha sindical en los astilleros ferrolanos y que llegó a dirigir el sindicato CC.OO. en Galicia , lo que explica las buenas relaciones que tiene con Unai Sordo, el líder del sindicato comunista que influencia y guía muchas de sus decisiones.
Destacan los que la tratan que es una política de la vieja escuela, a la que gusta cultivar las relaciones personales fuera de ring. No es raro que invite a comer a su casa o a cualquier sitio a los contrincantes con los que ha estado negociando la ampliación de los ERTE o la obligatoriedad del registro horario, con los que ha discrepado o ha intentado convencer sin éxito. «Cuida mucho las relaciones afectivas. Ha podido discutir acaloradamente en la negociación y cerrar días después una comida en el mejor ambiente», explican las fuentes consultadas por este diario, las mismas que recalcan que «con Yolanda Díaz llega el sosiego a La Moncloa» , el que ahora seguro no tendrá el titular de la Seguridad Social, José Luis Escrivá, uno de sus mayores críticos. Con él la ministra ha tenido sonoros desencuentros, el último de ellos a cuenta de la polémica ampliación de los años para calcular la pensión de 25 a 35 años , que terminaron con su exclusión de la presentación del último acuerdo para prorrogar los ERTE.
El desencuentro entre los dos ministros es un secreto a voces. Estaban predestinados a no entenderse desde el momento en el que Sánchez partió en dos un ministerio con áreas estrechamente relacionadas para cumplir con las exigencias de su socio. Las políticas laborales y la Seguridad Social están muy entrelazadas y puntos de vista muy diferentes en asuntos compartidos derivaron rápido en múltiples posiciones antagónicas sobre el mismo asunto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete