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Halterofilia

Lydia Valentín: «Yo puedo dormir tranquila; nadie vendrá a mi casa a pedirme las medallas»

La haltera, oro, plata y bronce olímpica y galardonada con el premio María de Villota, habla sobre ser pionera en una disciplina con poca tradición en España y sobre la corrupción en su deporte

El dopaje pone en shock al tenis

Lydia Valentín, con sus medallas olímpicas EP

L. M.

Lydia Valentín recibe este próximo día 13 el premio María de Villota por toda su trayectoria. Un galardón que se ha ganado por esas tres medallas olímpicas (oro en Londres, plata en Tokio y bronce en Río) que la impulsaron en el palmarés y en este deporte que ella supo poner en el mapa, la halterofilia.

Es una de las claves del éxito deportivo de Valentín, pues fue a contracorriente de muchos de sus compañeros de colegio que optaban por otras actividades deportivas mientras ella se decantaba por aprender a levantar pesas. «Siempre digo que la halterofilia me escogió a mí. Yo era una niña a la que me gustaba mucho el deporte, siempre iba a practicar cuando era pequeña, a baloncesto o atletismo, y un día el entrenador de halterofilia me lo propuso», concede Valentín.

Sin embargo, se metía en un deporte que siempre ha tenido la sospecha del dopaje como compañera de fatigas. La leonesa se pronunció también sobre ese aspecto, que la dejó sin disfrutar del momento del podio de Pekín 2008 y Londres 2012 y recibió su plata y su oro en diferido. «No subo en el podio de Londres ni al de Pekín, en Río gracias a Dios, sí. Fueron sensaciones encontradas porque por un lado me dieron la medalla, por ejemplo, de Londres, antes de Río, pero fue una sensación agridulce», comenta.

«Todos sabíamos que había una halterofilia corrupta, pero no pensé que llegaría a destaparse», subraya. Pero la haltera quiere centrarse en lo positivo, porque aunque no tenga la foto en lo más alto del podio, la historia queda: «Cuando alguien busque las medallas en halterofilia en los Juegos, siempre aparecerá la medalla de oro de Lydia Valentín».

«Yo puedo dormir tranquila porque nadie vendrá a mi casa a pedirme las medallas», sentencia antes de señalar que en el presente «se están haciendo las cosas mejor, aunque se puede mejorar. Esto no es cuestión de deporte, es cuestión de valores».

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