Gabriel Tortella
¿Economía o ideología, estúpido?
Al menos, desde que hay estimaciones regionales de renta, nunca, hasta la transición a la democracia, había estado Madrid por encima de Cataluña
![Carles Puigdemont y Jordi Sánchez](https://s2.abcstatics.com/media/economia/2021/02/14/51716045-kiMC--1248x698@abc.jpg)
Pandemia o no, el ‘sorpasso’ es un hecho. Desde hace unos cuarenta años, desde que Jordi Pujol empezó a regir los destinos de Cataluña, la renta por habitante madrileña está claramente por encima de la catalana; y en la actualidad, los efectos económicos del ... temible coronavirus se están haciendo sentir más fuertemente en Cataluña que en Madrid. Se habla poco de ello, pero la actual victoria de la economía madrileña es un hecho histórico, probablemente sin precedentes. Al menos, desde que hay estimaciones regionales de renta, nunca, hasta la transición a la democracia, había estado Madrid por encima de Cataluña . Se habla poco hoy de este tema, por aquello de no mentar la soga en casa del ahorcado. Pero creo que merece un momento de reflexión con perspectiva histórica.
Desde que se unieron las coronas de Castilla y Aragón , Cataluña tuvo dos siglos de insignificancia económica dentro de España, algo que se reflejó en un hecho innegable: la población catalana se estancó durante dos siglos. Estuvo en torno al medio millón entre el reinado de los Reyes Católicos y el de Felipe V . Para Cataluña, perder la Guerra de Sucesión en 1714 fue una bendición económica, como hubiera predicho el economista estadounidense Mancur Olson, y como les ocurrió a Japón , Alemania e Italia tras la Segunda Guerra Mundial y al sur de Estados Unidos tras perder la Guerra de Secesión en 1865. La abolición de los viejos fueros catalanes (que algunos llaman pomposamente ‘constituciones’) por Felipe V tras la Guerra de Sucesión, «el desescombro de privilegios y fueros […] benefició insospechadamente a Cataluña», como escribió Jaume Vicens Vives . Un fenómeno parecido se observa en toda la Europa occidental a lo largo del siglo XVIII : el arrumbamiento de las viejas regulaciones medievales por los ‘déspotas ilustrados’ estimuló el crecimiento económico.
Pero hubo más beneficios: al integrarse económicamente Cataluña en el imperio español, su naciente industria se benefició del acceso a los mercados de lo que los fabricantes catalanes un siglo más tarde llamarían ‘las ricas comarcas ultramarinas’; a ello se añadió la protección comercial que el primer Borbón estableció para la industria textil, que también benefició señaladamente a Cataluña. A partir del reinado de Felipe V, tan criticado hoy por los nacionalistas, la economía del Principado se despegó de la del resto de España y durante tres siglos ha permanecido a la cabeza. También la población catalana creció más rápidamente que la española. Esta situación de superioridad económica se prolongó, más o menos, hasta tiempos recientes. Hoy, tras cuarenta años de política nacionalista y separatista, la economía catalana está siendo superada, en términos por habitante, no sólo por la de Madrid, sino también por la de otras comunidades, como el País Vasco y Navarra .
La prosperidad despertó en Cataluña un sentimiento de superioridad con respecto al resto de España que desembocó en catalanismo, nacionalismo y separatismo , movimientos que se hicieron sentir desde los inicios del siglo XX. Olvidaban los ufanos catalanistas que la superioridad económica era en gran parte debida al proteccionismo arancelario que, sólo en los productos textiles, más caros que los de importación, costó al resto de España cerca del 1% de la renta nacional en el siglo XIX.
Desde la Guerra Civil , sin embargo, se ha ido produciendo un fenómeno de convergencia económica que arroja serias dudas sobre el pretendido ‘hecho diferencial’ que tanto ha salido a relucir desde que Cambó puso el término en circulación. Otras economías regionales, las ya citadas más las de Aragón , Baleares , La Rioja y Valencia , han crecido a mayor ritmo que la de Cataluña. Esto se debe no sólo al fenómeno tan común de la convergencia, sino, especialmente en las últimas décadas, a una descaminada política económica impuesta por los gobiernos nacionalistas y separatistas. La obsesión independentista, y la atención casi exclusiva a los temas políticos relacionados con ella, han perjudicado gravemente a la economía catalana. En una Europa que pugna por lograr una creciente integración, el separatismo desentona gravemente y la inversión se resiente. Ya lo vimos tras la absurda proclamación de independencia en 2017. Las empresas huyeron de Cataluña en masa. Como dijo Vicens Vives sobre la Guerra de Sucesión, los catalanes «lucharon contra la corriente histórica y esto suele pagarse caro». La historia se repite. Paradójicamente, muchos catalanes, sometidos desde la escuela a una propaganda separatista incesante, se niegan a ver la realidad económica y atribuyen a ‘ Espanya ’ un estancamiento económico que se debe casi exclusivamente al separatismo. Como dice el moderno adagio, ‘si no lo creo, no lo veo’. El principal problema no es la economía, estúpido. Es la ideología.
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