Presidentes: exdeportistas o gestores profesionales
¿Es mejor ministro de Sanidad un médico? ¿O de Hacienda un economista? El mismo debate se presenta en el mundo del deporte, donde destacan dirigentes que han sido jugadores previamente. Parece un punto a su favor, aunque el caso de Rubiales lo pone en entredicho
Elisa Aguilar, nueva presidenta de la Federación de baloncesto
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Sebastian Coe como presidente de la Federación Internacional de Atletismo; Arvydas Sabonis al mando de la Federación Lituana de Baloncesto o Michel Platini dando órdenes en la UEFA. A priori, sin entrar en análisis profundos, nadie podría decir que sería malo para ... las instituciones tener a grandes estrellas mundiales del deporte en lo más alto. Quienes han vivido los vestuarios desde pequeños son grandes conocedores de lo que hay que hacer para mantener la excelencia.
También hay otros dirigentes que han mamado los valores del barón de Coubertin desde siempre y que han llevado a sus organizaciones a lo más alto, pese a no haber sido figuras en su mocedad. Fue el caso de Santiago Bernabéu, Juan Antonio Samaranch o Pilar de Borbón, que consiguieron que el Real Madrid, el Comité Olímpico o la Federación Ecuestre Internacional no dejaran nunca de crecer. Por último, están los casos de los gestores profesionales que llegan desde la vida civil con una manera empresarial de ver las cosas. Así sucedió con David Stern, un abogado neoyorquino que sacó el máximo partido de Magic Johnson, Larry Bird y Michael Jordan en la NBA, o con Tim Finchem, un asesor de la Casa Blanca que llevó al PGA Tour de Tiger Woods a su máximo esplendor.
En este último apartado aspira a situarse el nuevo presidente de la Federación Española de Rugby, Juan Carlos Martín 'Hansen', que llega desde la Banca privada para reflotar una entidad que ha estado inmersa en distintos escándalos en los últimos años. En su caso, más que el hecho de venir del mundo del deporte o no, lo importante es tener carisma. «Cada organización requiere un tipo de líder en un momento dado. Y no quiere decir que ese sea el único modelo bueno, porque lo más importante es que el presidente tenga las actitudes y las aptitudes necesarias. Y estas vienen tanto por la empatía con un deporte que ayuda conocer como por saber gestionar equipos e información. Al final, lo importante es que sean buenos líderes», explica el vallisoletano.
En los últimos años las dos federaciones más poderosas de España, la de fútbol y baloncesto, han estado regidas por exdeportistas que mezclan un poco de todo: un futbolista sin gran palmarés pero con estudios universitarios (Luis Rubiales) y un baloncestista campeón del mundo, aunque sin base de gestión previa (Jorge Garbajosa). En este sentido, el actual presidente de la Española y vicepresidente de la Internacional de Atletismo, el triplista olímpico y sociólogo Raúl Chapado, tiene claro que «es importante haberse desarrollado como persona en tu propio deporte, pero no es la única condición para triunfar en un cargo así; necesitas una experiencia previa de haber estado en puestos importantes nacionales e internacionales para saber cómo son las relaciones y las posibles alianzas entre personas e instituciones para gobernar. Y sí, saber cómo piensan los deportistas y los entrenadores y cuáles son sus necesidades, ayuda a ver cómo tienen que ser sus objetivos de desarrollo».
También con experiencia olímpica, en este caso de la máxima categoría (dos medallas de oro), la malagueña Theresa Zabell ha sido capaz de sacar experiencias de su etapa como regatista y trasladarlas a los despachos. «Para mí, ser deportista de élite es la mejor escuela para la vida. Está llena de valores y vas aprendiendo a ponerte objetivos, a luchar para conseguirlos, a sacrificarte, a trabajar en equipo y a buscar resultados; todo esto lo trasladas luego a tu vida». Y un punto más en esta traslación se consigue cuando la actividad realizada no era individual, sino colectiva. «En mi caso, al ser un deporte de equipo -explica el exbaloncestista internacional Antonio Martín, ahora al cargo de la ACB-, ayuda una barbaridad haber sido profesional al máximo nivel. Te ayuda a entender los distintos roles dentro de un grupo humano y las jerarquías ganadas desde el respeto. Por no hablar de saber desenvolverse en la máxima presión y de la importancia en la toma de decisiones. El camino del deportista de élite a la gestión es clarísimo».
