Críticas al papel de los sindicatos en el continente africano
Helen Zille, líder de Alianza Democrática, principal partido opositor de Sudáfrica, denuncia que los representantes sindicales corren el riesgo de quedarse anclados en la década de los 50
Duras críticas al papel de los representantes laborales en el continente africano, durante las celebraciones del Día Internacional de los Trabajadores.
En Sudáfrica, Helen Zille , líder de Alianza Democrática, principal partido opositor del país, denunció este martes que los sindicatos del país “ahogan las esperanzas” de los desempleados al impedir su integración en la sociedad.
“En la actualidad y de forma trágica, el Sindicato de Trabajadores de Sudáfrica (Cosatu) trabaja en contra de las personas en paro, al mantenerlos al margen de la sociedad e impedir su búsqueda de empleo”, aseguró la líder opositora.
Para Zille, “Cosatu (quien forma la triple entente de gobierno con el Congreso Nacional Africano y el Partido Comunista) corre el riesgo de quedarse anclado en el modelo británico de hostilidad hacía los obreros de la década de los 50”.
La pasada semana, Alianza Democrática inició una ronda de negociaciones en la provincia de Western Cape (en donde es la más destacada fuerza política) con los principales representantes laborales y sociales de la región, encaminada a aportar soluciones a la abrumadora crisis económica que atraviesa el país: tasa de desempleo cercana al 24% y un sueldo mínimo interprofesional (para trabajadores en granjas) de 1.503 rand (algo menos de 150 euros).
El Sindicato de Trabajadores no asiste
Paradójicamente, el Sindicato de Trabajadores de Sudáfric a no participó en este foro económico.
Aunque el caso no es único. En 2008, la propuesta del Gobierno de Tanzania de aumentar el salario mínimo de 40 a 120 euros fue rechazada tanto por la patronal como por la “Confederación de trabajadores de la industria” al ser una medida que posibilitaría la perdida del empleo ya creado. Para este organismo, aumentar los salarios tan sólo crearía más inflación y con ello la destrucción del trabajo. Una aporía a la que también se agarra Zimbabue para impedir una legislación que garantice unos derechos mínimos a sus trabajadores. Pero con un 90 por ciento de desempleo, no parecen las naciones más adecuadas para dar lecciones de economía.
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