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LIGA BBVA

Una apisonadora hace añicos a un Málaga atónito

Exhibición del Madrid que destroza a los de Pellegrini con un fútbol total de altísimo nivel, sin tacha alguna

Una apisonadora hace añicos a un Málaga atónito REUTERS

JOSÉ MANUEL CUÉLLAR

Un partido de diez minutos. No duró más. El Madrid se puso ojiplato y al Málaga se le cayó el cielo encima, como si fueran los galos. Galos no eran, pero lentos un montón. Sin embargo, no fue tanto demérito del Málaga como mérito del Madrid , que se desplegó como un Ave Fénix, todopoderoso, vibrante, intenso, con toque, preciso, un festival de fútbol total que se llevó al Málaga por delante sin siquiera tiempo para que los andaluces dijeran «ay». [Así hemos contado el partido]

A los diez minutos, Di María —que en media hora del pasado partido dio dos asistencias— hizo lo propio en La Rosaleda y despeñó al Málaga. Diez minutos fue lo que tardó el Real en leer la laguna, o lagunas, negras que tenía el equipo de Pellegrini, que se fue al desagüe por el centro. Lentísimos los dos centrales, los blancos vieron el agujero y allí se plantó Cristiano para sacar la daga y meterles tres puñaladas hasta la cruceta en el corazón, sin compasión alguna.

El Madrid hizo del encuentro una sinfonía de colores, con dos velocidades más, con una presión intensa, parecido a ese equipo de la Supercopa que superó al Barça en los dos partidos , aunque ahora con la maza recuperada y dando mandobles acá y acullá. Tras el gol de Higuaín, Cristiano olió gloria y se lanzó hacia ella con los ojos inyectados en sangre y espuma por la boca. Ansioso de los goles que no había marcado en los últimos partidos, mordió aquí y allá con un hambre depredadora increíble. Cuando Cristiano huele sangre es imparable.

Lo medio estropeó todo con esas celebraciones horteras a dúo con Marcelo, pero eso no quitó la excelencia de su exhibición dentro del festival madridista, que desolló al Málaga con un fútbol pletórico en todas las líneas. Khedira, muy picado , entró por todos lados, bajó, robó y se asoció. Di María lanzó a los suyos y sorteaba rivales como si fueran conos. Arriba, el Madrid amenazaba ruina a un rival que no daba crédito a lo que veía.

En busca del maquillaje

El Málaga, abrumado, se fue haciendo pequeño y más pequeño, demudado Cazorla, borrado Toulalan y expenso solo a las correrías solitarias de Joaquín o al buen toque de Apoño. Poca cosa frente a un equipo eufórico. Pellegrini intentó juntar las líneas adelantando su defensa de cuatro con el medio campo y por ahí se partió en dos. Con una defensa tan lenta, el Madrid, que es una bala, le destrozó con pase y medio, apareciendo gente por todos lados. Parecían veinte jinetes del apocalipsis tumbando malacitanos por aquí y por allá, un Madrid pletórico y rotundo, capaz de enviar al infierno a cualquiera que ayer se hubiese puesto delante, incluso el mismo Barcelona hubiese parecido un equipo pequeño esta vez .

El Málaga, con vergüenza torera, se fue arriba para maquillar su rostro, de color ceniza por lo sucedido en la primera mitad. Topó con el de siempre, con Casillas, que es un santo vestido de amarillo , pero en todo ese arranque se vio al Madrid mucho más relajado, con ojo y medio mirando al marcador y sin quemarse las pestañas en un partido que ya no tenía fuego.

Cosechó el Málaga cinco buenas ocasiones (dos palos), pero sin fruto. Agarró el balón y el Madrid se dedicó a mirarse el ombligo. Daba igual, el partido se había acabado al poco de comenzar. Quedó para que los andaluces levantasen la cabeza y mirasen a su jeque sin rubor, que no es poco..

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