Champions | Real Madrid - Borussia Monchengladbach
Una final, el mismo Zidane de siempre
El Madrid se juega su futuro en Europa en un partido sin red ante el Borussia. El francés se aleja del ruido, elude cualquier mensaje épico, mantiene las rutinas y se centra en el fútbol para evitar el desastre

Su carrera en los banquillos es corta, muy corta, pero exitosa como pocas. En sus cuatro años al frente del Real Madrid , divididos en dos etapas, Zidane ha levantando tres Champions , todas ellas consecutivas, dos Ligas y otro buen número de torneos ... nacionales e internacionales. Una «bendición del cielo» para el club blanco, dijo Florentino Pérez después de ganar el pasado mes de julio la Liga del coronavirus. De ahí que un hipotético despido, si el Real Madrid cae eliminado hoy en la primera fase de la Champions, situación insólita en la historia del club, haya generado un impacto emocional de sentimientos contradictorios.
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Zidane es el alma de la segunda mejor etapa en los 118 años de vida de la entidad. Solo el Real Madrid de Di Stéfano , campeón de cinco Copas de Europa consecutivas en la segunda mitad de la década los cincuenta, puede tutear al actual equipo. ¿Cómo decirle entonces a Zidane que ya no es válido para el cargo? Tesitura muy complicada de gestionar, y de la que el propio protagonista quiere distanciarse por completo: «El pasado pasó, y el club hará lo que tenga que hacer, pero yo solo pienso en una cosa. En ganar al Borussia Monchengladbach y pasar a octavos de la Champions como primeros de grupo», explica Zidane.
Positivo
No vislumbra el francés otra cos a que seguir siendo esta noche, a las 22.45 horas, el entrenador de un equipo clasificado para los cruces de la Liga de Campeones . Está convencido de ello y nada ni nadie le va a perturbar. Zidane ha sido siempre el mismo. Moderado en el triunfo y en la derrota, respetuoso con el rival y con los árbitros, y escudo de sus jugadores y del club. Sabe que la situación es límite, pero es terreno ya pisado: «Los jugadores y el cuerpo técnico estamos acostumbrados a jugar bajo presión. Sabemos gestionar las emociones de estos momentos, pero sobre todo sabemos preparar bien estos partidos. Lo que se dice fuera es ruido, y lo importante es que dentro estemos centrados única y exclusivamente en el Borussia».
Por la cabeza de Zidane no han pasado estos días escenarios apocalípticos. Normalidad y trabajo, pócima de la que nunca de distancia. Su rutina ha sido la de siempre. Entiende que el partido es especial, pero lo ha preparado junto a David Bettoni con la naturalidad de siempre. Para el francés, todos los partidos que juega el Real Madrid, sean finales de Champions o primera ronda de la Copa del Rey, son especiales y siempre será así. Su perfil está alejado por completo de discursos emocionales y de un verbo populista. Apuesta por poner el foco en el verde y, en estos precisos momentos, exactamente en lo que tan buen resultado le dio al equipo en el Camp Nou, San Siro o el Sánchez Pizjuán , que es justo lo que le hizo ganar diez de los once partidos pospandemia de la pasada Liga: «Tenemos que estar juntos y defender todos juntos. Hay que ser fuertes y sólidos, y conceder poco al rival. Si hacemos esto, sabemos que luego podemos hacer las cosas bien arriba, y de eso se trata este partido».
« Zidane es bastante frío y práctico. La s reflexiones y cosas emocionales lo deja para unos segundos, solo unos segundos antes de saltar al césped», explican desde Valdebebas . Y es tal que así. Solo en muy contadas ocasiones ha recurrido a este registro en el que poco cree, y al que le dedica muy poco tiempo. En su primera etapa, en el entrenamiento previo a la final de Cardiff, año del doblete, invirtió 43 segundos en motivar a los suyos y su mensaje se podía resumir en una breve reflexión: «Lo que habéis hecho para llegar hasta aquí es lo más importante, no la final». En su segunda y actual etapa, en la final de la Supercopa de España contra el Atlético jugada el pasado mes de enero en Arabia, fue antes de iniciar la prórroga cuando creyó conveniente recordar a sus jugadores quiénes eran. Directo y al pie: «Nosotros somos mejores que ellos y más fuertes», les dijo.
Experiencia en el abismo
El carisma de Zidane no está en su verborrea, sino en su simple presencia como jefe de un vestuario que, por cierto, le adora. «Muchas veces no nos damos cuenta de lo que hizo y de lo que está haciendo. Toda la plantilla está al cien por cien con el técnico», confiesa Casemiro , uno de los pesos pesados del grupo. Y no se refiere solo a títulos. Zidane puede presumir de palmarés, pero también de ser un especialista en situaciones límite. Le pasó a los cuatro meses de estar en el cargo, cuando el Wolfsburgo , club sin pedigrí alguno en Europa, le ganó 2-0 en la ida de los cuartos de Champions. En la vuelta, 3-0 en el Santiago Bernabéu y match-ball salvado que sirvió de trampolín para la undécima, ganada en Milán en mayo de 2016.
También a principios de 2018 se asomó Zidane al precipicio, cuando ya estaba a 15 puntos de distancia del Barcelona en la Liga y, además, el Leganés daba la campanada y le eliminaba de la Copa al remontar el 0-1 de la ida en Butarque (1-2 en el Bernabéu). Ahí pensó incluso Zidane en poner su cargo a disposición del club, mientras en el horizonte aparecía el temido PSG de Neymar y Mbappé en octavos de la Champions. La eliminatoria la solventó con suficiencia, poniendo los cimientos de la decimotercera.
También el pasado año, tras otro pobre inicio en Liga, tocó sima con la derrota ante el Mallorca en Palma (1-0). Era mediados de octubre y, entonces, Mourinho andaba sin equipo y sonó con fuerza como sustituto de Zidane si no revertía la situación en los dos partidos siguientes. Lo hizo en el primero, en Champions contra el Galatasaray (0-1), y el segundo, el clásico en el Camp Nou, quedó suspendido. Ahí ganó otra vida. Esta noche, confía a ciegas en repetir un guión que conoce y maneja a la perfección.
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