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Alcañiz, a quema rueda

La localidad turolense, a punto para la gran cita

Alcañiz, a quema rueda EFE

ÉRIKA MONTAÑÉS

“Esto es una locura”. Muy sonriente, pillamos a Gerardo, un vecino de Alcañiz, yendo a comprar pan –“si me dejan”, dice mientras esquiva motos que vienen en una y otra dirección- para sus invitados foráneos, que han encontrado en la celebración del Gran Premio de motociclismo que este fin de semana se celebra en la capital del Bajo Aragón el motivo perfecto para visitar a su amigo. Una locura de ruido ensordecedor y goma quemada. El “brum” martillea la cabeza. ¿Pero vosotros los alcañizanos ya deberíais estar acostumbrados al ruido, no? A la pregunta, Gerardo se enmienda: “Sí, sí, todo esto es una locura, pero a nosotros nos gusta. Quizás si durase tres semanas, acabaríamos odiando las motos, pero un fin de semana así es genial”. Genial para salir de la tranquila rutina en la que viven instalados los vecinos de este municipio, de unos 16.000 habitantes, y que luce como señas de identidad su célebre tamborileo de Semana Santa –es, junto con la Calanda del cineasta Luis Buñuel, el estadio más importante de la Ruta del Tambor y el Bombo- y su Circuito Urbano de Guadalope (nombre del afluente del Ebro que baña estas tierras) que llevaba celebrándose desde 1965. Los dos factores, el estruendo de los tambores y la velocidad de aquel trazado que atravesaba las calles de la urbe, se han unido ahora en la Ciudad del Motor de Motorland Aragón.

Cerveza y panceta de día

La “locura” de la que nos habla Gerardo se transforma en bendición para estas modestas tierras cuando observamos la metamorfosis increíble de esta ciudad y calculamos el impacto económico que acarreará el ingreso por la puerta grande de Alcañiz en el campeonato mundial de motociclismo. En cada rincón del tranquilo municipio se apostan hoy hileras de Suzukis, BMW, Yamahas, Hondas y Ducatis, como si sus dueños las hubiesen olvidado allí para siempre. Pero no. Los revestidos de cuero y melenas yacen en los cercanos céspedes que hacen las veces de cama improvisada. La cerveza bulle desde las barras instaladas en decenas de puntos de la ciudad. El pueblo entero huele a panceta. El pueblo entero viste el 26 de Pedrosa o el 99 de Lorenzo. Camisetas, gorras, banderas…

Con permiso del “Doctore” Rossi, Pedrosa y Lorenzo son los reyes indiscutibles de la afición

Con permiso del “Doctore” Rossi, que este sábado no ha logrado un buen tiempo en los clasificatorios, los pilotos catalán y balear de MotoGP son los reyes indiscutibles de la afición. De hecho, muchos hoy en las gradas del trazado aragonés han pagado caro los excesos de anoche y echan una cabezadita en medio del estruendo que provoca el rodaje en pista de Elías, Iannone y los demás de Moto2. Pero cuando saltan a pista los de la categoría reina, entonces estallan en euforia. Contrastes del mundo de las carreras, que se repiten de noche.

Cerveza y caballitos de noche

Al caer el sol, los moteros se “ganan” al respetable. Aceleran hasta el corte de inyección y queman rueda. La algarabía profiere en gritos. Los caballitos e invertidos son los gestos más repetidos. Y la multitud irrumpe en aplausos. Muchos no encuentran mejor lugar para el “espectáculo” que las rotondas, que están literalmente invadidas.

Esto ocurre en los accesos mientras el centro del municipio está cortado al tráfico, con miles de personas bailando al son de las discotecas móviles pertrechadas de go-gós. A los habitantes de toda la comarca turolense se les han unido mayoritariamente moteros venidos de la vecina Cataluña y, curiosamente, muchísimos italianos.

En los corrillos, de repente, la conversación se ve interrumpida por un fanático de las dos ruedas que pone a punto su motor. El soniquete del “quema-ruedas” acompaña toda la noche, ganando terreno, incluso, al “chunta chunta” del “pan pan americano”.

Entre cerveza y cerveza, Rubén, oriundo de Teruel, comenta con cierta sorna: “Hay que recogerse pronto, que mañana viene hasta el Rey y hay que ponerle buena cara”. Realmente, hoy ha sido muy elogiado el “buen gesto” de Don Juan Carlos, al que no ha faltado tiempo para confirmar su presencia este domingo en Alcañiz en aras de promocionar la “candidatura” del circuito para los próximos años (al comenzar 2010 era circuito reserva, hasta que el húngaro de Balatonring ratificó que no llegaría a plazo para albergar la prueba) y de participar en el homenaje que se rendirá al piloto fallecido en Misano hace una semana, el japonés Tomizawa.

Sin embargo, pese a la buena intención de Rubén, mucho nos tememos que la noche aquí será larga y que mañana, más de uno verá a Su Majestad el Rey con los ojos entreabiertos. Porque es el día grande del Alcañiz amante del ruido y la velocidad. Y, al fin y al cabo, un día es un día.

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