Sevilla FC
Hace falta mucha sangre
Nosferatu Vs. Drácula: Duelo de vampiros en Nervión que se salda con un triste empate
De lo poquito bueno del Sevilla, el debut de Rubén Vargas. En muy poco tiempo, se le vieron detalles interesantes. Si la cosa no se tuerce, va a darnos mucho juego
Sevilla - Valencia: Mamardashvili le regala un soplo de vida al Sevilla (1-1)
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El sábado amaneció metido en niebla, y aunque a mediodía salió el sol, el ambiente húmedo y frío no se iba a marchar en todo el día. A la hora del partido contra el Valencia, la niebla caía sobre el Sánchez Pizjuán como en una ... película de terror victoriana, cualquiera en blanco y negro de la Universal, o las de color de la Hammer. Allí mismo, frente al azulejo del Sevilla, en los cines del Nervión Plaza, había quien a la hora del partido se deleitaba viendo el remake de Nosferatu de Robert Eggers. La versión de Eggers es bastante fiel a la original de Murnau, pero el vampiro da menos miedo. Aunque para pasar verdadero miedo, lo mejor era asistir al Sánchez-Pizjuán, donde dos vampiros con mucha sed de sangre se la jugaban: Nosferatu contra Drácula, dos monstruos con patología y males simétricos.
Valencia y Sevilla son dos equipos moribundos, dos no muertos aunque casi, que necesitan con angustia la hemoglobina del gol para poder seguir adelante y sortear la agonía. El equipo del murciélago llegaba a Nervión con una tendencia más favorable que el Sevilla, que después del petardazo copero frente al Almería tenía la necesidad de demostrar cosas ante su afición.
«Los edificios arden, las personas mueren. El amor verdadero es para siempre»: los Biris eligieron esta leyenda para ilustrar su tifo de anoche. Pertenece a El Cuervo, película de fuerte aroma gótico. Por eso mismo, la frase, con la que los Biris pretendían contestar a la deriva de la directiva sevillista un día después de una nueva Junta de Accionistas sonrojante (y van…), podría perfectamente haber sido pronunciada por Drácula antes de hincarle el diente a Mina Harker, o por Nosferatu antes de hacer lo propio con Ellen Hutter. En el terreno de juego, tocaba ver competir a dos vampiros. Pero dos vampiros luchando nunca resulta un espectáculo demasiado estético. Son bichos feos, enfermizos. Por eso el encuentro fue, durante mucho tiempo, una cosa aburrida, de dos animales que se olisquean sin atreverse a enseñar del todo los colmillos. En el minuto 15, un pisotón de Carmona a Gayá hizo que el pie del valencianista sangrara, traspasando la propia tela de la bota. Fue, en realidad, el único atisbo de sangre que se vio en el primer tiempo, con tan solo una ocasión reseñable de los locales: un trallazo exterior de Isaac, que fue interceptado por Mamardashvili en un paradón de enorme plasticidad.
A falta de sangre, el sevillismo iba a pedirla con efusividad en el descanso. De este modo, los cánticos de «Directiva dimisión» y «Junior vete ya» acompañaron los últimos minutos del primer tiempo con una potencia ensordecedora, y continuaban cuando los jugadores se encaminaban hacia el vestuario.
Tras el descanso, la niebla se hizo más fuerte sobre el estadio; la cosa iba a ponerse más terrorífica. En el 55, el Sevilla volvió a intentarlo desde fuera del área, esta vez Lukebakio, con otro trallazo y otro paradón de Mamardashvili, dispuesto a darnos la noche. Y al final, por fin corrió la sangre, lástima que sevillista: en el 60, Luis Rioja, superando a la desnortada defensa local, se trajinó un golazo que adelantó a los valencianistas en el marcador.
Lo que diferencia a Drácula de Nosferatu, en su concepción inicial, es que fue este último quien aportó el mal de la fotofobia. El luminoso gol del Valencia convirtió al Sevilla en un Nosferatu desnortado, incapaz de recomponerse e ir a por el partido. Lo más positivo para los de Nervión fue el estreno de Rubén Vargas, que en muy pocos minutos demostró que está llamado a ofrecer cosas interesantes. De su pie salió otro de los tiros exteriores que estuvieron a punto de acabar en gol; en este caso, la resistencia no la puso Mamardashvili sino el palo. Con el tiempo casi concluido, el Sevilla Nosferatu encontró en la fortuna de un tiro exterior de Pedrosa el gol del empate que salvó los muebles, aunque no la dignidad. Empate en el duelo de vampiros, y sensación de que, para que esto remonte, hace falta mucha más sangre.
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