El baúl de los deportes
Amancio, el 'Vinicius' gallego
Siete momentos inolvidables del legendario '7' en la vida y en el césped
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La marmita del Brujo
«He jugado en la banda con el '7', pero mis acciones siempre han sido entrando en diagonal. Recibía el balón e iba directamente como un tiro hacia la portería, lógicamente salvando obstáculos, recibiendo tu merecido y buscando al compañero para hacer la pared». Son ... palabras del propio Amancio Amaro que resumen su fútbol de vértigo. Jugadores que compartieron vestuario con él lo corroboran. Por ejemplo, García Remón: «Amancio era un fenómeno del regate, algo fabuloso»; Zoco: «Le salían dos, tres y cinco regates buenos cada cinco minutos»; o De Felipe: «Se iba de cara a portería provocando la falta, el penalti o la posibilidad de dar un pase». Amancio fue de lo más parecido al actual Vinicius, con el '7' a la espalda, con acento gallego de musicalidad similar al portugués y, sobre todo, con ese talento y esa endiablada velocidad que sacan de quicio a los defensas.
Victoria CF, un presagio
El nombre de su primer equipo, el Victoria CF de La Coruña, fue premonitorio. Y su infancia, crucial para lo que vendría después. Lo contó ABC en un reportaje especial publicado en 1973: «Nacido en octubre de 1939… no fue un niño favorecido por la fortuna. Su padre era pintor y los tiempos que corrían eran muy difíciles. Cuando tenía diez años y después de una breve estancia en una academia para estudiar cultura general, Amancio ingresó en la Escuela de Formación Profesional Obrera, con el fin de prepararse para mecánico ajustador… sus padres no le podían enviar a un colegio y optaron porque aprendiera un oficio… Amancio era un niño feliz y dedicaba sus ratos libres a la práctica de su diversión favorita, el fútbol. Jugaba en el equipo de su barrio, el Vizcaya, que se enfrentaba los domingos, informalmente, a otros de su misma característica.
El joven Amancio, bajito y delgaducho, corría y corría; y, por supuesto, destacaba entre sus compañeros, porque había nacido sabiendo jugar al fútbol. Por eso, su mayor felicidad llegó cuatro años después, cuando firmó por el equipo juvenil del Victoria, en el que permaneció hasta los 18 años… Su juego llama de tal modo la atención que es reclamado durante varias y repetidas ocasiones para vestir la camiseta de la selección juvenil gallega… No le extrañó que un buen día los directivos del Celta de Vigo le propusieran fichar por ellos; por eso tampoco le extrañó que los dirigentes del Deportivo de La Coruña le propusieran lo mismo. Y por eso, a igualdad de condiciones, Amancio Amaro, un joven que había dejado de ser rapaz, se inclinó por el equipo de su ciudad, que por aquel entonces militaba en Segunda División».
Brujería de Primera
El joven extremo tardó en explotar lo que tardó el Deportivo en cambiar de entrenador la temporada 1958-59. En realidad, fueron tres técnicos los que pasaron por el banquillo. Los dos primeros, Eduardo Toba y Ernesto Pons, no confiaron mucho en Amancio. El tercero y definitivo, Hilario Marrero, sí lo hizo. Amancio se fue afianzando en la titularidad y comenzó a embrujar a los rivales con sus regates y goles. En cuatro años como deportivista jugó 92 partidos de Liga y marcó 54 goles. En la 1961-62 fue el máximo realizador de la categoría: 25 tantos en 26 partidos. Su aportación fue fundamental para que el Deportivo se proclamase campeón de Segunda y, en consecuencia, ascendiese a Primera. Fue el último hechizo mágico de 'O Bruxo' (El Brujo) en su tierra.
Fichaje galáctico y doblete
En el verano de 1962, el Real Madrid pagó la entonces friolera de 10 millones de pesetas (60.000 euros) al Deportivo por el traspaso de Amancio. Pretendido por varios clubes, entre ellos el Barcelona, Santiago Bernabéu, presidente del Madrid, le hizo una oferta irrechazable: 750.000 pesetas (4.500€) de ficha anual más un sueldo mensual de 7.000 pesetas (42€). El primer año jugó 28 partidos de blanco, marcó 14 goles y ganó su primera Liga con el club de la capital. Repitió título liguero a la temporada siguiente, esta vez con una guinda especial: fue campeón de Europa con la selección española. El 21 de junio de 1964, España ganó 2-1 a la Unión Soviética en la final disputada en el estadio Santiago Bernabéu. Amancio estaba en aquel equipo que entrenaba José Villalonga y un taconazo suyo en la banda izquierda es el inicio de la larga jugada que culminó con el histórico gol de Marcelino.
