Sevilla - Roma, final de la Europa League 2023
Gloria al Sevilla FC, heptacampeón de la Europa League
Final épica: la séptima llegó en los penaltis con Gonzalo Montiel anotando el definitivo, como en el Mundial con Argentina; los 131 minutos de juego finalizaron 1-1; Dybala adelantó a la Roma y el tanto de Mancini en propia puerta niveló el marcador
![Gloria al Sevilla FC, heptacampeón de la Europa League](https://s1.abcstatics.com/abc/sevilla/media/orgullodenervion/2023/06/01/s/copa-buena-U54408045151XcH-1240x698@abc.jpg)
Eindhoven, Glasgow, Turín, Varsovia, Basilea, Colonia y Budapest. Historia viva del Sevilla FC en su siglo dorado. Ni siquiera un curso que arrancó desde la zozobra y la preocupación ha imposibilitado engordar las vitrinas con un nuevo título. Sí, otra vez. Esto es ... el Sevilla FC; no intenten comprenderlo con los patrones establecidos. La capital húngara se mete de lleno ya en el corazón de cada sevillista, se suma desde este inolvidable 31 de mayo de 2023 al glorioso catálogo de conquistas continentales de un club que es gigante, que siempre se levanta, que nunca se rinde... que ha hecho suya la UEFA Europa League. Ceferin y su cohorte deberán meditar bien lo de cambiar el nombre a esta competición, en honor a su único y autoritario rey, el Sevilla FC. Ganó en los penaltis, como en 2007 y en 2014. Y Gonzalo Montiel convirtió el definitivo, como en el Mundial con Argentina. La final alcanzó los 131 minutos de fútbol, de épica, de recuerdos que serán imborrables. Dybala había adelantado a los romanistas pero el gol de Mancini en propia puerta lo condujo todo hasta la tanda desde los 11 metros. Ahí vapuleó el Sevilla 4-1, con 'Cachete' de héroe.
Porque esto ya no es un idilio sino una apropiación en toda regla. El Sevilla FC deslumbra como heptacampeón de su torneo. El año que era de sufrimiento acaba como uno de los mejores de la centenaria vida de la institución de Nervión. Porque así es el Sevilla FC, un titán capaz de convertir en plata el tormento, llevado en volandas por la más fiel infantería que cualquier grada pueda albergar. A ellos, el alma, los aficionados, no les ha importado pagar lo que no tenían para recorrerse Europa y dejarse el aliento en Budapest. Nadie la quiere como ellos.
Un trofeo en el que todos se acuerdan de la figura de Sergio Rico, canterano y campeón, guerrero de la casa que lucha por su vida después de un desgraciado accidente que le ha dado el pellizco amargo a esta final. Por él va este enorme título, con todas las fuerzas de una familia, la sevillista, que siempre ha sabido anteponer lo verdaderamente importante sobre el propio fútbol. La grandeza del Sevilla FC es la de Rico.
Mendilibar hizo lo que tenía que hacer. No traicionó su raciocinio ni se entregó a 'inventos' extraños. Puso sobre el verde del Puskas al once esperado por todos. Los mejores a su disposición, con el recambio natural de Telles en el lateral zurdo por el sancionado Acuña y guardándose en el banquillo las cartas de Lamela y Suso como revulsivos. Óliver y Bryan, titulares. El que no guardó nada de nada fue Mourinho, zorro viejo. Mareó la perdiz en su salsa durante toda la previa señalando al Sevilla como gran favorito y lamentando una más que posible ausencia de su gran estrella. Nada, por supuesto. Dybala formó parte de su alineación inicial, al igual que otros pilares como Smalling y Pellegrini cuya participación también había puesto en el alambre.
El comienzo del partido, con un ambiente impresionante en las gradas, fue de una tensión máxima. Pocas finales derrochan tanta intensidad. Ahí la UEFA tiene su mérito, porque esta competición está cogiendo, sin duda, cada vez más nivel y solera. Que se lo digan a los Barça, United o Juventus. En esa batalla física primigenia, la Roma se sintió más cómoda esperando al Sevilla FC. Los de Mendilibar tenían más posesión, circulando como podían desde Fernando y Rakitic, pero los italianos enseñaban los dientes a la contra, saliendo con mucha velocidad en los robos.
En una de esas llegadas peligrosas, Spinazzola pisó área y se sacó un remate envenenado que Bono, bien colocado, pudo repeler de puños para mantener el oxígeno de los suyos. El paso de los minutos no hizo sino confirmar que el Sevilla tenía un problema: ni articulaba fútbol ni mucho menos se acercaba a los dominios de Rui Patricio con pólvora real. Mancini, Smalling e Ibañez hormigonaron un muro impenetrable para En-Nesyri, totalmente desconectado de la segunda línea de ataque sevillista. El paso al frente de los romanistas terminaría por desesperar al cuadro de Mendilibar. Y por anularlo. Rakitic ya sólo aparecía a balón parado y eso era una señal horrible para el devenir del Sevilla en el choque.
La Roma pidió primero penalti de Gudelj en un despeje ante Abraham. El VAR indicó al inglés Taylor que no hubo nada. Pero ni por esas el Sevilla se iba a librar del sablazo italiano. A los 35 minutos, Rakitic perdió el balón en el centro del campo (pareció que en falta clara), Mancini le metió el balón en profundidad a Dybala y el argentino, esta vez, sí superó a Bono. 0-1. La grada 'giallorossi' estallaba en Budapest. El centrocampista croata del Sevilla y todo su equipo reclamaron con vehemencia la posible falta en el arranque de la jugada. Anthony Taylor estaba encima de la acción y no vio nada punible. Gol. Mazazo terrible para el Sevilla.
