¿Qué pasó con... Paco Barea?
Llegó casi por casualidad al Real Círculo de Labradores con trece años y ahí comenzó la aventura de este canoísta sevillano que adornó su palmarés con tres Juegos Olímpicos (Los Ángeles, Seúl, Barcelona) y 26 títulos nacionales

El canoísta andaluz más importante de la historia, con tres Juegos en su haber, sigue vinculado al deporte, trabajando en el Centro de Alto Rendimiento de la Cartuja (CEAR) y en el Real Círculo de Labradores, su club y su segunda casa, a la que ... llegó hecho un crío sin tener entonces ni idea de que el piragüismo formaría para siempre parte de su vida.
Logró 26 títulos nacionales.
Empecé con trece años y me formé desde cero en el Labradores, sin ser socio, donde me acogieron muy bien. Llegué allí a través de un amigo, Miguel Ángel Puig, y me inicié en la canoa, aunque con catorce años me cambié al kayak, quedando subcampeón de España de cinco mil. Pero al año siguiente volví a la canoa porque mis amigos eran canoístas y yo iba al club a pasármelo bien, no a competir.
Y no le fue nada mal...
El primer año quedé subcampeón nacional en canoa. Con 17 pasé a formar parte del equipo nacional y mi primer año sénior coincidió con los Juegos de Los Ángeles. Yo llevaba ya tres años concentrado, que eran periodos de unos diez meses, con la selección. Desde los 16 añitos fuera de casa. Ésa ha sido mi vida durante once años. Lo dejé porque, tras tres Juegos, ya no conseguía entrar en las finales y con 27 años tenía que buscarme la vida.
Empezó en el Círculo de Labradores y ahí sigue.
Siempre me he sentido del Labradores. En nuestra época había clubes que te hacían ofertas, pero yo sentía que cambiarme era un engaño para todas las personas que habían invertido tiempo en mí, como mis entrenadores. Siempre he sido muy agradecido en ese aspecto.
¿Se cambió los apellidos de orden?
Me han dicho siempre «Barea, Barea»... pues ahora me llamo Barea López, no López Barea. Fui al Registro y lo cambié. Ya el DNI viene con los datos nuevos. Para los que me conocen del club y el CEAR soy «el Barea».
¿Qué significó para su carrera Rafael Pineda?
Mi padre deportivo. Para mí lo ha sido todo. Sentía una pasión tremenda por este deporte y eso nos lo transmitía. También que hay que ser compañeros en todo momento, hasta para transportar el barco cuando se ha acabado. Intentamos inculcar eso, que nos lo inyectó en sangre Rafael Pineda.
¿Siempre compitió en C-1?
Estuve probando en el C-2 que sacó medalla de bronce, de Enrique Míguez y Narciso Suárez, hasta poco antes de los Juegos de Los Ángeles. Faltando dos semanas el entrenador decidió que yo iba al C-1, en 500 y 1.000 metros. En la semifinal del 500, con la grada hasta arriba, pasaban tres y yo iba el cuarto, por detrás del americano, pero arreé y lo sobrepasé. Vaya la que lie yo allí.
Cayetano García de la Borbolla y Pablo Martínez buscarán plaza para Tokio en el Preolímpico.
Son muy jovencitos y tienen la opción de clasificarse. Es un barco rápido y sería un hito histórico. Llegar ahí ha sido un camino muy duro. Aquí no hay nada regalado.
Habría estado bien una Sevilla-Betis de piragüismo...
Se intentó, se intentó... Ahora está Máximo Vela, del Piragüismo Triana, que con los barcos dragones se están haciendo cositas. Pero ahí el remo nos lleva una ventaja tremenda. Ha sabido captar la atención de los clubes de fútbol y la regata tiene ya mucha tradición.
¿Le ha faltado marketing al piragüismo sevillano?
Sí. Nos hemos dedicado a remar y punto. Y no le hemos dado importancia al resto o no hemos tenido gente que haya sabido venderlo.
¿Qué tal con Saúl Craviotto?
Cuando viene al CEAR hablo bastante con él. Da charlas de motivación para empresas y cuando hay visitas de centros escolares explica las cosas que deja a los niños con la boca abierta. Es un bicho inmenso, el mejor embajador de la piragua. Seguramente saque oro o plata en Tokio.
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