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Tenis

Alcaraz, como un rayo a cuartos tras batir a Humbert

El español atraviesa al francés con un tenis directo y lleno de potencia y se impulsa entre los ocho mejores a pesar de ceder otro set en el camino (6-3, 6-4, 1-6 y 7-5 en dos horas y 58 minutos). Su siguiente rival: Tommy Paul

Alcaraz, durante el partido EFE
Laura Marta

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Dicen que después de la tormenta llega la calma, pero para Carlos Alcaraz, después de las nubes que cubrieron su partido ante Frances Tiafoe, llega su propia forma de tormenta: la derecha lidera su paso hacia cuartos y rivaliza en potencia y miedo que provoca con los truenos que acompañan al choque contra Ugo Humbert, 26 años y 16 del mundo. Sin inmutarse por el ruido ni la amenaza al otro lado del techo, Alcaraz atraviesa la ronda de octavos como un rayo, letal, eléctrico y definitivo ante el francés. Eso sí, con marca de la casa que incluye dejadas, muy buenos primeros servicios y un set entregado al despiste. Alcaraz, ni más ni menos. Y en la siguiente ronda, Tommy Paul, que venció a Roberto Bautista por 6-2, 7-6 (4) y 6-2.

Wimbledon

Octavos

  • Carlos Alcaraz
  • 6 6 1 7
  • Ugo Humbert
  • 3 4 6 5

    Wimbledon, que cumple un año más con la tradición de las fresas con nata en la grada y con la lluvia trastocando el calendario de cada jornada, se cobija en la pista central bajo techo, y menos mal porque por momentos el ruido de la tormenta parece amenazar la sobriedad de la cubierta. Y se cobija en un Alcaraz que ya ha puesto el modo campeón en marcha. Rendida también esta grada a los encantos del murciano, es el que querían ver después del susto ante Tiafoe, resuelto el envite porque tiene el español esa capacidad de encontrar la solución al enigma en un chispazo y encenderse cuando ve la puerta de salida hacia la siguiente ronda.

    Ante Humbert, se aplica con más entereza, despierto desde el principio para evitar sorpresas desagradables y obligación de exigirse más, que es ya la segunda semana y hay que guardar fuerzas. Como paradoja, también con el avanzar de las rondas, está Alcaraz más fino. Más activo de piernas, responde bien a lo que plantea el francés, que es bastante en el inicio porque hay un saque estupendo y exigente ya que aprovecha el modo zurdo, especialmente incisivo con los servicios en la ventaja para desplazar al español hacia su revés, pero el francés se va diluyendo en la tormenta en la que se convierte el español con el paso de los juegos.

    Ya en el quinto juego, Alcaraz saca el colmillo. Una rotura para poner las cosas en orden, en su orden, mientras se desordena el cielo, redoble de truenos a las tres de la tarde y tal fuerza del agua que opaca la voz del juez de silla. Pero a Alcaraz le da igual lo que pase de techo para arriba, es él quien ejecuta la derecha como un rayo para llevar a Humbert hacia atrás, para impedirle que le pueda hacer daño con su zurda, para sacar esa bravura ya característica de encontrar buenos primeros saques ante los momentos de tensión, que el francés le aprieta al resto con 0-30 tras la rotura, y obligarse a no bajar la concentración, que hay algún despiste inoportuno despejado con dejadas para no perder la esencia y ganarse un poco más a este público que ya ha elegido nuevo ídolo.

    Hay un buen despliegue de recursos del español, que levanta las nubes y el primer set con seriedad, que no asoma ninguna sonrisa, pero tampoco abatimiento. Empieza a saber 'aburrirse' para controlar el tempo el partido y al rival. Empieza a entender que el premio al final de la semana bien vale esconder las florituras un poco más, que salen solas, pero cada vez más certeras en cuándo, cómo y dónde.

    Le vale con su tenis de fondo de armario, esa derecha que desafía a los truenos y ese revés con el que se pregunta el personal si sería capaz de responderlo alguien. Humbert contesta: no, no se llega a la velocidad con la que Alcaraz juega en esta ronda de octavos; no, no se puede responder a este Alcaraz retador que mete un par de marchas más con esa rotura; que acribilla con un revés paralelo que levanta la cal y al público del asiento; que sentencia el set, al resto, en 41 minutos, con un ejercicio de cortados y aguijonazo letal con su golpe favorito.

    Intenta devolver la calma al partido al francés, cuatro opciones de rotura en el quinto juego, pero son cuatro opciones desbaratadas por un Alcaraz que también es maestro en estos momentos: sacar su mejor letra ante los exámenes de la tensión: una dejada estupenda, un saque directo, una subida a la red, y Humbert se queda en blanco.

    Vuelve a intentarlo el francés, sin perder la esperanza por el momento, pero se ha convertido Alcaraz en un sacador excelente. Ya era bueno su primer golpe, potente y acertado, pero ha ensayado una y otra vez el español para que, además, sea efectivo y singular cuando el rival se empeña en querer tergiversar el guion. Aquí reside parte de su grandeza, la que ha ido adquiriendo poco a poco en estos meses.