Los goles de la sexta Copa de Europa
Tras encadenar la tercera Liga consecutiva, en la temporada 1965-66 el Real Madrid cambió el título nacional por el entorchado internacional. Ganó la Copa de Europa y Amancio fue el máximo goleador del torneo empatado con el serbio Hasanagic (Partizán de Belgrado), ambos con cinco tantos. Precisamente fue el equipo entonces yugoslavo el rival en la final disputada el 11 de mayo de 1966 en el estadio Heyssel de Bruselas. El Real Madrid empezó perdiendo, pero Amancio empató en el minuto 70 y Serena certificó la remontada en el 76 para rubricar el sexto triunfo en la máxima competición continental de clubes.
Convocado por Pelé
El 7 de noviembre de 1968 Amancio fue el único representante de España en una selección de ensueño, la formada por los mejores futbolistas del mundo para disputar un amistoso ante el Brasil de Pelé en el estadio Maracaná de Río de Janeiro con motivo del décimo aniversario del título logrado por los suramericanos en el Mundial de Suecia 1958. Ganó 2-1 el equipo local, pero el jugador del Real Madrid nunca olvidó aquella tarde en la que compartió camiseta y escudo de la FIFA con Yashin (URSS), Marzukiewicz (Uruguay), Novak (Hungría), Marzolini (Argentina), Perfumo (Argentina), Schultz (Alemania Oeste), Beckenbauer (Alemania Oeste), Chestemev (URSS), Metrevelli (URSS), Sucs (Hungría), Albert (Hungría), Rocha (Uruguay), Overath (Alemania Oeste), Dzaijic (Yugoslavia) y Farkas (Hungría).
Una patada escalofriante
El fútbol de antes no entendía de protección a las estrellas. Volaban las patadas, y los delanteros eran tan hábiles con el balón como en el arte de esquivar las salvajes acometidas. Pero a veces era imposible. Amancio sufrió la primera lesión seria en febrero de 1965 tras una entrada de Torrent, defensa del Barcelona, en un partido de Copa. Tardó siete meses en volver a jugar. Sin embargo, el lance tristemente más recordado lo protagonizó Pedro Fernández, defensa uruguayo del Granada, el 9 de junio de 1974 en Los Cármenes.
Así lo cuenta Alfredo Relaño en el libro '366 historias del fútbol mundial': «Amancio llevaba dos temporadas sin ir por Granada. Había tenido un rifirrafe con Fernández en el Bernabéu (le dejó un planchazo en represalia por una entrada anterior y Fernández se retiró lesionado) y este se la tenía jurada. Pero el Madrid había hecho un mal año en la liga, se estaba jugando la Copa y había que echar el resto. Y Amancio fue. Y en el minuto 16 atravesó la línea prohibida con el balón controlado, colándose rápidamente hacia el campo contrario. Fernández le salió al encuentro, de frente, levantó la pierna y descargó los tacos con toda su fuerza brutal sobre el muslo derecho del atacante, mientras dejaba pasar mansamente el balón, que rodaba por el suelo. Amancio cayó hecho un grito y su muslo se hinchó inmediatamente. Tenía partido en dos el cuádriceps, el músculo más fuerte del cuerpo… Amancio no se recató en sus declaraciones. 'Gente como Fernández no debería entrar en el fútbol español. Yo quizá no vuelva a jugar, pero ya tengo 34 años, pero, ¿y si le hace algo así a uno de los chicos que empiezan?'… A Fernández le cayeron quince partidos de suspensión, Amancio fue operado y aún pudo jugar dos temporadas más».
Entrenador y presidente de honor
Tras su retirada (1976), Amancio siguió ligado al fútbol y al Real Madrid. Ejerció de entrenador y, como tal, en la temporada 1983-84 hizo campeón de Segunda al Castilla, equipo filial blanco. Un hito deportivo aparejado al nacimiento de una incomparable generación de jugadores, la famosa 'Quinta del Buitre' formada por Butragueño, Míchel, Pardeza, Sanchís y Martín Vázquez. Hace unos meses, el gallego fue nombrado presidente de honor en la Asamblea Extraordinaria celebrada el 2 de octubre de 2022. Tomaba el testigo de otras dos leyendas que le precedieron en el cargo, Alfredo Di Stéfano y Paco Gento. Amancio tuvo un recuerdo para ellos y para todos sus compañeros. Y dejó una frase para la eternidad: «Es para mí un honor ocupar este cargo porque por encima de cualquier nombre siempre estuvo y estará el equipo. Y esa es la grandeza del Real Madrid»
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