Hazte premium Hazte premium

La caza del mirlo blanco y un disparo de Merkel al centro de la diana

La canciller advierte a Zapatero que las cajas de ahorros se equivocan si pretenden sacar capital exclusivamente de los fondos soberanos del golfo pérsico

josé antonio navas

En los tiempos de la abundancia las grandes empresas españolas tenían la costumbre de firmar pingües contratos con todos los head-hunters del mercado para controlar a sus directivos más talentosos y evitar que recibieran ofertas de la competencia. Ahora, en momentos de necesidad, lo que se buscan son bancos de inversión dispuestos a negociar y, a poder ser, asegurar la venta de participaciones financieras a potenciales socios sin vocación de permanencia en los órganos de gobierno. La caza del mirlo blanco es el nuevo deporte nacional, donde lo importante no es tanto cobrar una buena pieza como pagar el mejor puesto en la montería.

En España se ha abierto la veda y todos quieren ganar la delantera en esa feria de saldos y oportunidades donde cualquier vendepatrias puede adquirir el título de estadista por un plato de lentejas. Hasta el mismísimo Zapatero se ha sacudido sus habituales complejos idiomáticos para lanzarse a la aventura como un Marco Polo postmoderno y ansioso por descubrir las maravillas de Asia. El presidente se ha dado una vuelta por Qatar en un viaje que no necesitaba de muchas alforjas porque el pequeño emirato del Golfo Pérsico no nos sacará de pobres y lo más que pretende hacer es colocar algunos petrodólares en empresas refugio de sectores maduros como la energía y las «telecos».

La memoria es débil y en la nueva era de las tribulaciones son pocos los que están dispuestos a desempolvar la experiencia padecida hace veinte años con KIO y Javier de la Rosa, el viejo Rey Midas de la época, ahora sepultado bajo el más absoluto olvido. La célebre manguera del turbante hizo las delicias de muchos empresarios españoles de tronío, incapaces en aquel entonces de distinguir entre la codicia y la peste hasta que la invasión de Kuwait por las tropas de Saddam Hussein acabó con las expectativas de negocio creadas por una extensa trama de intereses de cuyos nombres nadie quiere tampoco acordarse.

El peligro de tropezar dos veces en la misma piedra es conjurado por la obsesión de captar capital a cualquier precio y, sobre todo, antes de que el vecino ponga también su mercancía en venta. El fenómeno se observa de manera palmaria en el proceso de almoneda instigado por el Banco de España dentro del sector de cajas de ahorros. La llegada de inversores forasteros es la prueba del nueve que se exige para matricular las nuevas fichas bancarias con el visto bueno del regulador y malo será que la carrera desenfrenada por atraer socios no desemboque en una surtida oferta de gangas dentro del sistema financiero español.

Las urgencias son mayores para todos aquellos adoctrinados por unos principios liberales que no pueden admitir la más mínima y transitoria nacionalización de sus flamantes bancos. Es el caso de Rodrigo Rato, que ha regado la ruleta de Bankia, contratando hasta un total de cinco entidades colocadoras a ver si así consigue salir a Bolsa.

La fusión promovida por Caja Madrid y Bancaja es de largo la más acuciada por las amonestaciones públicas que ha expuesto Miguel Ángel Fernández Ordóñez y la pretendida oferta pública de venta (OPV) puede descremar el atractivo de otras entidades que, a duras penas, tratan igualmente de ganarse el favor y fervor de los inversores institucionales. El Banco Base de Manuel Menéndez ya ha comprobado lo que cuesta peinar el mercado y eso va a obligar a romper la fusión de Cajastur con la CAM. De momento, los únicos que han aceptado el desafío bursátil son los impulsores de Banca Cívica, cuya OPS tiene como asesor estelar a Fernando Abril-Martorell, el nuevo hombre fuerte de Prisa que empezó a trabajar en el proyecto cuando era presidente de Credit Suisse en España.

La entidad que capitanean Enrique Goñi y Antonio Pulido es la gran pionera de la reconversión de las cajas de ahorros y su órdago representa una prueba piloto para todo el sector. Los verdaderos test de estrés deben superarse en el terreno de juego y es ahí donde las entidades de crédito van a tener que echar el resto si quieren remontar ese partido del siglo que es arbitrado desde hace tiempo por Angela Merkel y demás referees comunitarios.

La canciller ha puesto los cinco sentidos además de su intuición femenina para vigilar el reparto accionarial de las entidades fusionadas, recordando a Zapatero que Alemania ha invertido en la banca española más de 120.000 millones de euros. Con estos poderes no sería de recibo que las cajas de ahorros desplieguen la alfombra roja a fondos soberanos de confines exóticos o emergentes, sin dar ni un solo dulce a otras marcas comunitarias que han contribuido a crear tantos nuevos ricos en nuestro país. En pocas y germanas palabras, Merkel quiere que Deutsche Bank tenga también su cuota de participación en la batida del negocio financiero en España y ha apuntado al centro de la diana. Quizá Rato pueda responder mejor al envite si es que Bankia termina celebrando un buen convite en Bolsa.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación