La singularidad de tener un abuelo presidente del Betis y otro presidente del Sevilla: «Tengo el corazón dividido entre el Sevilla y el Sevilla Atlético»

Dentro del seno de una familia tan sevillista, con su abuelo siendo un presidente recordado, podría incluso molestarle esa vinculación tan cercana que se hace de él con Del Nido Benavente, con todo lo que eso conlleva. «Mi familia tiene tradición y arraigo sevillista. Mi abuelo fue presidente y además un presidente con mucho carisma, cuyo nombre no sólo preside la Ciudad Deportiva, sino que le dio ese carácter de nuevo club como se tiene el concepto ahora, fomentando la cantera...», explica. «Después, hemos formado parte del departamento legal del Sevilla desde mi tío José Ramón Cisneros, posteriormente mi tío Óscar Cisneros, y después surgió la oportunidad conmigo. Del Nido me nombra como vicesecretario, con su hijo como secretario, y además consejero porque era una situación de cambios y necesitaba pues cierta lealtad y seguridad dentro del consejo», describe.

«Por un lado tengo mis obligaciones por formar parte de un privilegio de mi familia que siempre ha estado vinculado a la parte jurídica de la entidad y, por otro lado, mi obligación moral con la familia Del Nido, a la cual he representado desde mi nombramiento en el 2012 hasta que se me privó de voto y no pude continuar prolongando esos 12 años en el cargo, que creo que he sido de los consejeros que más tiempo ha estado ininterrumpidamente en el club», añadía.

«Me siento muy orgulloso de mi familia, a la cual quiero muchísimo. Y mi padre era un bético excepcional. Teníamos guerras con el mayor de los cariños en casa. Mi abuelo, Francisco de la Cerda Carmona, fue presidente del Betis justo antes de Benito Villamarín. Además, fue el que presentó el Betis a Benito Villamarín y después Benito Villamarín entró. Eso es una anécdota que yo cuento con cariño», recuerda Quique, al que no le ha picado el gusanillo de sentarse en un sillón presidencial, por mucho que algunos sevillistas vean en él ese perfil de familia con arraigo en el club y sin un interés puramente económico para liderar al Sevilla.

¿Ha fantaseado alguna vez con la posibilidad de ser presidente del Sevilla? «A lo mejor antes de ser consejero. Todo el mundo quiere quiere ser presidente del Sevilla. A mí me gusta más el carácter ejecutivo o la parte de poder aportar mi trabajo o mis conocimientos al Sevilla. La figura de presidente, una vez vista desde dentro, es una figura sometida a una presión, a un sacrificio y a unas responsabilidades que, sobre todo públicas, que yo creo que hay perfiles más acordes a esa posición», apostilló.