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Fútbol sala

«No tengo nada que hablar con tramposos; Francia, que era inocua, nos ha dado un extra de motivación»

Mundial de Uzbekistán 2024

El granadino Miguel Rodrigo, seleccionador de Tailandia, se ve las caras con los galos tras criticar con dureza su pasteleo con Irán en la primera fase

Escándalo en el Mundial de fútbol sala: «Sois una vergüenza, dais un profundo asco»

Miguel Rodrigo, durante un partido de Tailandia INSTAGRAM
Miguel Zarza

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Tenía decidido abandonar el fútbol sala, pero la llamada de un amigo cambió el adiós de Miguel Rodrigo por un último baile. El técnico granadino, en una nueva aventura internacional, tomó las riendas de Tailandia con la misión de clasificarla para el Mundial, y una vez cumplido el objetivo aceptó guiarla en el torneo. Su buen hacer en la pista, logrando el pase a octavos de final, y sus durísimas críticas a Francia e Irán por jugar a no ganar en su duelo de la última jornada de la fase de grupos, le han convertido en uno de los protagonistas de la cita que se desarrolla en Uzbekistán, donde es además el último representante español tras la temprana y sorprendente eliminación de España y los cuatro colegas que ocupaban otros banquillos.

—Parece que contratar a Miguel Rodrigo es sinónimo de resultados.

—Bueno, yo siempre intento hacer mi trabajo lo mejor posible. Seguramente parte de mi secreto sea cuidar la parte emocional, motivacional, las relaciones humanas, más allá de la táctica. Siempre lo comento en los cursos, el trabajo de un entrenador primero es conectar mentes, corazones y luego darle un orden táctico. Esta frase la llevo a todos los sitios. En Japón estuvimos a punto de hacer unos cuartos de final, sacamos dos campeonatos de Asia; en Vietnam jugué con ellos la primera y única final de un campeonato de Asia con el Thai Son Nam y casi ganamos al campeón de Irán, y con mis tailandeses pues mira… Hicimos después de muchos años una final del campeonato de Asia, hemos hecho seis puntos en un Mundial, se le gana por primera vez a un equipo europeo… Son muchas primeras veces. ¿Esto es equivalente a éxito? Bueno, es mi éxito, no muy grande pero es el que yo produzco en el contexto en el que estoy y estoy muy feliz. La pizarra es muy importante pero comprendí a tiempo que la dirección de seres humanos es lo máximo en un grupo deportivo y ese es el secreto, que se crea una energía, esa sensación de familia deportiva.

—¿Cuando le contrataron acceder a octavos era uno de los objetivos?

—Las circunstancias del fichaje están marcadas por la rapidez. Ellos tenían un entrenador español, César Núñez, pero tras una pelea separan sus caminos. Me llaman y les digo que había tomado la decisión de abandonar este deporte por mil cosas, porque Venancio, Fede, Rubiales, la RFEF… me aplastan, me ven como una amenaza y me decapitan. Acabo asqueado. Mi mujer trabaja, es psicóloga, y yo tengo mis ahorros y mi independencia, me involucro en la formación de entrenadores, con los niños y tal. Entonces les dije que no. Fichan a Pato, extécnico del Movistar Inter, pero tiene una enfermedad justo antes de viajar y me llama de nuevo el presidente, que es íntimo amigo mío desde que entrenaba al Caja Segovia. Al verle contra la espada y la pared lo hablo con la familia y me dicen que como me he despedido un poco en la oscuridad, con la pandemia, es como si no hubiera cerrado el capítulo. Y tomo la decisión de fichar. Sale bien, nos clasificamos para el Mundial y me piden después el esfuerzo adicional de dirigir al equipo aquí. Lo entiendo como cerrar el ciclo, despedirme en un estado de felicidad, entre luces, y aunque era un grupo difícil nos hemos colado en octavos. Y una vez aquí nos miramos y nos decimos vamos a intentar meternos entre los ocho mejores y hacer historia».

—No está mal para un 'last dance'...

—Sí, pero una vez que estás aquí ya quieres más. Estoy feliz porque sobre el papel deberíamos haber perdido con Croacia, golear a Cuba pero haber encajado muchos contra Brasil… y veníamos con mucha ilusión pero no estaba para nada garantizado. No te imaginas la felicidad del grupo tras ganar a Croacia. Es un grupo con una energía muy especial y ahora lo que queremos, y más con este extra que envuelve el partido contra Francia, es estar entre los ocho mejores del mundo.

—Se da la circunstancia de que hoy se miden precisamente a Francia, señalada por su pasteleo con Irán para elegir lado del cuadro. ¿Cómo vivió ese partido?

—Con indignación personal y vergüenza internacional por el espectáculo que dieron los dos jugando a perder. Fue un bochorno para el público, que incluso pese a su ajustada economía abandonó el pabellón en el descanso. Yo creo que no valoraron las consecuencias, pensaron que esto era como en sus federaciones y ligas, con un ambiente local, sin repercusión… pero no, es un Mundial FIFA. Yo rápidamente estallé pero también lo hicieron los seleccionadores de Brasil, de Argentina, el portugués Erick, Catela por España… Tenemos una motivación extra porque nos han elegido como rival y les esperamos con los brazos abiertos. Si nos queréis, aquí estamos.

—¿Ha tenido la oportunidad de hablarlo con algún miembro de alguna de esas dos delegaciones?