    Reconduce una y otra vez Alcaraz el partido hacia donde quiere, bien sea con saques a 215 kilómetros por hora o escorados para que se le tuerzan las lumbares al francés, que a veces tiene que intentar devolver la pelota una vez pasada su línea del cuerpo. Que no quiere despistes ni redoblar esfuerzos el murciano, afinado ya como quiere él y con el partido en su punto. Porque ha perseguido la rotura el francés con ahínco en los dos turnos anteriores, pero quien la consigue, claro, es Alcaraz, y en esos momentos, claro, que lo deciden todo: al resto y con 5-4 a favor. Aquí está la otra parte de su grandeza, la que ha perfeccionado en su presencia en las alturas. Y que venga el siguiente set, y el siguiente rival, a tratar de derribar toda esa grandeza. Porque sentencia a lo Alcaraz, esas locuras que ya maneja por tiempo, espacio y tino: carrera y resbalón para llegar a una pelota, carrera y medio resbalón para llegar a otra, un revés por aquí, lanzado hacia la red ante un remate de nervios del rival y una volea que tumba la de Humbert. Pues eso, que venga el siguiente.

    Este último punto magistral lo deja sin embargo sin fuerzas para los siguientes minutos; los que le cuesta a Humbert meter una pregunta en la Catedral: ¿qué ha pasado? Pasa lo de siempre: un despiste de los gordos, cegado el español con errores y más errores; un bajísimo porcentaje de primeros (66 %) y de puntos con el segundo (30 %), 10 fallos y gestos contrariados y enfados con su palco que se reflejan en los rostros del equipo. Un dejarse llevar que también es Alcaraz, capaz de lo mejor y de que la falta de exigencia por parte del rival, tan controlado el encuentro en los dos primero sets, lo lleven a la desidia. Capaz después de convertir ese set y medio en pura anécdota y marca de la casa. Con 3-4 y 0-40 vuelve, como si hubiera salido de la pista en la hora anterior, y reconduce con la derecha la lógica, su lógica.

    La que dice que el rival lo puede intentar y ganarse el derecho a soñar, pero que aquí se impone Alcaraz cuando él quiera y cuando él diga. Y es con 5-5, rota la defensa del rival, al que lo traicionan los nervios porque lo ha visto muy cerca, que se enreda con un remate demasiado largo y la puerta demasiado abierta a Alcaraz, que entra con una derecha a la línea para quebrar las últimas defensas del francés y sacar para ganar su pase a cuartos. Pues eso, que pase el siguiente.

    «Jugar contra zurdos siempre es un poco complicado. Jugué en Queen's mi primer partido contra un zurdo y aprendí un poco de esos cortados que pueden hacer. Me he sentido genial hoy, creo que he jugado a un gran nivel, he intentado no pensar que era zurdo y poner mi propio estilo». «Ese punto que he hecho para ganar el segundo set... ¿ha sido increíble? He intentado pelear cada punto en todos los sitios en los que estaba de la pista. Darme todas las oportunidades para estar ahí y mostrarle al rival que da igual que haga, que voy a estar ahí. Ese soy yo. A veces gano y a veces pierdo, pero siempre voy a pelearlo», comentó sobre ese punto magnífico del segundo set. «No pienso antes en los golpes que hago, las dejadas de derecha y los willies me gustan mucho, así que intento hacerlos en cada partido. Ahora descansaré para estar al cien por cien y veré alguno de los partidos, pero ya en casa», se despidió el español, ya en cuartos, con la derecha como un rayo que cruzó la Catedral.

    Badosa, derrota con la cabeza alta

    También estuvo cerca de pasar a cuartos Paula Badosa, pero su eterno partido contra Donna Vekic (6-2, 1-6 y 6-4) la dejó tocada tras el último parón por la lluvia. En realidad, debía haber empezado a las 11 hora local, pero hasta dos horas después no pudo saltar a la pista. Y no fue para completar el encuentro, sino para sortear las nubes que, infatigables, cubrían el cielo londinense sin parar de descargar agua. Con el primer parón, sin embargo, Badosa encontró el alivio, pues perdía 5-2 y se levantó para terminar con buenas sensaciones ese primer set a pesar de todo y firmar un 3-0 en el segundo. Al final, un 6-1 y 3-2 antes de que la lluvia volviera a enviar a las jugadoras al vestuario. Y en la reanudación, las complicaciones. «No era fácil por la lluvia, el último parón ya me he notado mucho más el cuerpo. Pero ella ha jugado muy bien», admitía Badosa tras la derrota.

    Sin embargo, quiere quedarse con la parte positiva: «Estoy triste ahora, y es una mezcla de sensaciones, pero me quedo con lo positivo. Creo que ha sido un gran torneo. Seguiré viniendo más años aquí y ha sido una cuarta ronda. Desde el bajón de Madrid creo que todo ha ido mejorando; son partidos de nivel alto, y me falta ese paso de ganarlos». Ya piensa en la gira estadounidense.

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