Liverpool-Sevilla: ¡Pentacampeón! (1-3)
El equipo de Nervión remontó al Liverpool en una segunda mitad épica y hace su leyenda aún más grande en Europa
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![Reyes levanta la Copa de la Liga Europa en 2016 (Foto: AFP)](https://s1.abcstatics.com/abc/sevilla/media/deportes/orgullodenervion/2016/05/Copa.jpg)
Cierre los ojos, piense en cualquier momento pasado entre las penurias de un Sevilla de finales de siglo XX, y vuelva a abrirlos. Acuérdese de su padre cuando le llevaba al fútbol, de su madre cuando lo intentaba consolar después de una repetida derrota, de sus abuelos cuando lo animaban para que no decayera, de sus amigos, de los que le tendieron la mano o le abrazaron cuando el camino era el contrario. Piense en ellos, en aquellos que nada pudieron ver en forma de gloria y que, sin embargo, le hicieron a usted sevillista. Porque este momento, el que usted vive, de bonanza absoluta, lo recordará de por siempre y es tan suyo como de ellos. La familia de Nervión jamás olvida de dónde viene. Piense en ellos y tómese el tiempo que le haga falta. Demasiado tuvo que esperar para que ahora alguien le someta a una prisa pasajera. Disfrute. Mucho. Y pare el reloj todo lo que su cuerpo y alma le permita. Está usted y su gente, en estos precisos momentos, en uno de los instantes más bellos y emocionantes de sus vidas. Su Sevilla FC es hoy, día 18 de mayo de 2016, pentacampeón de Europa. Léalo bien: pentacampeón de Europa. Si quiere se lo pongo de nuevo y le añado algo: pentacampeón de Europa en sólo diez años. La victoria ante el Liverpool en la final en Basilea lo ha catapultado hacia el infinito. Porque términos, permítale que le diga, como leyenda, mito o quimera... no pueden definir lo que es el Sevilla FC y su sentir en estos precisos momentos. Seguramente, no le cabe el corazón en el pecho y posiblemente las lágrimas de pasión y alegría no le dejen leer con calma lo que aquí le escribo. Lo entiendo. Pero tómese su tiempo y vuelva a releerlo las veces que hagan falta.
Después de Eindhoven, en 2006, vino Glasgow en 2007, Turín en 2014, Varsovia en 2015 y ahora, Basilea en 2016. La ciudad suiza se une al ciclo de pasión sevillista y a una forma de entender no sólo el fútbol, sino la vida en general: el hambre y las ganas de crecer y mejorar destronan para siempre lo imposible. Hay que creer y sentir que eres grande, que eres único y que la vida te ha puesto en un camino que con esfuerzo y luchando hasta el final puedes recorrer con orgullo. Ese es el Sevilla: el de ayer, ese que comenzó en 2006 a superarse, y el de hoy, ese que contra el Liverpool volvió a demostrar que es ejemplo para todos.
El partido fue una lucha constante de cambios de golpe. Aunque el primero en avisar sería el Liverpool. El Sevilla, con personalidad y consciente de lo que se estaba jugando, pidió el balón y trató de encontrar la verticalidad, pero los de Klopp, con apenas unos pases, se llegaron a poner de cara hasta en dos claras ocasiones. La primera, con un balón suelto que tuvo que sacar Carriço en el minuto once y la segunda, con un disparo de Sturridge en el 25 que atajó David Soria. Además, los jugadores del Liverpool reclamaron dos penaltis por manos de Carriço (bastante claro) y Rami. El Sevilla, lejos de amilanarse, respondió con fuerza y máxima concentración siempre apoyado por su hinchada que, aunque menos numerosa que el Liverpool, llevó en todo momento el protagonismo en la animación. Gameiro, el desengrasador, comenzó a sentir el cosquilleo del área y a punto estuvo de marcar de chilena en el minuto 31, en la que sería la primera ocasión del equipo nervionense. Sólo sería un espejismo. El partido entró en una fase de máxima intensidad y los del Liverpool reaccionaron con bravura. Demasiada. Sturridge, en una jugada individual, pondría por delante a los ingleses con un golazo. Minuto 35 y el miedo se apoderó de los sevillistas. Llegaron a partir de ahí los peores momentos con el Liverpool adelantando su línea de presión y los hombres de Emery con sumo nerviosismo y pidiendo el final de la primera parte.
Pero a este Sevilla, aún casi moribundo, siempre tiene un último aliento. A los 17 segundos de la reanudación, como sólo son capaces los más grandes, el equipo nervionense se reinventó, se quitó el horrible traje de los primeros 45 minutos y empató el partido. Mariano, en un despeje de Alberto Moreno, le dio el balón a Gameiro para poner el 1-1 en el marcador. El Sevilla sufrió 45 minutos y apareció en sólo 17 segundos, lo justo para decirle al rival que iba a darlo todo y más en la finalísima. El Liverpool quedó groggy. Ahora, el mareado era el rival, mientras que los sevillistas ganaron en confianza y siguieron buscando con ahínco la meta de Mignolet. Así, Gameiro en apenas quince minutos tendría dos clarísimas ocasiones para poner por delante a su equipo pero en una aparecería un defensa para despejar y en la segunda sería el portero el que haría una buena parada tras el lanzamiento de un córner. Pero el Sevilla estaba lanzado... Magnífica señal para quien sufrió tanto en la primera parte. El Sevilla se hizo más Sevilla. Fue merodeando y merodeando y merodeando y apareció Coke, ahora sí, para poner por delante, ahora sí, a su Sevilla del alma. Tras una jugada de Vitolo y Banega, el madrileño haría el lanzamiento de su vida. ¡Gollllllll! Pero aquí no acababa la historia. El Sevilla quería más y más. El que mejor lo entendería sería Coke de nuevo para marcar el tercer tanto en el minuto 70 ante la desesperación de un Klopp que no entendía nada. Los minutos pasaban y el sevillismo seguía sintiéndose orgulloso de su equipo, de sus jugadores, de Emery y de todo lo que tiene que ver con una pasión llamada Sevilla FC. A los ingleses sólo les faltó aplaudir. Había aparecido el más grande, un equipo del sur de Europa que casi sin hacer ruido se ha colado en la historia de la historia. Para siempre. El Sevilla FC, sí, su equipo, es ¡pentacampeón de Europa! Disfrute mucho por favor...
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