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Masters 1.000 de Madrid

Nadal, un gigante ante Murray

El balear supera otro mar de dudas en el primer set y logra la victoria ante un fantástico escocés

Nadal, un gigante ante Murray afp

laura marta

La confianza tardó en llegar un set. Como ante Mikhail Youzhny , como en todo este torneo de Roma en el que Rafa Nadal se ha encontrado luchando contra sus propios fantasmas. No fue la excepción el difícil test de los cuartos de final: Andy Murray. Pero, como en las rondas anteriores, el balear recompuso las piezas para encontrar su mejor engranaje. Nadal pasa a la semifinal tras la victoria ante el escocés por 1-6, 6-3 y 7-5.

Sin definición. Así comenzó Rafa Nadal. Corría, llegaba, defendía. Pero desde las Antípodas, por lo que se le hizo muy cuesta arriba sorprender al escocés, que aprovechó las dudas del balear para crecerse en Roma. Perdió su primer saque. Desaprovechó tres opciones de rotura en el tercero. Un remate demasiado largo con el punto casi en su puño. Evidencias claras de que el balear estaba muy lejos de su tenis. También de la línea, por lo que apenas podía llevar la iniciativa en los puntos. Ante Murray, un poderoso jugador al que no le cansan los peloteos, Nadal sufrió de nuevo en el Foro Itálico con su servicio -perdió un juego en blanco- y también al resto. No hallaba respuestas a sus imprecisiones ni golpes ganadores y los puntos que conseguía eran fallos del rival. Serios los rostros en el palco de los Nadal y sorpresa en la grada, aunque contenida porque en esta edición del Masters 1.000 de Roma ya se espera del número 1 del mundo una victoria desde la remontada. Como ante Simon , como ante Youzhny.

La afición aplaudió como un título el saque directo que conectó en el sexto juego. Aún así, ni siquiera con 40-0 lo tuvo fácil para evitar el rosco. Nadal ese mostró tan previsible que Murray leyó los golpes sin dificultad. Demasiado agazapado al fondo de la pista, no encontró la salida hasta que vio una luz en la red, a donde subió en dos ocasiones al inicio del segundo set y donde descubrió que podía ser todo lo resolutivo que le faltaba desde el fondo. Y su saque, que por fin volvió para ir por delante en el marcador en el segundo set.

Nueve juegos después, Nadal consiguió su primera oportunidad de break. Lo logró a la segunda, el punto de inflexión que también encontró ante Youzhny y que lo convirtió en el número 1 que todos conocen: el de las derechas ganadoras y el de los «vamos» eufóricos que atraen a la victoria. Comenzaron a entrar los drives cargados de efecto envenenado y las defensas encontraron los huecos con los que molestar al escocés. Los saques fueron por fin salvadores de problemas y conseguidores de puntos gratis. El último juego del segundo set lo cerró en blanco con su servicio. Nadal volvió a ser Nadal.

Una doble falta de Murray en el inicio del tercer set mostró la tendencia en la que había entrado el partido. Pero fue momentáneo porque el escocés midió la estrategia para no dejarse arrastrar por el vendaval balear. Recuperó su saque en el siguiente juego y siguió apretando como si no llevaran dos horas de tensión. También fue a por todas en el tercero y obligó a Nadal a nadar contracorriente con tres bolas de break. Lo mismo que en el sexto, en la que tuvo un 0-40 y logró la rotura en la cuarta opción. Mucho Murray en Roma. Y mucho más Nadal porque se levantó de nuevo, con su saque y al resto, con el que logró el break con 5-5 en blanco. Señal de alegría, de fuerza mental, de superación infinita. De victoria. De semifinal en Roma. El torneo de las dudas disipadas a tiempo.

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