Tenis
Sinner consolida la dinastía italiana en la Copa Davis
Tras la victoria de Berrettini, la estrella tumba a Griekspoor (7-6, 6-2) y da al país transalpino su segunda 'Ensaladera' consecutiva
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Sinner celebra el triunfo italiano en la Davis
Hubo mucho honor en la actuación de Países Bajos, invitado sorpresa en la fase final de la Copa Davis, pero el orgullo naranja no fue suficiente para derrotar a Italia que, con superioridad, conquistó su segunda 'Ensaladera' consecutiva, el primer país en conseguir tal ... hazaña desde República Checa en 2012 y 2013. Fue fantástico el hacer de Berrettini en el primer duelo de la final pero, como era de esperar, Jannick Sinner fue el héroe del triunfo transalpino. Le tocó al diamante inexpresivo vérselas con un Griekspoor que, por momentos, incomodó al italiano como nadie había conseguido en esta temporada. Valentía que no alcanzó para minimizar a Sinner, que se aupó en su infalible saque directo y fortaleza mental para consolidar la dinastía italiana en la Copa Davis.
La tarde malagueña se había convertido en un espectáculo de lo más apetecible, si uno era italiano, tras el triunfo de Berrettini en el primer envite de la gran final de la Copa Davis. Poco le importó al romano enfrentarse a Van de Zandschulp, último verdugo de la carrera de Rafa Nadal, pues dominó el duelo a su antojo (6-4, 6-2) y confirmó su espléndido estado de forma al cerrar su participación en el torneo con seis victorias en seis encuentros. Países Bajos, gran sorpresa en el Martín Carpena, mostraba nervios. No podía fallar y en el túnel de vestuarios esperaba Jannik Sinner, un tenista, un monstruo más bien, contra el que muy pocos han encontrado antídoto.
El pelirrojo salió en tromba, mandaba a Griekspoor hasta prácticamente las gradas para luego ejecutarle con una suave dejada, como las del mejor Alcaraz. Dijo el australiano De Miñaur, tras caer contra Sinner el sábado, que jugar contra el transalpino es como intentar resolver un puzle, y al neerlandés se le estaban atragantando las piezas a las primeras de cambio.
El campeón naranja intentó cambiar la dinámica con su potente saque, pero Sinner no mostraba fisuras, restaba con maestría y mantenía una pose gélida, como un témpano, más parecido a Borg que a McEnroe pese a su sangre mediterránea. Quizás fue esa pose tímida la que privó a su rival de sentirse inferior y Griekspoor comenzó a sumar buenas acciones, a moverse con agilidad y a contestar con contundencia desde cualquier parte de la pista. Estaba cerca en el electrónico y, por sorpresa, consiguió poner el 5-5 en el primer set.
Sin embargo, las buenas noticias fueron fulminadas por una tormenta, por un ejercicio sublime de Sinner en el saque. Todas sus bolas eran imperceptibles para Griekspoor, no había forma humana de organizar un contraataque digno, pero hay que reconocerle al neerlandés que sabe sufrir, es capaz de rehacerse, y, por segunda vez en la tarde, incomodó tanto a Sinner que llevó el duelo hacia su primer 'tie break'. En esa asfixiante batalla, Sinner salió como vencedor (7-2), pese a que su enemigo había encontrado un camino para hacerle daño. La clave del lance sería si este conseguiría retomar esa ruta en la segunda manga.
Apretaban los 'tifosi' en el Martín Carpena porque Griekspoor no cedía ni un milímetro, y esos cánticos, esa efervescencia en las gradas, propulsó a su compatriota hacia el 'break'. Sinner hacía pagar muy caro los pocos errores que cometía el holandés y la 'Ensaladera' se acercaba cada vez más al país transalpino. Tal era la tensión provocada por Sinner que Griekspoor necesitó ser atendido, aunque de manera breve, por unos problemas en su muñeca izquierda. Que no confundan sus vacías expresiones o su rostro de niño bueno. Sinner es un auténtico depredador y no desaprovecha ninguna oportunidad para marcar territorio.
A base de sartenazos y talento, el representante naranja salió de un bache que parecía definitivo. Una dejada con la raqueta a ras de pista levantó con unanimidad a los aficionados, fascinados con la virulencia del tenista neerlandés, que bombardeaba a su oponente con saques que superaban los 200 kilómetros por hora. Sinner incluso mostró algo de humanidad al golpearse ligeramente con la raqueta en la cabeza. Mandaba en el marcador, pero sufría.
Una vez más, el italiano encontró refugio en el saque directo y, ahora sí, Griekspoor se fue al suelo. No aguantaba el excelso nivel de Sinner, lanzado a por la victoria, con una ambición inabarcable y sembrando el caos en la mente de su enemigo. El resultado fue inevitable y la fiesta italiana en Málaga fue total.