—Nos cruzamos en el pabellón para el entrenamiento, seis o siete de ellos pasaron por delante de mí, y bajaron la cabeza. No tengo nada que hablar con tramposos, y menos después de que Irán me haya denunciado ante la FIFA. Y si se dirigen a mí será para decirles que lo que han hecho es una vergüenza para nuestro deporte. También se han justificado en que el sistema de competición permite estas cosas, pero no es el sistema, son las personas. También se permite conducir por la carretera pero no ir borracho y atropellar a gente. La excusa es de no tener escrúpulos. Las declaraciones que hizo el técnico francés son terribles, las del capitán Kevin Ramírez también, las que han hecho los iraníes igual… pero me consta que en sus federaciones ha habido críticas. Me han mandado incluso las del hermano del entrenador de Irán y le ha puesto verde, diciendo que con esa mentalidad de perdedores nunca lograrán nada. Y en Francia igual. Ahora temen el castigo de la FIFA. Yo personalmente y el grupo teníamos claro que si el rival era Irán teníamos la motivación suficiente porque nos ganaron en la final de la Copa de Asia, pero Francia que era inocua ahora nos ha despertado un extra de motivación.

—¿Lo ha hablado con sus jugadores?

—Están heridos y les ofende, lo hablamos en la cena. Porque una cosa es que sobre el papel podamos admitir cada uno de nosotros nuestro potencial, pero no que nos lo diga nadie. Si mundialmente están eligiéndote, diciéndote que eres peor que el resto a nadie le gusta, enfada. Y mis jugadores están muy enfadados. Movilizar un sentimiento de esos escondidos de supervivencia, de rabia, seguramente nos permitirá igualar el desequilibrio que tenemos con este rival porque francamente es superior que nosotros, a nivel muscular, de fuerza y de todo.

—¿Sienten que la comunidad del fútbol sala estará con ustedes?

—Yo en mis redes sociales recibo de todo, desde iraníes que me mandan por ahí a otros muchos que se avergüenzan de su selección, pero hay como quinientos mensajes de gente de todos los lugares del mundo que me están mandando mensajes, vídeos, en los que dicen algo así como 'todos somos tailandeses'. Se junta un poquito la indignación con Francia con el apoyo que siempre muestra cualquier ser humano al débil. Y nos alegra, porque vamos a sentir que en el pabellón los tres mil o cuatro mil que vengan van a estar con nosotros. Estoy seguro de que vamos a estar como en casa y eso ayuda mucho.

—¿Cree que habrá consecuencias disciplinarias?

—Sé que lo están valorando, porque han comunicado por escrito que han detectado un 'match fixing' en ese partido, algo que no cuadra, y que las alertas, además de desde otras selecciones, también saltaron a nivel interno desde el comisario del partido que estaba en el pabellón. Y me consta que por los canales de FIFA durante el choque se hablaba de 'vergüenza'. Están haciendo una investigación y hay que darles tiempo. En plena competición poco pueden hacer más que llamar a las partes y no creo que ocurra nada. Pero en mi opinión ambos deberían ser automáticamente descalificados para que sirviera de lección para el resto, porque aunque el sistema permita esto, depende más de las personas. Las normas morales son muy claras porque el 'fair play' es el lema de la FIFA. Y espero que no haya nada de apuestas por detrás, porque muchos esperábamos que Irán se iba a dejar perder, pero nunca pensamos lo de Francia.

—En lo extrictamente deportivo, ¿qué le está pareciendo el Mundial?.

—Estamos viendo un fútbol sala muy ofensivo, ha sido una gran sorpresa porque viví el Mundial anterior en Lituania como observador técnico de la FIFA y aquí estamos viendo muchos goles, partidos abiertos, equipos que presionan, pocos que especulan con las alturas defensivas, poco uso del portero jugador para ralentizar el juego… Muchos técnicos hemos elevado la voz, somos un deporte que es un bebé y necesitamos patrocinadores, atención del público y de los medios, y la única forma de hacerlo es convertir este deporte en lo que por esencia es, un deporte muy atractivo, muy rápido y de ida y vuelta. Algunos entrenadores lo convierten en un auténtico tostón infumable que espanta a los recién llegados que lo ven por primera vez. En este Mundial hay bastante espectáculo y los partidos son muy entretenidos. Me está gustando mucho lo que he visto. Y hay una selección muy por encima del resto a nivel muscular, de velocidad y de juego, que es Brasil. Lo sentí en la pista y les veo como clarísimos favoritos.

—España no estaba entre las grandes favoritas, pero su temprana eliminación ha sido una gran sorpresa.

—Siento una tristeza profunda, enorme, como español. Pero, honestamente, creo que el hundimiento del barco se veía venir. Hay culpables muy claros, llevamos muchos años en una guerra civil iniciada intencionadamente por algunos. Alteraron el orden establecido y generaron una atmósfera irrespirable para entrenadores y jugadores y la consecuencia inmediata que muchos anunciábamos es que tanto la dirección deportiva antigua, que ahora ha fracasado con Uzbekistán, como el entrenador y las personas que rodean a la dirección del fútbol sala deben inmediatamente abandonar y dejar paso a un aire fresco. La decepción es profunda pero es algo que muchos anunciábamos y que veíamos venir. La incapacidad de ganar un tiempo a Nueva Zelanda o para ganar a Venezuela es culpa de los que dirigen o pilotan el barco. Los jugadores, y para mí esto es importante, son las víctimas.

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