Mourinho dibujaba su jaque a Mendilibar. La Roma imponía dónde y cómo se jugaba el partido y además ya estaba por delante. Para colmo, su carta maestra, Dybala, era el elemento diferenciador del partido. A pesar de los nubarrones, el Sevilla que nunca se rinde logró sacar las agallas y reaccionar en busca del empate en la fase final de la primera mitad. Ahora sí. Vio de cerca el gol en una buena ocasión de Ocampos tras peinada de En-Nesyri y después con un cabezazo que Fernando mandó por encima del travesaño por poco, finalizando el saque de esquina de Rakitic. La más clara de los nervionenses llegó en el largo descuento de 7 minutos que aplicó Taylor, astillando literalmente la madera de Rui Patricio. Óliver encontró en la frontal a Rakitic y el croata le pegó con toda la rabia del mundo estampando su zurdazo en el poste de la portería romanista. El Sevilla avisaba. El Sevilla iba a dar guerra.
Así se fue el partido al descanso. Hubo charla. Y cambios de Mendilibar... doble y esperado. Lamela y Suso relevaron a Bryan y a Óliver tras el paso por vestuarios. Y el equipo, empujado por las trece almas sevillistas desgañitadas en el Puskas Arena, salió en la reanudación con un par de marchas más, a embotellar, a asfixiar sin contemplaciones a la Roma. Es tremendo. La historia recordaba que el Sevilla había comenzado perdiendo sus tres finales anteriores de la Europa League y que las acabó ganando. Así que los hispalenses se fueron de cabeza a por la remontada. Suso, que ya fue clave ante la Juve, fue otra vez líder en esta segunda parte con su descaro y desparpajo.
A los diez minutos del segundo acto, merecidamente, se equilibró la contienda. El capitán Navas se exprimió en su costado, apuró hasta la línea de fondo y colocó un certero centro al área que el italiano Mancini terminaba introduciendo en su propia portería al intentar evitar el remate franco de En-Nesyri. Rugía la parte blanca del Puskas Arena. Vaya final, Dios. 1-1. El Sevilla se levantó a lo grande, emulando su propia temporada, pero éste era el partido del año. De varios años.
Sin embargo, el golpe sevillista tampoco hundió a la Roma. Espabiló ipso facto con una doble ocasión de Ibañez y Abraham que puso el corazón en un puño a la hinchada nervionense y de la que Bono y su defensa salieron vivos a duras penas. La pugna a esas alturas ya era titánica. Respondió el Sevilla con un ataque que derivó en otra enorme polémica del árbitro inglés Anthony Taylor. Ibañez derribó a Ocampos dentro del área cuando el argentino se disponía a fusilar el 2-1. El colegiado señaló en primera instancia penalti, pero tras revisar las imágenes del monitor corrigió su decisión. Interpretó después despeje del defensa... prevaleciendo eso sobre un contacto que, seguro, existió del jugador de la Roma sobre el sevillista. Quejas, en realidad, hubo desde los dos bandos. A la acción siguiente fueron los italianos los que reclamaron una mano de Badé en su área.
Dybala aguantó casi 70 minutos de final, el triple de lo que anunció Mourinho. Su sustituto, Belotti, casi marca al salir en jugada ensayada. Se libró el Sevilla, que en cambio en el descuento pudo llevarse el título por medio de un disparo de Suso que despejó Rui Patricio y el lanzamiento posterior de Fernando que se marchó besando el poste. La gran final de Budapest, a la prórroga. Guion increíble, no por esperado en estas magnas citas.
30 minutos extra por delante para decantar el trofeo. En ese alargue infernal Mendilibar refrescó piernas dando entrada a Montiel y Rekik por unos agotados Navas y Telles. Lo dieron todo y más. El de Los Palacios se llevó la ovación de su gente. La prórroga entre Sevilla y Roma se masticó con un respeto tremendo, un miedo descomunal a fallar y tirar por tierra lo duramente labrado durante una larguísima noche. Los dos equipos acabaron fundidos, acalambrados. Nunca quisieron ese alargue. Qué sufrimiento. Para colmo la Roma se encontró en la última jugada con un cabezazo de Smalling que bajó con nieve y pegó en el larguero de Bono. La final llegó hasta el minuto 131. Brutal. La Europa League se decidía en los penaltis.
El Sevilla apelaba al espíritu de las tandas en 2007 en Glasgow y 2014 en Turín. El guion de la película de Budapest también lo había reservado todo para los once metros. La gloria estaba reservada, con suspense, para el mismo autor del penalti que le dio a Argentina el Mundial, Gonzalo Montiel. Se iniciaron los lanzamientos. Tensión por las nubes. Rostros de pánico. Por el Sevilla marcaron Ocampos, Lamela con el corazón en un puño, Rakitic... En la Roma anotó Cristante, pero Bono le paró el segundo a Mancini y el tercero lo mandó Ibañez al palo... Montiel tenía la copa en sus botas, como en Qatar con la Albiceleste. Tiró y lo falló pero Taylor mandó a repetir el lanzamiento porque Rui Patricio estaba adelantado. Cachete no fallaría. Gol. Gloria. El Sevilla es heptacampeón de su torneo.
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