Qué sería del Sevilla con un delantero de verdad
El equipo va encontrando su forma de jugar, a la espera de un '9' rematador que desate la tormenta
Tengo una sensación con el Sevilla. O varias. Siempre son contradictorias en estos tiempos de crisis latente. Distinta por ejemplo a la que pude sentir hace un par de semanas o a la que pueda apreciar dentro de otras dos, porque así son las ... sensaciones, reflejo de lo que vemos desde una total subjetividad. Más que una sensación, un presentimiento. Pienso que el Sevilla está dando pasos hacia algo mejor o, por lo menos, distinto a lo visto los últimos meses. La radiografía es sencilla: un equipo siempre frágil atrás, con la extraña penalidad de recibir gol en el primer o los dos primeros disparos que le hacen; un centro del campo que conoce sus deberes pero a duras penas lo ejecuta con soltura. Ni bueni ni malo, sino todo lo contrario; para después soltarse la melena en ataque y jugar un fútbol de uno contra uno donden elevas el nivel general desde las individualidades. Buscando que el bueno tenga ese momento de gracia para ganarte el partido. Parece simple, pero no lo es.
García Pimienta ha tirado su libreto a un rincón del despacho. No es que haya renunciado a su estilo. De hecho, su idea es meterlo en vena por la vía de los triunfos. Como se le resisten (las victorias, digo), su mensaje llega sin anestesia. Todavía repele. Altera. Pincha en hueso con el futbolista porque no le ve resultados. Por tanto, los jugadores van a lo sencillo. Y es que el entrenador aún intenta conseguir, por fijarnos en algo, esas superioridades por dentro adelantando a un lateral. Juanlu lo intentó ante el Espanyol. Se le veía perdido. ¿Qué hago yo aquí? Su equipo le compra el discurso del movimiento, no cuando lo pone en práctica, es decir, que no le saca provecho a ese golpe de pizarra ensayado en los entrenamientos. Cuando las papas queman y la pelota arde, balón a Dodi, que pasa por ser de largo la estrella de los sevillistas y uno de los jugadores que más gusto da ver en el campeonato. Muchos se preguntan qué podría hacer de estar mejor rodeado. Lo mismo ni era ese futbolista superlativo, que ha encontrado su estatus dentro de un club venido a menos y que siente esa dependencia como algo positivo, que alimenta no sólo su ego, sino su determinación. Con Lukebakio todo es más sencillo. Pero él y el propio Sevilla deben encontrar la fórmula para que su talento no deba destruir la muralla china cada vez que intente hacer un gol. Prioridades.
Dejarse cuatro puntos ante Valencia y Espanyol en el Sánchez-Pizjuán es un golpe tan terrible a las presuntas aspiraciones del Sevilla que entierran cualquier sensación positiva que el equipo pueda desprender. Por momentos se entiende la impotencia que siente una grada ya acostumbrada a llevarse chascos. A ver cómo sus delanteros de área, o los que dicen serlo, son medio transparentes a lo generado desde los costados. Entre Vargas y Lukebakio agistaron el avispero hasta decidir que se la pasarían el uno al otro. Que no hay mejor socio que quien habla tu idioma futbolístico, el que su nivel al menos le permite mirarte a los ojos en la hierba. Con esos argumentos del Sevilla, como bloque o como ataque, la única guinda que falta es la de un rematador puro. Un delantero que se imponga por cuerpo y nivel; por remate con cualquier zona del cuerpo. Por tirar desmarques y abrir el campo hacia esos extremos que, jugando a pierna cambiada, actúan como puñales. Ya se vio en Girona que con Isaac en punta, con dos extremos de verdad, se podía generar ocasiones. Muchas. Con otro tipo de delantero encima llegaría el gol. Talento para el '9' es lo que hace falta. Todos los saben. El problema es mirar la cuenta y ver el saldo actual.
Akor Adams no sabemos qué aportará. Decir lo contrario sería mentir. Ninguno de los delanteros tanteados por el Sevilla en enero hubiesen garantizado una cifra importante de goles porque todos son jugadores que ven en el club andaluz la oportunidad de sus vidas. Al igual que hace unos días defendía la difícil labor de Víctor Orta en la confección de una plantilla repleta de sueldos inasumibles (el caso de Nianzou es sangrente), también se debe decir que por su propia falta de acierto a la hora de encontrar un goleador ha generado una psicosis que ha calado no sólo en el entorno, sino en la propia plantilla. Depender de los goles de Lukebakio no llega a ser mala noticia porque los marca. Es si como el Madrid depende de Mbappé. Esa importancia (o más incluso) tiene el belga para los nervionenses. Pero el Sevilla necesita un 9. Alguien que asuma el rol de goleador que ha dejado En-Nesyri y que es más grave ya sin el marroquí. Los otros errores se podrían ocultar bajo el manto de otro delantero. Ya no. Víctor Orta se la juega. Otra vez más desde que está en el Sevilla. Una apuesta constante por encontrar un camino libre dentro de un barranco donde el tropiezo es la muerte. La suerte de Akor será la del director deportivo. Va en el sueldo. Y en el prestigio. Ha armado un equipo que quiere sacar la cabeza. Los tres del centro del campo y los dos extremos son suyos. Si encuentra al delantero, su cuadro habrá tenido sentido. El brochazo final nunca fue tan importante. Y me da la sensación (volvemos al inicio) que él mismo así lo piensa.
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