LIGA DE CAMPEONES
Desenfadado y cándido paseo
Tremenda superioridad del Madrid, que jugó con descaro y mucho lujo ante un Ajax simple e ingenuo
![Desenfadado y cándido paseo](https://s2.abcstatics.com/Media/201011/23/103882731-0WXG0065jpg---644x362.jpg)
Da gusto jugar con el Ajax. No es ironía, es realidad . Ha sido así desde tiempo inmemorial. Un equipo agradable, simpático, con un juego abierto, ofensivo, sin dar un paso atrás. Que les meten diez, que se los metan. Ellos son fieles a una idea y a un sentido deportivo del juego. Patadas, las menos posibles. Choques, todo lo que se pueda evitar. Pelotazos, eso es una grosería imperdonable.
Y enfrente el Madrid, que va como una bala, engrasados casi todos los mecanismos hasta el punto de que entre quien entre se nota poco, o mucho porque Lass llegó al campo, midió el ancho de la medular y dijo «esto es para mí, todo mío». Y destrozó a los holandeses, que perdieron todos los balones y alguno más.
El encuentro fue blanco (azul), muy blanco. La falta de precisión holandesa, unida a las barreras que pusieron Xabi Alonso y Lass, desequilibraron el partido, que quedó a expensas de lo que hicieran los creadores del conjunto español. Como morder (a pesar de los mordiscos de Luis Suárez) los holandeses no muerden, hubo jugadores que hicieron su agosto. Como por ejemplo Ozil, que entró poco en juego pero que cada que vez que lo hizo dejó perlas de incalculable valor. También Benzema estuvo muy bien: activo, incisivo, con ganas y actitud (incluso robó un balón).
Con todos estos precedentes el partido quedó a expensas de que cayera un gol más antes que después. Llegó en una obra maestra de Ozil, que no tiene fronteras en su magia. Un pase largo y preciso, de los suyos, de Xabi Alonso lo enganchó en el aire el alemán para servirla de tacón a la llegada de Benzema (igual que con Guti pero en turco-alemán). El francés metió un derechazo a la escuadra y los rojiblancos empezaron a escurrirse por la pendiente.
Choque desigual
Sin capacidad de reacción, con Luis Suárez, su gran valedor, reñido con el mundo y, de camino, con el balón, al Ajax le quedó la nada por delante y el desierto por detrás. Para colmo, llegó Arbeloa y metió un zapatazo desde su casa. Stekelenburg, tapado, no vio el balón que, además, hizo un extraño para dejar listo el duelo.
Era el cauce normal de las cosas visto lo visto. Jugarle con esa candidez ingenua, con modales del siglo XVIII, pamela en mano pase su vuecencia, es meterse tiros en las sienes con dos Mágnum 44, para alegrar el día a cualquiera.
Nada nuevo tras el descanso. Era imposible. Habría sido necesario cambiar la esencia misma del Ajax, variar las enseñanzas de sus cadetes y modificar su ADN. Que hubieran sacado las garras, los tacos, dientes para morder a un Madrid que jugó muy cómodo, un desenfadado paseo por la llana pradera holandesa.
El Madrid acabó llegando en oleadas, ocasiones de Cristiano, de Benzema, avalancha por arriba por abajo y hasta por la cintura. El Ajax se ahogaba, a expensas siempre de recibir el tercero que cerraría un encuentro muy desigual.
Mourinho cerró la garra sin piedad alguna. Quitó al más flojo (Pedro León) y metió a Di María, que es un polvorín en esencia pura. A las primeras de cambio se metió por un ciclón por la derecha y su pase medido lo clavó en la red Cristiano, que le da igual que le llegue a la derecha a la izquierda o donde sea... En el tramo final otra ingenuidad holandesa y otra genialidad de Ozil dio el cuarto a Cristiano para redondear la goleada.
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