Suscríbete
Pásate a Premium

110 motivos para admirar a españa

Un país abierto por vacaciones

Casi 60 millones de turistas visitan cada año España, que ya ha dejado de ser sólo un destino de «sol y playa»

Un país abierto por vacaciones reuters

fernando pérez

Llanuras infinitas dibujadas bajo un deslumbrante cielo azul, majestuosas montañas apenas perfiladas en la lejanía, crepúsculos radiantes grabados a fuego en el horizonte, noches estrelladas para volver a creer que quizás aún merece la pena soñar, amaneceres tibios en los que encontrar sentido a las promesas... Olor a azahar y hierbabuena, a romero y jazmines , ciudades encantadas y gentes encantadoras, incluso en tiempos de feroz desencanto, vestigios medievales y exposiciones temporales, un pedazo de infancia correteando por la orilla de una playa que entonces parece infinita, como el tiempo, verdes veredas en las que recobrar al menos un pedazo de misterio, calles de Madrid, barrios de Barcelona, la Alhambra vista desde el Albaicín, Santiago y el sentido del Camino... «Se respira en el ambiente de España una fuerza, un ímpetu, una claridad que hacen inconfundible su paisaje con paisaje alguno», escribió Azorín. Un paisaje que forja una cultura y forma y define un carácter, una tierra que tiene alma y es hermosa en su fulgor o en su sobriedad, con sus golpes de luz y sus zonas de sombra.

Así es España, y por eso resulta algo simplista asegurar que casi 60 millones de personas de todo el mundo nos visitan cada año sólo por la infalible ecuación de «sol y playa». Sí, el turismo en nuestro país aún es eso, muy seria sería la insolacion para negarlo, pero también es mucho más. Es fútbol en la plaza del pueblo y golf en el exclusivo complejo vacacional, cerveza en el chiringuito y cena en un restaurante de fama mundial, fiesta mayor y una visita al Prado, la ventura del vuelta y vuelta en la toalla y un lugar para encender la aventura, macrodiscoteca o Johnny Marr en el FIB, excursión a ese pueblito de la sierra o día de compras en la ciudad, reunión de trabajo o lanzarse Sierra Nevada abajo... Atendiendo al viejo axioma de renovarse o morir , el sector turístico ha sabido adaptarse a la nueva realidad de un mercado que exige más y mejor oferta. El sol sale para todos, incluidos muchos destinos similares, pero en España todavía brilla más.

A pesar de que la crisis mundial se resiste a sacar el billete de vuelta, el año pasado visitaron nuestro país 57,7 millones de viajeros, un millón y medio más que el ejercicio anterior (+2,7%) y muy cerca del máximo histórico alcanzado en 2007 (58,7 millones de llegadas). España, que ha mantenido el trasvase de turistas provocado por la primavera árabe en 2011, acumula tres años consecutivos de subidas y se ha consolidado como la cuarta potencia mundial en recepción de visitantes, sólo superada por Francia, Estados Unidos y China, a la que pisa los talones. Y no sólo vienen, los turistas también repiten. El 80% de los viajeros vuelven al menos una vez a España, y un 40% regresa en diez o más ocasiones.

Una historia de éxitos

«La historia del turismo en España es una historia de éxitos», aseguraba recientemente el ministro de Industria , José Manuel Soria. Es innegable que el sector, que representa en torno al 10% del PIB español, ha sido uno de los principales alimentos de la sala de máquinas de nuestra economía desde hace más de medio siglo. El primer capítulo de esa historia comenzó a escribirse en 1959. Además de dictar el punto y final de la autarquía, el Plan de Estabilización Económica fue el kilómetro cero del «boom» que el sector vivió , no siempre de forma ordenada, en los años sesenta al calor del ocio que reclamaba una Europa postbélica completamente reconstruida. En 1960 el número de visitantes ya superaba los seis millones. Espoleado por unos precios asequibles, el crecimiento fue continuo hasta que la recesión de 1973 y el incierto periodo hacia la transición democrática echaron el freno de mano.

Pero en la segunda mitad de la década de los 70, los turistas nacionales también comenzaron a poner sus sombrillas en las playas. El impacto económico de ese hito sólo es equiparable, más allá del mito landista de suecas despampanantes, a su valor sociológico. De repente, a los españoles se les había abierto, de par en par y en su propia casa, una gigantesca ventana con vistas a otras culturas y costumbres.

Cambio de modelo

Los años noventa también arrancaron bajo la alargada sombra de otra recesión, pero la entrada de España en la UE acabó convirtiéndose en otra palanca para un sector que, atento a las inequívocas muestras de agotamiento del modelo , comenzaba a explorar nuevas vías. Y la hoja de ruta parece llevar a buen destino. El gasto turístico (entre nacionales y extranjeros) alcanzó el año pasado la cifrá récord de 55.594 millones, un 5,7% más que en 2011 y un 20% superior a los niveles previos a la crisis. España ya es la segunda potencia mundial en ingresos turísticos.

Reino Unido, Francia y Alemania siguen siendo los principales mercados emisores, s umando del 55% de las llegadas y el 46% del gasto, aunque el objetivo ahora pasa por atraer a viajeros de países emisores no tradicionales, en especial los de las potencias emergentes, con un elevado poder adquisitivo y nivel de gasto. Recuperar el mercado de viajes y reuniones de negocios , que acumula dos años consecutivos de caídas, reducir la estacionalidad y acabar de explotar todas las posibilidades del turismo cultural y de interior son otras prioridades de un sector ajeno a recesiones y depresiones. Quizás porque conocer y querer son dos verbos que se conjugan simultáneamente cuando se habla de España.

Un país abierto por vacaciones

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación