Una genialidad de Modric y un punterazo de Vini tumban al Girona

La dulce resaca de haber echado al City de Europa, por tercera vez en los últimos cuatro años, la aprovechó Ancelotti para seguir sumando soldados a las batallas que están por venir. Alaba, 434 días después, volvió a ser titular y estuvo a buen nivel. No lo era desde aquel fatídico 17 de diciembre de 2023 en el que su rodilla izquierda hizo crack. Rudiger, Asencio y, ahora, Alaba. Ya tiene centrales Ancelotti. Y sin acudir al mercado de invierno. A ver quién le tose a Florentino.

Descansaron Rudiger, Ceballos y Valverde. Bueno, y Bellingham, sancionado. Castigo que le hizo ver el partido en un palco privado, evitando la foto del inglés junto al eslogan que ha promovido la Federación para esta jornada, «Respeta al árbitro y respeta el fútbol». Al Bernabéu le sentó a cuerno quemado y pitó la imagen de sus jugadores, junto a los del Girona, dándole protagonismo al mensaje.

Fue una primera mitad de más a menos del Madrid. Empezó moviendo la pelota con velocidad y originando alguna contra tan peligrosa como mal finalizada, pero acabó ofuscado y sin ideas ante la buena defensa de un Girona que asustó en un par de ocasiones. Primero Arnau, en un centro chut que obligó a Courtois a hacer una parada similar a la de Mané en París en la final de la Champions 2022. Y, después, Van de Beek, que también se topó con el belga. Puño duro al derechazo del neerlandés.

En el Madrid, Vini y Rodrygo lo intentaban por banda izquierda, pero sus jugadas acababan sin remate. Por derecha, era Brahim quien lo intentaba, con una buena acción individual a la que contestó Gazzaniga.

Fue en el 41, con algunos aficionados ya marchándose para no esperar las colas de los baños, ni la de los refrescos, cuando encontró el Madrid el acierto que le puso el partido cuesta abajo. Córner botado por Rodrygo, despeje de David López más allá de la medialuna del área, donde estaba Modric, control orientado con el pecho del croata y zambombazo de dentro hacia afuera, imposible para Gazzaniga. Lo más difícil estaba hecho. 1-0.

Del vestuario vino el Madrid con las mismas ganas de jugar que un lunes de agosto a las tres de la tarde, pero con una distancia tan corta, el riesgo del empate era más alto de lo que la tensión competitiva del partido mostraba. Ancelotti sería la prueba.

Lucas lo intentó en el 52, en un disparo desde fuera del área que rozó el palo derecho de Gazzaniga. También Vinicius, que clavó un zapatazo en el larguero de la portería catalana y también rozó el segundo en otra acción calcada, desde banda hacia el carril central, finalizada con un disparo por encima de la madera. En esta segunda pecó un poco de chupón, con Mbappé y Rodrygo en zona de remate. El francés se lo reprochó con la mirada.

Cuando sí decidió ser generoso el brasileño, su combinación con Goes y Kylian la culminó el francés con un intento de vaselina que se quedó en eso, en un intento. Faltaba por ver qué pasaba cuando la jugada la fabricara Mbappé y la rematara Vini. Entonces sí, bingo.

En el 83, cerró el partido el Madrid. Estuvo listo el brasileño, al aguantar el pase en el origen de la jugada, por la posición antirreglamentaria de Mbappé. Ya habilitado, el francés recibió y espero el movimiento de Vinicius para darle la asistencia en el momento justo. Vini, con la punterita, y un ligero toque en Blind, bajó el telón. 2-0.

Celebró Ancelotti como si el gol valiera una clasificación para una final. Normal. Otro gatillazo en Liga hubiera anulado el efecto Champions de eliminar el City. Ya no hay margen de error y, si no puedes jugar bien, lo que sí hay que hacer es ganar. Tres puntos y todo sigue igual.