El secreto mejor guardado de la boda de los Príncipes de Asturias

Para la empresa de Cascajares que puso los capones en las mesas del banquete nupcial, el 22 de mayo de 2004 fue el primer día de un nuevo futuro de éxito

El secreto mejor guardado de la boda de los Príncipes de Asturias efe

ana verónica garcía

25/05/2014
Actualizado 26/05/2014 a las 12:34h.

Hace diez años aún estábamos en plena resaca de la boda Real entre Su Alteza Real Don Felipe de Borbón y Grecia y la periodista Letizia Ortiz Rocasolano celebrada en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena de Madrid . Poco queda ya que contar de ese día que no se haya contado ya en las crónicas periodísticas, excepto por un detalle. Aquel día, «supuso un antes y un después en la historia de Cascajares », revelan los responsable de la empresa dedicada a elaboración de viandas y delicatessen varias.

En mayo de 2014, hablar de Cascajares es sinómino de gourmet y prestigioso en el mundo de la gastronomía. Sin embargo, hace 10 años la situación era muy diferente, este negocio radicado en Palencia es «posible que Cascajares hubiera llegado a desaparecer porque el que era hasta entonces nuestro canal de venta (la hostelería de nivel medio-alto) fue luego fuertemente golpeado por la crisis». Fue la boda de los Príncipes de Asturias los que les salvó de ese final. Y, en este caso, no fueron perdices sino capones lo que comieron los protagonistas de este cuento, que aunque parece de hadas es muy real.

Según relatan los responsables de Cascajares en su página web, todo empezó con el compromiso de Don Felipe y Doña Letizia y el inicio de los preparativos de tamaño evento que atraería a España a algunas de las más grandes personalidad mundiales y las miradas del munto entero estarían pendientes de lo que ese día ocurriera en Madrid y de todo lo relacionado con el enlace.

Cuando el restaurante «Jockey», uno de los más exclusivos de Madrid en aquel momento - lamentablemente tuvo que cerrar sus puertas en 2012 -, ganó el concurso para la gestión del banquete, Alfonso Jiménez, fundador y presidente de Cascajares, llamó inmediatamente a los cocineros del «Jockey» para convencerles de que la mejor opción para una comida tan importante era el Capón. «Ellos ya conocían el producto porque eran clientes nuestros, además una carne de ave era “políticamente correcta” con todas las culturas y religiones de los invitados», explican.

Después de innumerables reuniones, Jiménez llegó hasta la Casa Real, quienes le confirmaron que los novios habían decidido que «nuestros capones estarían como plato principal del menú» y, aseguran que, en parte, fue gracias a la Obra Social de la empresa, «por muchas preguntas que nos hicieron en aquellas reuniones». Así el día 22 de mayo de 2004, los más de 1.200 comensales llevaban a su boca el «Capón Cascajares asado al Tomillo con frutos secos» en el enlace Real.

Y el día del banquete llegó, «Jockey» cocino en sus cocinas con su receta propia los 600 capones que habían enviado desde Palencia: asado al tomillo con frutos secos. Además, otros 200 se los quedaron, los envasaron al vacío y los enviaron a periodistas y otras personalidades que ese día cometnarían la boda Real.

La perseverancia de Alfonso Jiménez dio resultado. Dos días después de la boda, recuerdan, «había 20 personas en la puerta de la fábrica queriendo comprar capones y los teléfonos no pararon de sonar en días» y reconocen que «el 24 de mayo comenzó una nueva historia en Cascajares», en la tuvieron que abrir una nueva fábrica, pudieron entrar en el canal de alimentación con el Capón de Navidad y emprendieron un nuevo camino fuera de nuestras fronteras.

Lograr que los capones de Cascajares estuvieran en las mesas del banquete nupcial ese 22 de mayo de hace diez años les llevó a alcanzar el éxito pero que «siempre» agradecerán a «los Príncipes de Asturias y su boda» como afirman en su web.