Afán de protagonismo
Ese conocimiento de los vestuarios también lo resalta su compañero en el puesto de pívot Alfonso Reyes, que a su condición de ingeniero de caminos suma la de presidente de la Asociación de Baloncestistas Españoles. «Evidentemente, para conocer las necesidades de mis compañeros he tenido que haberlas vivido previamente porque así puedo empatizar con ellos y entender lo que les pasa», explica el cordobés. «Cuando compites lo haces siempre para ganar y ahora tienes que estar pendiente de muchas otras cosas, como de estar al habla con el resto de instituciones que rodean a nuestro deporte. No todo es tan fácil y tan bonito ni como deportista ni como directivo». En este sentido, Martín añade que «el máximo responsable de una organización tiene un punto de soledad a la hora de tomar las grandes decisiones», a lo que Chapado añade que «se sufre más de directivo porque no controlas los resultados de los atletas y tienes que hacer siempre un balance de intereses para no pensar en ti, sino en el beneficio de tu deporte y de tu federación; cuando estás en activo eres más egocéntrico, solo te preocupas de ti».
Ramón Nogué, mejor jugador de hockey sobre patines de la historia, añade que «ser directivo tiene un gran desgaste mental, similar al físico de cuando se está en activo. La parte positiva es que te permite seguir en contacto con el deporte muchos años más, porque la carrera en las pistas se acaba pronto». Curiosamente, el catalán ha cambiado de deporte a la hora de elegir despacho. Encabeza ahora la Federación Catalana de Golf, algo que no le ha supuesto ningún problema en la diatriba de gestionar equipos o individuos. «No cabe duda de que las experiencias en deportes colectivos son más divertidas, porque a las propias de los viajes o las celebraciones se añaden que siempre te apoyas en los compañeros en los malos momentos; en los individuales ganas o fallas tú, tiene mucho más mérito».
Aquí viene la cuestión filosófica más importante. ¿Dónde debe estar el protagonismo, en el deportista o en el dirigente? Para Zabell no hay duda de que «el deporte está hecho para los deportistas, que son los que están en el centro. El directivo está para hacer posible que los primeros puedan conseguir sus objetivos y es lo que he intentado cuando con responsabilidades», indica quien fue vicepresidenta del COE.
Para llevarlo a la práctica, el aprendizaje que se va adquiriendo como deportista no se limita solo a la etapa más joven, sino que incluso hay que prolongarlo en la vivida luego como director de grupos, ya sea entrenador, mentor o capitán, en el caso del golf. Así lo señala Gonzaga Escauriaza, presidente de la Española y antiguo rector de la Europea. «Para mí, uno de los roles con el que más he disfrutado en mi vida es el de capitán. Tuve la suerte de llevar a los equipos españoles y europeos en diversas etapas y de tener a mi cargo a figuras como Rory McIlroy, Shane Lowry o Henrik Stenson. Aparte de disfrutar muchísimo de los momentos, aprendí muchísimo con ellos». Y estas enseñanzas son las que hay que trasladar luego a los demás para, como incide Chapado «hacer siempre lo mejor por nuestro deporte».
De manera que hay que saber si esa nueva labor de mandatarios de las antiguas figuras es recomendable para los que vienen por detrás. «Sin lugar a dudas. No digo que sea condición 'sine qua non', pero el que ha estado en la pista tiene una visión y una verdad de su especialidad que hay que tener presente en los despachos. Lo más importante de cualquier deporte son los deportistas y el que lo ha sido nunca deja de serlo», comenta Martín. Además, «es la manera de continuar vinculado a lo que tu has hecho, con otra perspectiva. Ayudar a los que empiezan es obligado reconocer a quieneslo hicieron con nosotros», opina Nogué.
En el caso de la ABP que está al mando de Reyes, no se trata solo de buscar dirigentes en el momento de la retirada de los profesionales, sino «que les animamos a que se formen, independientemente de lo que vayan a hacer después. Y hacemos hincapié en la salud mental, pues cuanta mejor sea tu predisposición para tener tu vida enfocada después del baloncesto será mucho mejor y te ahorrarás muchos problemas». Para Zabell es un lujo animar a los deportistas a dar el salto a la gestión porque así podrán repetir sus tres pasiones. «He tratado de disfrutar al máximo de mis distintas etapas vitales. Primero como campeona olímpica; luego como promotora de los cambios que yo veía necesarios cuando estaba en activo y, últimamente, como creadora de mi proyecto personal en la Fundación Ecomar. Los deportistas, que lo hemos vivido desde dentro, tenemos la obligación de devolver nuestra experiencia a la sociedad».
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