Sevilla - Barcelona: Lo inevitable alimenta la crisis (1-4)
Ni jugando bien la primera parte, ni haciéndolo en superioridad numérica en la segunda, el Sevilla esquivó una goleada que aviva sus incendios
Gritos contra Víctor Orta y su planificación: «Vente ya»
Saúl y Badé ven la quinta amarilla y se perderán el próximo duelo
Ya lo dijo Guerrita hace un puñado de décadas. Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. Ni hacía falta ser un maestro del ingenio para prever la crónica del seguro descalabro sevillista, ni el lidiador de casa estaba lo mínimamente ... preparado para hacerle cosquillas al Goliat azulgrana. Las diferencias son terribles. Y se agravan desde unas directrices económicas que no parecen equivalentes para todos. Y eso que el Sevilla FC, ojo, jugó bien, pero... 1-4. Porque este Sevilla no tiene capacidad para toserle a un FC Barcelona que va de goleada en goleada y lucha por conquistar todos los títulos en los que compite. Vargas, el mejor de los locales, se estrenó como goleador nervionense. Lewandowski, Fermín, Raphinha y Eric García devolvieron a su triste realidad al Sevilla.
Un Barça repleto de estrellas emergentes y figuras consolidadas. Un Sevilla apesadumbrado, en crisis, que ha vuelto a salir debilitado de otro mercado, al menos en cuanto a número efectivos, con una plantilla recortadísima y un entrenador 'mosca' al que no le trajeron el lateral que pidió. Todo sazonado, claro, con la desgracia de las lesiones, porque no es normal que este perro flaco perdiera en un 'maldito' entrenamiento antes del partido, y para más de un mes, a su teórico mejor centrocampista (Lokonga) y al goleador que el club trajo en enero exprimiendo límites y los euros que le quedaban en caja (Akor Adams).
En realidad, para perder con el Barça da igual que el Sevilla esté bien, mal o peor. Los de Nervión salen por norma escarmentados. Sólo han sido capaces de lograr una victoria en sus últimos 16 duelos contra el conjunto culé, triunfo que además fue inútil porque se dio en una eliminatoria de Copa en 2021 que acabaron superando los catalanes. La (insulsa) liga del Sevilla no pasa por eventos de este calibre. Mira a otros frentes, como por ejemplo el del próximo fin de semana en Valladolid, donde la preparación de la batalla ya viene torcida porque Saúl y Badé, otros dos titulares, han visto su quinta amarilla ante el Barça y no estarán en Pucela.
Matiz arriba o abajo, Pimienta puso en liza el mejor once a su disposición, señalando de entrada a una de las inversiones veraniegas. Juanlu, el niño de Montequinto deseado en Estambul, ocupó el lateral diestro en lugar del sancionado Carmona, mientras que Kike Salas se incrustó en el eje de la zaga adelantando Gudelj su posición al centro del campo. Todas las quinielas daban a Agoumé como el sustituto natural del lesionado Lokonga en la sala de máquinas pero la solución del entrenador pasó por el serbio dejando al ex del Inter en el banco.
El comienzo del duelo fue frenético. Nadie esperaba otra cosa. El Barça abrió el abanico pronto y fue embotellando al Sevilla en su parcela hasta tocar la campana. Primero avisó Lamine Yamal forzando la intervención felina de Nyland pero a los 7 minutos no perdonó el goleador Lewandowski. Cazó el balón en el área pequeña y lo alojó sin demasiada dificultad en las mallas sevillistas. 0-1. Tanto el asistente Iñigo Martínez como el ariete culé le ganaron la partida de manera pasmosa a los locales Saúl y a Juanlu. En ese momento olía a chaparrón azulgrana en el Sánchez-Pizjuán… nada más lejos de la realidad.
El Sevilla le echó arrestos y se encorajinó nada más recibir el primer golpe. La reacción fue perfecta. Empató tras sacar de centro. Saúl recogió un balón en largo y Rubén Vargas lo acompañó para soltar el mazo y establecer el 1-1. Locura en el graderío del Sánchez-Pizjuán. Seña de Orgullo. Que pasara lo que tuviera que pasar, pero que al menos el Sevilla mostrara oposición y rabia. Es lo que celebraba la afición. Una afición que este domingo pidió por primera vez la dimisión de Víctor Orta entre sus proclamas. Paradójicamente, el autor del gol y el mejor hombre de la primera parte en el Sevilla FC estaba siendo uno de sus fichajes de invierno, el suizo Vargas. El otro, Akor Adams, estará en la enfermería hasta mediados de marzo. Excelente conducción, por cierto, de Saúl en el tanto, que se redimía así de su floja marca a Iñigo en el gol del Barça.
Otra parada posterior de Nyland a Raphinha confirmaba la locura del primer cuarto de hora que se estaba viviendo en el Sánchez-Pizjuán. Partido de idas y venidas, de intercambio de golpes entre dos formaciones agresivas… no era lo que esperaba la gente, pero era bonito. El Sevilla de Pimienta le estaba mirando a la cara al Barça. Apretaba. Llegaba. Incluso se pidió penalti de Szczesny sobre Isaac en una acción que protestó mucho el público pero en la que ni el lanzaroteño Hernández Hernández ni Del Cerro Grande en el VAR apreciaron nada punible. El meta polaco le rebañó sin más la pelota al delantero del Sevilla.
El campo pudo venirse abajo en la última gran ocasión de la primera parte cuando Lukebakio articuló una chilena de cine y Szczesny evitó el gol sevillista enviando la pelota a córner. Qué belleza plástica en el remate del belga. Su remate dio paso al descanso ante el regusto de una afición que al fin disfrutaba de verdad viendo competir a su equipo, bajando al terruño a un gigante. Qué tiempos. Por desgracia, el guion viraría en el segundo acto.
Flick hizo un movimiento que fue determinante por varios motivos. En lo bueno y en lo no tan bueno. Quitó a Gavi del campo, que había tenido arrebatos algo temerarios con Kike Salas y Rubén Vargas, y colocó sobre el césped al intrépido Fermín. Lo primero que hizo el menudo atacante fue marcar el 1-2 aprovechando un balón de dulce de Pedri. El onubense cabeceó abajo de manual para batir a Nyland. Remató solo… pero es que Lewandowski también estaba suelto a su lado. Horrible la defensa del Sevilla tirando por tierra todo el buen trabajo de la primera parte.
Como en ese primer acto, Vargas volvió a ver puerta ipso facto, aunque esta vez lo hizo en fuera de juego. Entretanto, los decibelios subían y los nervios se apoderaban de la grada, que reclamó penalti en un empujón de Koundé a Sow dentro del área. Hernández Hernández ni se lo pensó. Alzó el brazo e instó a los protagonistas a seguir el juego. No vio falta alguna del exsevillista. Del posible 2-2 se pasó al otro extremo, al jarro de agua fría definitivo para los locales con el golazo de Raphinha. El brasileño dejó atrás a Badé y le mandó a Nyland un misil imposible de interceptar. El 1-3 dejaba la película sentenciada. Y eso que Fermín vio la cartulina roja por una fea y peligrosa tijera a Sow. Un cuarto de hora duró el onubense en el partido. Pese a que el Sevilla tuvo media hora por delante con un jugador más sobre el campo, fue incapaz de sacar provecho. No le hizo ni cosquillas a los de Flick. Es más, en el epílogo del choque marcó Eric García el definitivo 1-4 para los azulgranas. El Sevilla FC no se puede permitir el lujo de bajar los brazos. La temporada se le puede hacer muy larga.
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