Sevilla FC
La guerra de los seis días
En el sevillismo de base reside esa llama que nadie pudo apagar. Una infamia que ahora la quieran colocar coronando la tarta en que se ha convertido el club
PSV, hoy; Villarreal, el domingo, y Junta de Accionistas, el lunes, configuran el calendario del Sevilla F.C. a seis días vista. A cada cual más trascendente en los ámbitos en que se jugarán, pues está en tenguerengue la continuidad en Europa, la supervivencia en ... la Liga y el futuro en la gestión del club. Resulta irrelevante valorar la entidad de los rivales, la fortaleza o la debilidad con la que llegarán, sus probabilidades estadísticas. Y lo es porque el mayor enemigo está dentro, con las tripas de la angustia buscándose los extremos para hacerse nudo, lo que abocaría a cirugía de urgencia y sin anestesia.
Los escorzos del destino hacen que esta noche de Champions el equipo pueda quedarse a oscuras en Europa precisamente ante el representante de Eindhoven, la ciudad holandesa en la que se hizo la luz. Y que cuatro días después se enfrente a un Marcelino al que no se firmó porque salía caro, tanto como las retribuciones fijas del Consejo y asesores varios. Y sólo veinticuatro horas más tarde, otra nueva batalla accionarial, con el componente sentimental de un hijo y un padre en bandos distintos y portando los estandartes de sus tropas.
¿Mucho? Esperen que hay más. El sector ultra de la grada «visitando» a la plantilla allá donde va, sin entender que sus componentes son los únicos que quieren pero no pueden. Y unos accionistas minoritarios a los que la mayoría fáctica y la que quiere serlo con ayuda mercenaria ningunean en función del viento que sople. Unos negándoles iniciativas escudados en defectos de forma que en otras ocasiones les convino obviarlos, otros pidiéndoles ahora el voto cuando otrora trataron de empujarlos a la cuneta de las Juntas.
Vive el sevillismo de base en la mayor de las tristezas, temiéndole al presente y al futuro con el mismo desasosiego, sin que el pasado, ese que ya no hay quien se lo quite ni se lo empate, le consuele. En él reside esa llama centenaria que nadie pudo apagar. Una infamia que ahora la quieran colocar coronando la tarta en que se ha convertido el club. Y que sea un americano extraño, traído por unos, usufructuado por otros, el invitado a apagar las velas.
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