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Wimbledon

Lo de Nadal no tiene lógica

Cuartos de final

El balear, mermado por una lesión abdominal desde el segundo set, se levanta ante el dolor y ante Fritz y jugará la semifinal contra Kyrgios tras cuatro horas y veinte minutos

Nadal: "Estoy preocupado. Algo no está bien"

Djokovic, a semifinales con una lección y una advertencia

Rafael Nadal, durante su partido ante Fritz AFP
Laura Marta

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Ganar en Australia después de seis meses de parón, ganar Roland Garros con un pie sin sentido, ganar a Taylor Fritz mermado por un problema abdominal desde el segundo set y sin poder sacar apenas durante una hora larga solo tiene una explicación: Rafael Nadal. Es su lógica contra la del resto del mundo. En semifinales de Wimbledon tras otra batalla ganada al dolor. Sí, jugaba Fritz, pero ni siquiera sus 19 saques directos ni sus buenas maneras a toda potencia y velocidad eran tan afiladas como el peor rival de Nadal, las lesiones.

Wimbledon

Cuartos de final

  • Rafael Nadal
  • 3 7 3 7 7 (10)
  • Taylor Fritz
  • 6 5 6 5 6 (4)

    Encogido sobre sí mismo, manos a las rodillas y ceño fruncido es la imagen que deja Nadal a la hora de partido. Un gesto extraño por el que tiembla la Pista Central porque a partir de ese momento el movimiento del saque no es ni fluido ni completo. Algo pasa en la zona abdominal. Es un partido también extraño, 6-3 para Fritz y 4-3 en el segundo set para el español, que ha ganado este último juego porque el estadounidense se ha asustado al verlo así. Como la grada. Enel descanso, cinco minutos de atención médica en el vestuario. Dudas, rumores, Londres, rendido al español, sufre por él.

    A la vuelta del médico, Nadal ni mira a la grada, tampoco al palco, que le grita, su padre y Carlos Costa, que se retire, pero fija los ojos en el suelo y a continuar, como pueda. Es la enésima guerra que libra contra el peor de sus rivales, y tiene experiencia.

    Imagen principal - El balear comenzó sufriendo dolores en el abdomen en su partido ante Fritz, se repuso y acabó celebrando el pase a las semifinales de Wimbledon tras superar al norteamericano en un tie break de un quinto set agónico
    Imagen secundaria 1 - El balear comenzó sufriendo dolores en el abdomen en su partido ante Fritz, se repuso y acabó celebrando el pase a las semifinales de Wimbledon tras superar al norteamericano en un tie break de un quinto set agónico
    Imagen secundaria 2 - El balear comenzó sufriendo dolores en el abdomen en su partido ante Fritz, se repuso y acabó celebrando el pase a las semifinales de Wimbledon tras superar al norteamericano en un tie break de un quinto set agónico
    Un Nadal épico. El balear comenzó sufriendo dolores en el abdomen en su partido ante Fritz, se repuso y acabó celebrando el pase a las semifinales de Wimbledon tras superar al norteamericano en un tie break de un quinto set agónico Agencias

    En los primeros días de Wimbledon, hubo bandas médicas en la parte abdominal, por las agujetas de tener que agachar y flexionar más las piernas en esta superficie, aseguraba el balear. No parecían agujetas esta vez, rostro serio, cejas hundidas, ni un puño ni una sonrisa. Todo lo contrario, gestos de dolor, de rabia incluso que la grada quiere despejar con ánimos. Aquí también como en París, el cariño es sincero, en verde, multiplicados los 'Vamos, Rafa' con acento británico. Y decía Francis Roig en la previa que no se podían sacar datos de aquel encuentro contra Fritz en la final de Indian Wells, porque el español jugó con un dolor insoportable en las costillas. Como una pesadilla, este encuentro recuerda demasiado a aquel, en el que el dolor vuelve a aguijonearle con más celo que el propio rival. Fritz y una lesión en las costillas cortaron la racha de 20 triunfos a principios de curso en aquella final; Fritz y una lesión abdominal se presentaban para cortar otra racha de once triunfos, y en Grand Slams. Pero esto es Nadal.

    Hasta aquí había sido un partido de máximos y mínimos. Como un ciclón al inicio ante un Fritz que luce banda médica en el muslo izquierdo y cierta inocencia en su planteamiento. El 14 del mundo le deja jugar, demasiado, pues hay poca intención en sus golpeos: le basta con ponerla en juego. Pero no basta con Nadal, que llega perfecto para atacar de lado a lado y rematar con la derecha. Limpio el sonido que sale de su raqueta. Refugiado el estadounidense en un saque liftado y un peloteo sin mordiente es un 1-3 con break en un suspiro. Pero se activa y cambia el paso. A 220 kilómetros por hora, al español le cuesta encontrar la respuesta rápida y empiezan las desconexiones, el dolor.

    Sin saque

    Son ocho errores no forzados y un saque al 56 % de efectividad, derechas abiertas que se van al pasillo y reveses que se quedan en la red. Parece que tiene prisa el español y es Fritz el que aprieta, ahora sí el pegador que esperaba el personal. El guion pasa de lo que diga Nadal a lo que pueda hacer Nadal: 37 minutos para un 6-3 del estadounidense, parcial de 4-0. Extrañeza en la grada que se multiplica porque el segundo set comienza como el primero. Nadal repercute y repercute con su derecha cruzada sobre el revés de Fritz y este regala más de lo debido.

