Isaac de Lebrija
Impelido por un Sevilla que andaba mudo en ataque, el acento goleador del nueve es el mejor motivo para construir el futuro
Al niño de Macarena ya lo paran por Lebrija. «El mediano de tus hijos es el que juega en el primer equipo del Sevilla, ¿no? El que ha marcado cinco goles en ocho partidos y levanta los brazos como un coloso». Él se limita a ... sonreír, sonrojado, con la luz viva en sus ojos, porque sigue caminando por su pueblo casi de la mano de su madre. Esboza tan sólo algunas palabras, todas ellas verdades nacidas en la mismísima tierra en la que Elio Antonio de Nebrija se convirtió en autor de la primera gramática castellana en 1492. Y es que hay quien decía hasta hace no mucho que este chaval era tímido, callado, decididamente cohibido, por más que hablase tan alto en verano como lo hacía con aquellos goles de pretemporada que convencieron a Mendilibar, y no así a una dirección deportiva preocupada en verano en aliviar problemas de espacio y en traer de fuera -Mariano- y confiar desde dentro -Rafa Mir- en nombres que nunca han estado a la altura ni de San Isidoro, ni de San Leandro, ni digamos ya de San Fernando. Todos ellos compartiendo pecho y escudo de cada camiseta blanquirroja.
La palabra llama a la palabra, y el ceceo de Isaac es el mayor aire fresco de un canterano desde hace tanto entre los coloraos que duele recordar desde cuándo no salía de la carretera de Utrera un delantero así. Impelido por un Sevilla que andaba mudo y silenciado en ataque, el acento goleador del nueve es el mejor motivo para construir el futuro. Gol y ganas. Ganas y gol. A su compromiso colectivo se aferra el espíritu combativo de Quique Sánchez Flores; a su corazón nervionense amarra sus emociones todo el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán. Y queda el ay de saber qué hubiese pasado si en febrero de 2023, cuando Isaac los metía a pares con el filial, el Sevilla hubiese tenido la valentía que acabó tardando en demostrar todo un año después. Nervión no podía permitirse tantos meses negando lo evidente y ha tenido que ser uno de su sangre quien reconcilie a la afición con el sentimiento de pertenencia. No porque siempre venza, sino porque nunca se rinde.
Mantiene una cláusula de quince millones que pasará a veinte cuando cumpla quince partidos (de momento lleva cinco entre LaLiga y Copa). E Isaac valdrá mucho dinero en el futuro porque sus valores están fuera de mercado. Quienes hemos deletreado sus goles con el Sevilla Atlético durante estos últimos años lo sabemos. Cuando hacía de escudero de su 'hermanastro' Iván o de receptor de Luismi Cruz. Incluso los que metía con aquel Sevilla C de 2019 en un tiempo en el que ha tenido que soportar enormes sinsabores en forma de graves lesiones en campos casi de albero. Cuatro años y una historia de superación pocas veces vista teniendo en cuenta que tenía por dar el paso final a la élite. El más difícil. Que ninguna emisora nacional lo compare con Lamine Yamal y otros talentos de distintos barrios: si la ha roto con 23 años y no con 18 obedece a muchas razones, pero una muy importante ha sido su historial de lesiones, siempre doblegado por mor de su propia voluntad. Porque el carácter de quien no se deja nada siempre gana. En un mes, Isaac de Lebrija ha revolucionado tanto Nervión que hasta a Luis de la Fuente le han preguntado ya si lo llevará con España. Un mes. Imaginen qué no le cuestionarán al entrenador cuando en un año Isaac siga en el mismo estado de forma y no le quede más remedio que convocarlo.
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