TENIS
Renunciar a poco para ganar aún más
Rafa Nadal vuelve el lunes en Toronto para preparar la conquista del inédito US Open

Cuando Rafa Nadal se encaramó por primera vez a la cima del ranking de la ATP, lo hizo a base de jugar torneo tras torneo. Las victorias paliaban el sufrimiento de sus rodillas en pos de destronar a Roger Federer de los altares tenísticos. Fue en agosto de 2008, cuando, tras años de ganar Roland Garros y concatenar esa temporada los triunfos en Wimbledon y los Juegos Olímpicos de Pekín, logró arrebatarle el cetro al maestro suizo.
Sin embargo, el trajín de partidos le acabó pasando factura. En 2009 ganó el Open de Australia, aquél en el que Federer, bañado en llanto, dijo que el español le «estaba matando», pero luego le sobrevino el abismo del cansancio. Se empeñó en jugar toda la gira de tierra: Montecarlo, Barcelona, Roma, Madrid y Roland Garros.
En el torneo parisino sus rodillas dijeron basta y Soderling le hizo quebrarse tras cuatro años de despachar rivales en la Philippe Chatrier. Eso fue en mayo, y no volvió a jugar hasta agosto, cuando retomó la actividad en el Masters de Canadá. Privado de defender título en la hierba de Wimbledon, había sido apeado del número uno del ranking. Hasta abril de 2010 no volvió a ganar un torneo. Era incapaz de ganar a los tenistas del «top 8» y empezaron a revolotear buitres que dudaban de que volviera a ser el campeón que fue. Poco les duró el festín a los agoreros: el toro sólo estaba rumiando una estrategia de dosificación antes de volver a embestir, especialmente ante los «Grand Slam».
Precisamente el descanso tiene mucha culpa del actual dominio de Nadal en el circuito. En años pasados, el manacorí solía jugar una media de 20 torneos al año, pero esta temporada sus rodillas le han hecho entender que, para ser el mejor, también hay que renunciar a algunas victorias. Dejó de ir a su querido Conde de Godó y a la Copa Davis , y la consecuencia fue tan brillante como consumar, por primera vez en su carrera, el triplete de Masters 1.000 que se disputan sobre tierra batida (Montecarlo, Roma y Madrid). Era sólo el calentamiento para su segundo doblete Roland Garros-Wimbledon.
Desde el triunfo ante Berdych en el All England Club el 4 de julio, no ha vuelto a jugar. Lo volverá a hacer desde el lunes, en Toronto. Siguiendo su nueva política, probablemente no juegue en Cincinnati para llegar fresco a la conquista del único «Grand Slam» que se le resiste: el US Open, que empezará en las pistas de Flushing Meadows el 31 de agosto. Sin heridas, Rafa lo tiene todo para conquistar el cemento neoyorquino, tras las semifinales de los dos últimos años.
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