Un rally desde dentro, de copiloto, con Isidre Esteve
El piloto catalán, que conduce únicamente con las manos desde que sufriera un grave accidente, revive su experiencia en el Dakar con ABC como acompañante en el Toyota Hilux T1+
Isidre Esteve: «Yo no podría ser copiloto, es un trabajo muy poco valorado»
El vivac instalado en Grándola, municipio portugués ubicado a 120 kilómetros al sur de Lisboa, es un hervidero. Los mecánicos reparan los vehículos mientras los pilotos tratan de descansar y refrigerarse tras disputar la penúltima etapa del Rally Transibérico, tercera prueba del Mundial de Rally Raid. Es la única puntuable que se disputa en territorio europeo, entre las regiones del Alentejo y Ribatejo portugués y la Extremadura española, con cinco etapas y 1.758 kilómetros de recorrido.
Isidre Esteve recibe amigablemente a un reducido grupo de periodistas, entre los que se encuentra ABC. No se separa de su Toyota Hilux T+, con el que finalmente acabará en novena posición en la categoría Ultimate. Se le ve cansado. El recorrido no le favorece. «Es una pista estrecha, con mucho barro y obstáculos y a veces parece que me falte una tercera mano para manejar todo lo que hay dentro del coche», comenta divertido.
Mientras David Fabrellas, uno de sus mecánicos, trastea en el vehículo, Lidia Guerrero, su compañera y preparadora física, se preocupa de que no le falte un botellín de agua. Gerard Gil, su director de comunicación, envía fotos y sus impresiones a la prensa. Esteve está en una silla de ruedas desde que el 24 de marzo de 2007 sufriera una caída en el Bajo Almanzora, prueba puntuable para el Campeonato de España Todo Terreno que se disputaba en Almería, que le provocó la fractura de las vértebras T7 y T8. Lejos de derrumbarse, decidió seguir con su vida como hasta ese momento. Solo cambió la moto por el coche y siguió corriendo, devorando Dakars. La próxima Navidad disputará el vigésimo, el décimo en coche. Y lo hará con su inseparable Txema Villalobos, su copiloto, su infatigable amigo.
«Daos una vuelta por el vivac y ved cómo es un rally por dentro», invita Esteve, que nos cita dos días después para ser su copiloto y podamos entenders desde dentro de la cabina las dificultades que entraña disputar el tramo de un rally. A pocos metros está el equipo Toyota Gazoo Racing con sus dos coches. Lucas Moraes y Seth Quintero nos explican las particularidades de sus vehículos y sus respectivos copilotos, Armand Monleón y Dennis Zenz, ilustran al grupo sobre cómo guían al piloto siguiendo sus monitores, en los que figura el trayecto.
Joao Ferreira, héroe local y sorpresa de la edición (fue segundo a sus 19 años), cuenta una anécdota. Su Mini JCW Rally Plus se había quedado sin combustible renovable y le abrieron una estación de servicio Repsol para que pudiera llenar el tanque con el mismo carburante que lleva un coche de calle, también renovable cien por cien. Nasser Al-Attiyah, ganador de la prueba, recibe con una amplia sonrisa al grupo español y Carlos Sainz (acabó cuarto) valora el gran papel de su hijo en Japón (el de Ferrari subió al podio).
Un volante adaptado
Pero el gran día era el lunes, con el vivac ya prácticamente desmontado y todos los equipos poniendo rumbo a casa. Las diez de la mañana es la hora de la cita. El tiempo no ha sido bueno durante todo el fin de semana, pero mientras nos ponemos el casco el cielo descarga como si fuera el día del juicio final. Hay que sentarse a la derecha de Isidre Esteve, que te recibe con una sonrisa de oreja a oreja. No es nada fácil acoplarse en el imponente Toyota Hilux, de ruedas gigantescas. El asiento ergonómico diseñado para acoger el cuerpo de Txema Villalobos te abraza mientras los mecánicos se afanan en apretar bien los cinturones. Lo primero que hace el piloto es explicarte cómo se adapta al coche (lleva las piernas fijadas a los asientos y los pies encastados en un soporte flexible para evitar que sus extremidades se golpeen durante la conducción) y cómo funciona el volante, en el que se concentran acelerador, dirección y frenos.
![Isidre Esteve, junto a su coche](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2024/08/16/isidre3-U37737443616lgw-760x427@diario_abc.jpeg)
Isidre solo conduce con las manos y es un espectáculo verle pilotar desde dentro. Sus manos ejecutan una precisa coreografía para que el Toyota se deslice sobre la pista a toda velocidad, aprovechando las roderas y la inercia en cada curva. «En el día a día me tengo que esforzar siempre con silla. He ido adquiriendo más fuerza en los dedos y al final entreno como cuando iba en moto. Utilizo las manos más de lo habitual, pero el entrenamiento diario es lo que nos hace estar en las mejores condiciones», explica.
Se acerca al inicio del tramo dando bruscos frenazos («hay que calentar bien los frenos», justifica) y tras un «¿preparado?» se lanza a toda velocidad. «Tranquilo que está todo controlado, todo lo que vas a vivir es normal», trata de destensar la situación notando la preocupación de su novato acompañante. El cerebro es incapaz de asimilar al inicio cómo se contradicen todas las leyes gravitatorias y vectoriales.
Isidre sortea las curvas sonriendo, cambiando continuamente de marcha para no perder la tracción del vehículo, que para un servidor se asemeja a una coctelera en el mismo momento en el que acelera para no salirse de pista y evitar el impacto contra un árbol. El miedo deja de ser soportable cuando la rueda delantera derecha se mete en un agujero y salpica de barro toda la luneta delantera. Los limpiaparabrisas, a toda máquina, apenas dejan un resquicio por el que ver la pista. Suficiente para el piloto, que se ríe adivinando las penurias de su acompañante. A pesar de los vaivenes y las mariposas en el estómago, uno no puede más que sentir confianza, sabiendo que Isidre lo tiene todo controlado y que hace lo que quiere con el coche. Pilota con la misma tranquilidad que mi hija pequeña su coche teledirigido. En el paladar se entremezcla el metálico sabor del pánico con la dulzura de la admiración.
El trabajo de Villalobos
«La conducción en pista seca, que es cuando tienes tracción, es de un tipo, y cuando hay barro es otro. En barro, cuando bloqueas el freno pierdes la dirección del coche y encima corre más. Estás perdido. Hay que corregir acelerando, ayudándote del bloqueo de atrás si tienes que girar el coche, pero hay que combinar muy bien el acelerador y el freno cuando hay barro porque si no pierdes el control absoluto del coche», ilustra mientras el Toyota va alcanzando la mitad del embarrado trazado.
Uno no atina a imaginar la labor de Txema Villalobos. A su confianza ciega se le une la capacidad para tener asentado el estómago durante el pilotaje de Isidre y poder, al mismo tiempo, seguir los indicadores de las pantallas, transmitiendo al piloto lo que debe hacer y cómo en cada momento. Isidre se divierte con su invitado y con los «ay» que se escapan entre frenadas, pendientes y aceleraciones. El coche alcanza la meta y mientras uno respira, Isidre bromea: «¿Quieres dar otra vuelta?».
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