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Esbozos y rasguños

La zanahoria de Ancelotti

«Vaya. Te vi con la lengua fuera y supuse que estabas agotado. Lo siento de veras. La siguiente no te cambio». Y cumplió

El exterior más cercano

Javier Aznar

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Hace unos años coincidí en Manchester con el exjugador sueco Jesper Blomqvist, campeón de Europa con el United de Ferguson en 1999. Fue titular en aquella final agónica en el Camp Nou ante el Bayern de Múnich. La suya fue una de esas ... carreras curiosas: en apenas unos años, por cuestiones del azar, tuvo de manera consecutiva como entrenadores a Capello, Sacchi, Ancelotti y Ferguson. Casi nada. Hablando de las vicisitudes de su época de futbolista, le pregunté por quiénes habían sus entrenadores favoritos. Se deshizo en elogios hacia Ancelotti. «Me cambió la carrera. Hablando». Su aterrizaje en el Calcio había sido duro y de golpe se encontró con un Ancelotti que le hablaba, que se interesaba. Me contó una anécdota: en un partido con el Parma había hecho un esfuerzo en una jugada y volvía con la lengua fuera, un gesto involuntario que hacía a menudo, un tic. Ancelotti decidió cambiarlo y Blomqvist, que estaba jugando bien, se enfadó. Cuando se lo explicó a Ancelotti, este estaba casi más afectado que él por la confusión. «Vaya. Te vi con la lengua fuera y supuse que estabas agotado. Lo siento de veras. La siguiente no te cambio». Y cumplió. Veinticinco años después, Blomqvist todavía seguía impresionado con ese pequeño detalle de Carletto. Y para un jugador con tanto entrenador legendario, dice mucho que rescatara esa anécdota.

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