El BCE o el pedaleo con los neumáticos pinchados
«Hay más dinero, o liquidez, en el conjunto de la banca de lo que es estrictamente necesario»
![Mario Draghi y Christine Lagarde, presente y futuro del BCE](https://s1.abcstatics.com/media/economia/2019/07/09/draghi-lagarde-keiF--1248x698@abc.jpg)
La Reserva Federal (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE) conducen el vehículo con aparente calma, pero los inversores están muy impacientes. Mientras estos muestran ganas de saltar en marcha, los reguladores intentan que el vehículo se frene por sí mismo, ... sin colisionar cargado, como va, de material inflamable. La diferencia de perspectiva entre los reguladores, con su política monetaria «amiga», y los inversores ha generado una situación casi indescifrable para un ciudadano medio que sólo pretende saber qué hacer con su dinero y evitar que sea una preocupación.
El presidente y director ejecutivo del Banco de la Reserva Federal de Nueva York , John C. Williams, mantiene que es inútil esperar un crecimiento del PIB del 3 o 4% en Estados Unidos, similar al de los años noventa, porque será del 2% dado que allí el desempleo sigue siendo bajo y no hay signos de presiones inflacionarias.
«Muchos de ustedes se perdieron los días emocionantes de la década de 1990, cuando las tasas de crecimiento fueron del 4%, y los fundamentos económicos indican que estos son tiempos fundamentalmente diferentes», dijo Williams.
Esto significa que los tipos de interés probablemente sean más bajos de lo que se registró en la década de 1990 y es poco probable que la pendiente de la curva de tipos de interés vuelva a los niveles que se observaron en el pasado. Es la nueva normalidad.
Ese entorno, que los supervisores consideran normal, es para los inversores el preludio de una recesión, que no de crisis. Matices aparte, tanto la una como la otra suenan mal. En el caso de los inversores, ya hay quien considera que ha comenzado en Estados Unidos la recesión prevista para el 2020 y que, por tanto, la Reserva Federal bajará los tipos de interés en 25 puntos básicos a la vuelta del verano y recortará los tipos en tres nuevas ocasiones y en la misma cuantía en el 2020.
En el caso del BCE , las previsiones son que este año bajará diez puntos el precio al que les cuesta a los bancos depositar el dinero allí, escalonará el precio al que cobran esos depósitos sobrantes o relajará los requisitos para aceptar activos que el BCE comprará a los bancos. Expectativa que se ha reforzado tras conocer a la nueva presidenta de la institución . Cabe recordar que el BCE y los bancos centrales nacionales de los países de la zona del euro ya han prestado cantidades ilimitadas de dinero a los bancos comerciales en respuesta a la crisis financiera.
La consecuencia de esto es que los bancos disponen en la actualidad de 1,2 billones de euros de reservas en el BCE penalizadas al 0,4%, cuantía muy superior a la que están obligados a mantener en la cuenta del BCE y que asciende a cerca de 130.000 millones de euros , que no se remuneran. A esta cifra hay que sumar cerca 600.000 millones depositados bajo la modalidad de facilidad de depósito. En resumen, 1,8 billones de euros de los bancos están penalizados por los tipos negativos del BCE.
Pero, además, desde 2015, y para que la liquidez no sea un problema, el BCE ha comprado bonos de los participantes en el mercado mediante un programa ampliado de compras de activos (APP, por sus siglas en inglés) y adquiere distintas clases de activos -como deuda pública, valores emitidos por instituciones europeas supranacionales, bonos corporativos, bonos de titulización de activos y bonos garantizados- a un ritmo mensual de entre 15.000 y 80.0000 millones.
La conclusión de todo lo anterior es que hay más dinero, o liquidez, en el conjunto del sistema bancario de lo que es estrictamente necesario. De hecho, el balance del BCE ya ha marcado un nuevo máximo en los 4,705 billones, más del doble del que mantenía cuando empezó el programa de estímulos en marzo de 2015. Supone en torno al 40% del PIB de la Eurozona y está muy por encima del máximo que llegó a tener la Reserva Federal, 4,28 billones de euros, en diciembre de 2016, un 20% del PIB .
El nivel más alto está en el Banco de Japón, el que más deuda concentra respecto a su economía, con un balance de 4,44 billones de euros, un 90% de su PIB . Es el dinero que la economía real no digiere, aunque sea «gratis».
Por si no fuera suficiente, se estima que el próximo año el BCE podría comprar 300.000 o 400.000 millones de euros durante nueve meses, tanto de activos públicos como privados, tras anunciar en diciembre del año pasado que se terminaba el programa de compra de deuda. A pesar de eso, es un programa activo porque se reinvierte íntegramente el principal de los valores adquiridos que vencen.
Si la nueva normalidad es inundar de liquidez al mercado de manera indefinida para animar la demanda y esta no responde, es señal de que falla la política económica, y, para compensarlo, la política monetaria se usa como anestesia.
Por tanto, es preferible la vieja normalidad , donde bienes y servicios tienen un precio coherente con los tipos de interés, que este exceso de «dinero gratis» que no acaba de ser productivo y probablemente encubre el precio real de las cosas.
Llamar a esto la nueva normalidad y conformarse es como considerar normal competir en el Tour de Francia pedaleando sobre bicicletas con los neumáticos pinchados. Sería un espectáculo penoso, por mucho empeño que se pusiera en llamarlo la nueva normalidad.
Carlos Balado es periodista y director general de Eurocofin
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete