¿Qué pasó con... Alberto Molina?
Cuando dejó el remo de alto nivel, con 29 años, ya había sido dos veces campeón del mundo, la segunda en un cuatro sin timonel conformado por remeros del Club Náutico Sevilla

De inconfundible estirpe remera, la pasión por la boga de Alberto Molina, hermano de Carlos y Fernando, nunca se acabó, aunque hizo un paréntesis muy largo antes de regresar al sitio en el que tanto disfrutó compitiendo a un nivel extraordinario.
Decir Molina Castillo en ... Sevilla es decir remo.
En el siglo XX, diría que sí. Mis dos hermanos se retiraron del todo. Yo lo estuve cerca de 25 años y he vuelto hace cinco a remar en veteranos, que ya nada tiene que ver con el deporte de competición.
¿Qué lo llevó a volver?
El hecho de que mis hijos se incorporasen al remo y el deseo de reencontrarme con muchos amigos. La edad pasa factura y tengo una lesión que me impide rendir al cien por cien. El remo, para mi propia salud, es lo más recomendable. Me encuentro remando casi como en el sofá de casa.
¿Cuándo decidió que lo dejaba?
Fue un momento difícil. Yo me quería quitar. Tenía 29 años y en mi cabeza estaba ya encauzar mi vida profesional. Mi último campeonato coincidió con que mi lesión se empezó a agravar y entre una cosa y otra logré desintoxicarme del remo, que no fue fácil porque era como una auténtica droga. La competición te lleva a más y mientras te vaya bien no quieres dejarlo. Lo dejé y fue desaparecer completamente, no ponerme unas zapatillas deportivas, con excepciones, en casi veinte años.
¿A qué se dedicó?
A la docencia. Estudié Geografía e Historia. Estoy feliz. Es mi segunda gran afición junto con el remo. Otra etapa de la vida y aún estoy disfrutando, con la edad que tengo. No tengo intención de dejarlo aunque llegue mi edad de jubilación. Disfruto con mis alumnos preparándolos para la selectividad.
En remo, ¿de quién fue alumno y de quién maestro?
Me enseñó a remar Gaspar Company padre. El hijo fue mi timonel. Mi hermano Carlos estuvo muchos años con nosotros aquí en Sevilla, como Javier Díaz, muy presente. Y a nivel nacional, Bienvenido Front y Patxi Goikoetxea. A nivel directivo tengo un gran recuerdo de Eduardo Briones. Y luego, mis compañeros eternos: Marco, Luis, Fernando, Enrique Briones, y algunos más como Txisun Altuna. El remo ha creado una familia que está por encima de kilómetros y comunidades autónomas.
¿Se acuerda del recibimiento en Sevilla al cuatro sin timonel campeón del mundo del 84?

Me acuerdo del 83 y el 84. En el 83 quizá fue más espectacular porque llegamos tras casi dos meses fuera y no nos esperábamos que el Club Náutico llevara unos pocos de autobuses hasta el aeropuerto. Parecíamos estrellas de cine o de rock y salimos en la portada del ABC.
¿Cómo definiría a sus dos hermanos como remeros?
Carlos es un científico del remo, muy innovador. Fernando Briones dice que fue quien creó el remo moderno en Andalucía. Importó técnicas y metodologías de Centroeuropa que fueron una revolución. Fernando ha sido mi mejor compañero, con el que mejores sensaciones he tenido remando. Una persona constante, muy competitiva.
Dice Carlos que se movía usted en el barco como si hubiera nacido en él.
Antes le he dicho que me sentaba como en el sofá de mi casa. Tenía el movimiento automatizado y le encontré las sensaciones. El remo es entrenamiento y técnica, pero tiene mucho de sensibilidad y sensaciones. Y eso es muy difícil de llegar a alcanzar. Un barco es una pieza muy delicada que pesa la séptima parte de una persona y casi cualquier movimiento lo perjudica. Esa sensibilidad casi que ni se entrena.
¿Sus hijos reman?
El mayor lo dejó y está ahora en la Universidad. El pequeño es cadete, Pablo, con 16 años, y le está yendo muy bien. No me gusta darle consejos, pero lo escucho, le pregunto. No quiero ser el padre pesado. Quiero que disfrute. Está contento y para mí es un orgullo. Es el último de los Molina que queda de momento.
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