Sevilla - Alavés: Un punto contra todos los elementos (2-2)
Un gol en el descuento de Rakitic salvó de la derrota a un Sevilla que se topó con un buen Alavés, el VAR y el diluvio
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Pocas veces los empates saben bien para un Sevilla que aspira a todo esta temporada. Si el rival no es de los llamados a pelear por posiciones europeas, como es el caso del Alavés , más aún. Sin embargo, los partidos tienen ... diversas lecturas y, visto lo ocurrido en el césped del Ramón Sánchez-Pizjuán entre sevillistas y vitornianos, puede considerarse que el punto sumado no es malo del todo para los de Julen Lopetegui, que no pierden en casa y que se marchan con un regusto un poco más dulce. Y es que se trató de un punto logrado contra todos los elementos que tomaron parte en el duelo ante el Alavés. Empezando por el propio equipo de Calleja, que hizo bien su planteamiento tras adelantarse muy pronto en el marcador, siguiendo por un fuerte aguacero que dejó el terreno de juego sevillista poco apto para grandes conducciones o circulación limpia del balón, y rematada con decisiones arbitrales cuanto menos cuestionables. En ese cóctel de locura el Sevilla tiró de su lema tatuado a fuego, aquello del «nunca se rinde», para acabar empatando el partido con el tiempo cumplido e, incluso, teniendo opciones de haberle dado la vuelta al marcador. No es el mejor resultado para afrontar una cita tan importante como la del próximo martes ante el Wolfsburgo en la Liga de Campeones pero, al menos, sí da un soplo de aire en medio de la tormenta que se desatará, esperemos que sólo futbolísticamente, en el choque de la máxima competición de clubes europea.
La tarde se puso gris muy pronto (y no sólo en lo meteorológico) para el conjunto de Lopetegui, cuya principal novedad en el once era la aparición del hasta hoy casi inédito Idrissi. Un gol de cabeza de Laguardia en un saque de esquina a los cuatro minutos empinaba la cuesta. El equipo vitoriano tenía pronto el partido como mejor le gustaba, en ventaja y ordenado en defensa para buscar las contras. El Sevilla lo intentaba, sobre todo por el costado de un Idrissi muy activo y con ganas de dar la razón a su entrenador por darle la iniciativa. Rafa Mir estuvo a punto de encontrar el empate en el 21 merced a una buena acción colectiva con centro final de Montiel que el delantero tocó de espuela para ver como se marchaba por poco. Eso sí, acción seguida Edgar tuvo un remate que también se marchó cerca del poste de Bono, dejando claro que tampoco iba a ser un convidado de piedra.
Cuando más arreciaba la lluvia sobre Nervión llegó el empate sevillista, obra de Ocampos en el 37, remachando al fondo de la red una gran asistencia de Montiel desde la derecha, que aprovechó el pase en profundidad de Jordán para servirle un centro al punto de penalti al extremo, que no perdonó. Los de Lopetegui empezaron a creer aun más y Rafa Mir tuvo dos opciones para meter miedo al marco rival, pero las abortó Pacheco. Justo cuando el tiempo estaba cumplido llegó la polémica. Una falta que se estrellaba en la barrera sevillista era considerada mano de Ocampos por el árbitro por intemediación del VAR, y el Alavés disponía de un penalti que Joselu convirtió en el 1-2 justo antes de marcharse a vestuarios. Jarro de agua, nunca mejor dicho.
El descanso no calmó los ánimos del habitualmente sobrexcitado Lopetegui. Rakitic y Suso entraron al campo por Óliver Torres y Augustinsson. Otro factor a tener en cuenta en el duelo era un césped que sufría para tragar el aguacero que le estaba cayendo sin pausa. Diego Carlos tuvo un remate de cabeza en una falta que le sacó Pacheco. El Sevilla reclamó con fuerza una posible mano de Pina en el área vitoriana. Lopetegui jugaba sin lateral izquierdo hasta que Acuña entró en el terreno de juego. Cosas raras. También entraron como últimas balas Papu Gómez y Munir para activar a un equipo sin mucha frescura y tan precipitado como últimamente acostumbra cuando las cosas van mal. Rafa Mir erraba opciones. Munir dejaba un balón muerto a Jordán que remataba flojo y a las manos de Pacheco. En el 92, el alivio en forma de disparo cruzado de Rakitic, clarividente en la tempestad para empalamar una volea baja y superar a Pacheco. Al menos un punto contra todos los elementos.
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