Ni rastro de Nadal en París

Los franceses, acostumbrados a ver a Rafa Nadal de exhibición en exhibición, no se lo explican, igual de sorprendidos que los especialistas. «¿Qué le pasa a Nadal?», sugiere la prensa extranjera , incapaz de entender que después de las dos primeras rondas el número uno acumule siete horas y 19 minutos en la pista. Tras el maratón ante John Isner , exigido por primera vez a un partido de cinco sets, Nadal sufrió durante tres horas y 18 minutos con Pablo Andújar para vencerle por 7-5, 6-3, 7-6 (3) , una caricatura del jugador que es, lejísimos del nivel que se le conoce. Su equipo busca remedios para preparar el próximo encuentro ante el croata Antonio Veic, 227 del mundo y sorprendente ganador ayer de Davydenko. «No me van mal partidos tan largos. Lo negativo es jugar mal», apunta Nadal .

Le cambiaron de escenario y abandonó las hostilidades de la Philippe Chatrier, una pista en donde directamente no se le quiere, por el encanto de la Suzanne Lenglen, revoltosa la tierra porque ayer al viento le dio por soplar. Pero fue, en mayor medida, el mismo Nadal errático y lento que el del primer día , el mismo Nadal impreciso y tenso, el mismo Nadal que, sin explicación aparente, se ha vuelto vulnerable. Tiene todo el crédito del mundo porque sus resultados y sus formas le avalan, pero los rivales coinciden en que está menos fiero que de costumbre. Entre las malas noticias, una buena: sigue vivo en París y superó una situación crítica en el tercer parcial, en donde se vio con un 5-1 y 40-0 en contra para acabar levantando ocho bolas de set . «Ahí he tenido mucha suerte», admitió. «Primero he tenido un exceso de confianza y luego me he puesto nervioso porque no lo cerraba», confesó su enemigo.

En su pulso ante Andújar, tenista al alza que este año fue campeón en Casablanca, Nadal lo pasó mal, regalando su saque cada vez que se lo rompía al conquense, a regañadientes con su raqueta. Nunca tuvo el control necesario, sus derechas volvieron a ser cortas como el revés , y fue Guadiana por momentos. Ahora sí, ahora no. Los deslices se repiten al tiempo que crecen las malas sensaciones. «Todo el mundo sabe los problemas, pero no la solución. No estoy feliz, pero aquí me tenéis», dijo a modo de presentación después de la ducha. « El problema está en las piernas, pero es consecuencia de la cabeza . Una de dos: o lo supero o me voy a casa. O mejoro o me preparo para el siguiente torneo».

Por detrás cabalga Djokovic, que hoy tiene un duelo durísimo ante Juan Martín del Potro , puesto el serbio como ejemplo por Andújar a la hora de plantear el partido. «Djokovic solo hay uno», señala Nadal, que siente esa presión como algo positivo. Para acabar, frase para la esperanza: «El jugar bien no está tan lejos».