Juegos Olímpicos
Lili Fernández: «Hay que visibilizar la maternidad en el deporte con normalidad, no como una proeza»
Voley Playa
La alicantina abre este domingo el voley playa bajo la torre Eiffel con Paula Soria de pareja en sus cuarta cita olímpica
Enmanuel Reyes: «El objetivo es arrancar la cabeza a todo el que se nos ponga por delante»
![Liliana Fernández, durante su participación en los Juegos de Tokyo](https://s2.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2024/07/27/lili-Rrr5dmBVqyiAZfOr22qUqfP-1200x840@diario_abc.jpg)
Hace dos años, cuando nació el segundo hijo de Liliana Fernández (Benidorm, 1987), la jugadora de voley playa no pensaba en París. No solo por su reciente maternidad, sino porque su eterna compañera, Elsa Baquerizo, había dejado la competición tras los juegos de ... Tokyo, los terceros en los que habían participado juntas, tras Londres y Río. Tras doce años de olimpismo, Fernández sabía que el Sena le quedaba lejos, que la clasificación eran casi inalcanzable, como esos balones que pasan por encima de la red y casi notas su tejido en las uñas antes de que aplasten la arena. Sin embargo, una llamada de teléfono cambió la perspectiva.
«Un día me llamó Paula Soria para decirme que quería jugar conmigo, que de pequeña veía nuestros partidos y que quería ser mi pareja». Liliana respondió que estaba embarazada, que sus horarios de entreno serían limitados, pero no fue impedimento para que Paula Soria, con el sí de su referente deportivo, se mudara a Tenerife a vivir, a entrenar y a amoldarse a una jugadora que tenía en Baquerizo su neurona espejo. ¿Cómo funcionará esta nueva pareja del voley español, que debuta este domingo, a las 9.00 horas, en la pista central bajo la Torre Eiffel?
«Paula es una jugadora súper competitiva, no solo conmigo sino con todas las compañeras que ha tenido. Lo que veremos es lucha, garra, y también sonrisas si se nos da bien. Tiene buena cabeza y en pocos meses ha conseguido agarrarse a una filosofía de juego que a mí me costó muchos más años, y eso que llevo desde 2018 con Sebas (Sebastián Roberto, su entrenador) y lo tengo asimilado y mecanizado», dice Liliana, que está en París con sus dos hijos, el cuerpo recuperado y la mente asimilando que tiene algo de milagro haber logrado la clasificación en apenas un año y medio: «Cuando empezamos a jugar juntas había química y comunicación; 2023 fue un buen año, pero en 2024 nuestro juego al fin encajó y comenzamos a hacer buenos resultados, a sumar y a escalar en el ranking olímpico hasta que en el penúltimo partido nos colamos», recuerda sonriendo como si aún no se creyera que este domingo va a disputar sus cuartos Juegos Olímpicos como deportista de élite y con sus hijos de 6 y 2 años en la tribuna para verlo.
¿Se considera un referente por combinar la élite deportiva y la maternidad? Liliana se sacude el término «referente» antes de responder: «Por un lado debería visibilizarse más para que otras deportistas vean que pueden dar este paso, pero a la vez lo que yo hago no es diferente a lo que hacen otras madres que tienen que viajar por su trabajo, ya sea a una empresaria o una azafata. ¿Cuál es la diferencia en mi caso? El sobre esfuerzo de trabajar con tu cuerpo, es muy complicado volver de un embarazo, pero la conciliación, levantarte, hacer malabares para salir de casa lo hacemos todas. Hay mujeres que van a la oficina y otras que vamos a trabajar a la playa. Hay que visibilizar la normalidad, pero no venderlo como una proeza».
En el cuerpo, la maternidad influye, pero ¿cómo lo hace en la mentalidad de una jugadora? «Relativizas mucho más y te das cuenta de la importancia de las cosas, antes las derrotas o jugar mal me afectaba un montón y podía estar horas o días tocada por esa derrota en función de la importancia del partido, pero desde que soy madre eso ha cambiado». Lo que realmente supuso un punto de inflexión para ella fue la pérdida de su madre al mes de dar a la luz: «Me puso en mi sitio», confiesa: «La vida es muy corta, y si volvía a jugar era para disfrutar, no para estar triste o amargarme por las derrotas. Así que lo he hecho por ella, sin ella no habría llegado adonde he llegado en el deporte, y más con dos hijos. De hecho, en ciertos momentos este último año han sucedido cosas que me han hecho pensar que mi madre está tirando de hilos ahí arriba y nos ha ayudado para estar aquí, en París».
Rivales italianas
El debut será ante las italianas Valentina Gottardi y Marta Menegatti, y tendrán que hacer buena la frase de 'a la tercera va la vencida' porque las dos veces que se han enfrentado han perdido por dos a cero a favor de las trasalpinas. «Han sido victorias ajustadas y aquí esperamos poder darles algo de guerra, a ver si podemos sacar un set o dos o por lo menos llegar al tie-break. Los siguientes son las brasileñas, las favoritas, lo pelearemos hasta el final. Y el último partido de grupo es Egipto, que deberíamos ganar a priori, pero no se puede dar nada por hecho».
Por primera vez hay tres parejas españolas en unos Juegos Olímpicos, ¿acaso es un síntoma de algo? «No sabría qué decir», responde con prudencia la jugadora, porque sabe lo que hay detrás del dato. Ahora el voley playa está en su mejor momento, sí, pero ¿hay reemplazo?, se pregunta. «Somos una generación veterana, Pablo Herrera tiene 42 años (leyenda viva del voley playa español, suma seis citas olímpicas y la única medalla de la disciplina, la plata en Atenas con Javier Bosma), yo tengo 37 y Paula, 31, pero las otras chicas (Tania Moreno y Daniela Álvarez) tienen 22 y 23 años. No sé si cuando nos retiremos está asegurado el reemplazo».
Pero antes de hablar de retiradas, hay que hablar de inicios. Y este domingo arrancará su cuarta cita olímpica con la Torre Eiffel de testigo, y cuando entre en la pista, cuando las luces y la megafonía enciendan el ambiente deportivo, ella mirara al cielo, desde donde su madre, Dragui, verá los hilos de España ondear sobre la arena en la saltará otra vez Liliana Fernández para rematar, bloquear y salvar balones.
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