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De la Rúa busca apoyos para su nuevo paquete de medidas económicas

A tres semanas del fracaso en las urnas del Gobierno, el presidente, Fernando de la Rúa, enarbola, a paso lento, la bandera de la «renegociación» y la convierte en palabra clave, para hacer frente a la deuda externa, recuperar el diálogo roto con los gobernadores y hacer público un paquete de medidas que favorezca la reactivación de Argentina.

El plan del Gobierno para reestructurar una deuda externa que supera los 150.000 millones de dólares, discurre en una nebulosa llena de misterios. El objetivo es alargar plazos y reducir tasas de interés pactadas, lo que supondría un ahorro de unos cuatro mil millones de dólares al año, pero el camino para lograrlo es un misterio sin desvelar.

Esta situación ha provocado que, una vez más, se hable de la posibilidad de suspensión de pagos. De la Rúa rechazaba ayer ese extremo en el diario «Clarín»: «descarten todo eso», garantizó. En un intento por tranquilizar a la población y a los mercados, recordó: «A poco de asumir, dije que estábamos ante un abismo económico, social y moral. Hemos estado conduciendo dos años la nave en la tormenta y hoy estamos un poco más lejos del abismo».

En el terreno económico, no opina lo mismo la oposición peronista ni su propio Partido Radical, donde se alzan las voces exigiendo un cambio de rumbo, antes de que el país toque definitivamente fondo, y un despido anticipado del ministro, Domingo Cavallo. En esa línea se han pronunciado compañeros de De la Rúa en la Unión Cívica Radical (UCR), como el ex presidente Raúl Alfonsín o su ex jefe de Gabinete, Rodolfo Terragno, por citar algunos nombres conocidos en España. La semana pasada, y ésta que comienza se repetirá la escena, en el Congreso se intentó anular la delegación de poderes extraordinarios que le concedió el legislativo al titular de Economía en marzo.

La clase política desconfía del presidente al que le quedan dos años más de mandato y ha perdido la poca fe que tenía en el todavía hombre fuerte del Gobierno. Argentina no termina de acostumbrarse a una recesión que se hace eterna, a un índice de desempleo superior al 17% ni a una tasa de pobreza por encima del 30%. El compás de espera para tomar decisiones es un lujo del Ejecutivo y una condena de la población. La falta de mano izquierda de Cavallo para alcanzar un acuerdo con los gobernadores de la oposición, que controlan la mayoría de provincias, ha desembocado en un escenario inédito. Interrumpida la comunicación entre ellos, De la Rúa ha decidido retomar el diálogo «personalmente».

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