    Pero llega el gesto, el susto, el Nadal que saca al ralentí, se lleva el ánimo de la grada, que parece querer curarlo con aplausos. Le han pedido que se retire, pero incluso ellos, o sobre todo ellos, son conscientes de que pedirle eso a Nadal es complicado. No se retiró en 2005 con un pie en estado crítico, no se retiró en la final del Abierto de Australia 2014 con un problema en la espalda, no se retiró en la final de Indian Wells 2022 ante Fritz con un problemón en la costilla; no se retirará ante Fritz en estos cuartos de Wimbledon; hay pundonor, pasión, darse otra oportunidad. La que sabe que no tendrá si se retira.

    Con mil y un recursos, con mil y una batallas firmadas en su piel, con el orgullo por ley y guía durante toda su carrera profesional, Nadal aguanta en pie, suple la merma en el saque con inteligencia, que también hay un buen arsenal, bolas teledirigidas a las esquinas. Enloquece a Fritz, que tampoco entiende cómo jugar ante un rival que está herido y que, sin embargo, le aguanta todo y mejor en cada punto. Tocado, cabeza apoyada en la valla del fondo, pero no hundido.

    Nadal abandonó la Pista Central ovacionado por los aficionados EFE

    La inexperiencia, la inocencia, ese puntito que todavía le queda por crecer a Fritz y que evidencia por qué uno y otro están a tantas galaxias de distancias es no saber jugar en estas condiciones, fallar cuando no se debe, sin presión en contra. Un error de bulto en el duodécimo juego, a pista vacía, con el que Nadal despierta la ilusión de la central: el segundo set es para él, agarrado al partido por corazón.

    No hay saques más allá de los 140 kilómetros por hora, si llegan. Es un martirio y el gesto no mejora, pero ahí está, obligando a Fritz a crecer si quiere ganarle. A medio gas todavía consigue tres juegos del tercer set. A tres cuartos de gas rompe al inicio del cuarto set y confirma a golpe de dejadas. Sebastián Nadal se ríe. Este es su hijo. Inexplicable.

    Aguanta y resurrección

    No hay lógica posible salvo una pasión desmesurada por lo que hace, hasta el límite y más allá. Aguanta, aguanta, aguanta. Como Djokovic ante Sinner, sabe que habrá una oportunidad. Nadie como ellos para saber estudiar al rival, sus debilidades, sus inconsistencias, su inocencia todavía en estas guerras.

    Recuperado como por milagro sus derechas cruzadas vuelan para apuntillar a Fritz, tres juegos consecutivos y paseo al vestuario para cambiarse la camiseta. A la vuelta, es el Nadal que se puso a entrenar en hierba apenas seis días después de un tratamiento en el pie, el Nadal que fue recordando cómo se juega en Wimbledon, el Nadal que se puso a tono para enfrentarse a la segunda semana, el Nadal que desprendía ilusiones con otro buen resultado, el Nadal inexplicable.

    Es verdad que a Fritz le queda por crecer. Juega muy bien, pero le falta esa consistencia que condena a muchos de los más prometedores. Esa madurez que a otros les hubiera bastado para rematar al herido Nadal en el segundo y el cuarto set y que, sin embargo, permite renacer al español, al que se le ha olvidado el dolor y ya no hay ni un gesto malo. Incluso saca ya con potencia y la derecha abierta, que fallaba tanto al inicio, es una máquina de hacer puntos.

    Puede fallar el cuerpo, pero la cabeza es la mejor del circuito. Y en el tie break deja otra prueba de ello. Estuvo en noviembre con un pie fuera del tenis. Estuvo a las cinco de la tarde londinense fuera de Wimbledon. Está a las siete de la tarde, cuatro horas y cuarto de pelea contra sí mismo y contra Fritz, en pleno apogeo, maestro de maestros en gestionar el dolor, los nervios, los límites, la lógica: 10-4 para culminar otra tarde de orgullo y Nadal.

    Porque por esto, que no son los 22 Grand Slams ni es ningún dato comparable con nada, es el mejor entre los mejores. Ganar sin jugar bien, ganar con el cuerpo lleno de cicatrices crónicas y también de las que salen puntualmente, como esta. Es aguantar hasta que pase el dolor o hasta que le venza del todo. El rival también está, pero se libra una batalla más interna que externa. Es Nadal contra sí mismo.

    «No sé cómo lo he hecho. Disfruto mucho jugando estos partidos con todo vuestro apoyo. Ha sido una tarde dura contra un rival duro, al que le deseo lo mejor. No ha sido un partido fácil, y estoy feliz de estar en semifinales. Eso es todo. Hay algo que en el abdominal no está bien. He tenido que buscar soluciones de otra manera. He tenido momentos en los que pensaba que no podría continuar, pero la energía de la pista... Gracias por eso«, explicó brevemente a pie de pista. Solo él puede explicarse.

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