entrevista
Javier Gómez Noya: «Con el triatlón nunca tuve la sensación de trabajar»
El campeón mundial repasa con ABC sus 26 años en el deporte que hizo popular al iniciar una nueva vida
Gómez Noya anuncia su retirada
![Gómez Noya, compitiendo y posando](https://s3.abcstatics.com/abc/www/multimedia/deportes/2024/10/03/noya5-RRcMFDLVkkmUZIHwqiPxAiM-1200x840@diario_abc.jpg)
En el exterior de la sucursal del banco que lo patrocina, el centro Madrid bulle repleto de turistas y viandantes que buscan el calor y el aperitivo. En ese mediodía Javier Gómez Noya, gallego de Basilea, 41 años, subcampeón olímpico, cinco veces campeón ... mundial, se despide de su deporte, de la prensa y del público en una ronda de entrevistas. Con ABC repasa 26 años de dedicación a un deporte, el triatlón, que antes era clandestino y ahora una potencia.
—26 años con el triatlón, ¿qué siente, alegría por una decisión meditada, tristeza por lo que deja atrás, alivio?
—Lo has resumido bien. Es una mezcla de emociones y las que comentas están todas presentes. Estoy tranquilo y contento con la decisión de retirarme, siento nostalgia no de pensar en momentos o en la competición, sino el estilo de vida, las concentraciones, los entrenamientos con compañeros, tener mi vida dedicada a un foco. Pero el tiempo pasa y, orgulloso de mi carrera, creo que era el momento de tomar esta decisión.
—¿Es tan difícil irse, como dicen los que se van?
—Por muy claro que lo tengas, creo que para cualquier deportista nunca es un momento fácil hacer un cambio tan importante en tu vida. Genera incertidumbre porque durante 26 años lo que he hecho no ha sido salir de la oficina y desconectar. Son 24 horas, 365 días pensando en todo lo que haces para mejorar tu rendimiento.
—¿Por qué se dedicó al triatlón?
—Como casi todas las cosas importantes, por casualidad, ja, ja, ja. Unos compañeros me propusieron hacer un triatlón porque me gustaba correr y la bici. Fui sin más, sin ninguna expectativa ni intención. El deporte me enganchó y poco a poco fue ganando más importancia en mi vida. Me lo fui tomando más en serio, entrenando cada vez más duro y cuando me di cuenta estaba luchando por cosas importantes. Me dio por ahí, sin más.
—Se sentiría un bicho raro, un deporte de tres deportes...
—No era un deporte conocido, no. Lo practiqué con mi entrenador Carlos, que también fue triatleta y uno de los pioneros. Antes cuando llegaba a casa, ya había hecho la transición de la carrera a la bici, la gente decía que estaba loco. Yo venía con la bici, salía caminando de casa y al girar la esquina me ponía a correr. Casi me daba vergüenza practicar este deporte. Y hoy mira, el triatlón es un deporte muy reconocido, muy valorado, bien remunerado, muchos seguidores y muchas pruebas por todo el mundo.
—Es un deporte estimulante, que te desafía, tres pruebas en una...
—Es un deporte divertido, yo he tenido la suerte de divertirme con él, nunca pensé que era mi trabajo ni he tenido la sensación de trabajar. Es un lujo lo que he vivido durante años.
—¿Cuál es el más duro de los tres deportes o el que más le ha costado, natación, atletismo, ciclismo?
—Bueno, la combinación de los tres, correr en fatiga después de una bici dura es lo que marca la diferencia en el triatlón. Yo conseguí adaptarme muy bien, pero es donde más se puede sufrir y lo que más hay que entrenar.
—Ganó el cisma de su corazón. El CSD dijo que tenía una malformación cardiaca y usted se empeñó en que no.
—Siempre lo tuve muy claro, el tema médico era la prioridad para mí. Una vez que consulté con especialistas tenía claro que podía hacer este deporte sin ningún riesgo para mi salud. Fue una lucha más burocrática que otra cosa para desbloquear una situación que parecía muy difícil.
—¿Le llegó a desesperar la situación?
—El Consejo Superior de Deportes decía que no podía competir y era muy complicado siendo un chaval que ni había ganado nada ni me conocía nadie ni se me prestaba demasiada atención. Gracias al apoyo de mucha gente y a mi perseverancia conseguimos que los especialistas tomaran la última decisión. Y pude volver a competir y empezar mi carrera.
—¿Nunca temió que el CSD tuviera razón y que un día le fallase el corazón?
—Hice muchos exámenes médicos, estuve con muchos cardiólogos en España, en Londres, en Estados Unidos y todos tenían la misma opinión. Estuve muy controlado durante aquel tiempo y me decían que no había ningún motivo para dejar de competir. Y así han pasado 25 años.
—¿Cómo era el triatlón antes y cómo es ahora?
—Mi generación tenía menos conocimiento, era prueba y error. Ahora los jóvenes se entrenan de manera más eficaz, aunque también buscan la inmediatez, los resultados a corto plazo. Les cuesta ver a largo plazo. Cuando yo empecé había gente mucho mejor que yo, pero no llegaron porque les apetecía hacer otras cosas. Este es un oficio duro, que exige dedicación total.
—Argumentó en su comunicado de despedida que había llevado su cuerpo al límite. ¿En qué lo notó?
—Llevo muchos kilómetros en las piernas y cuesta más recuperar, llegar al nivel que puedo tener. He entrenado mucho de forma muy intensa y ahora noto que son un problema las pequeñas lesiones, las molestias o no tan pequeñas. Son detalles que te hacen volver atrás, empezar otra vez y cuesta mucho alcanzar ese nivel.
—Solo quería competir entre la élite...
—Eso es. Tenía claro que solo quería competir con los mejores llegando a mi mejor versión y me estaba costando mucho alcanzarlo, por eso decidí echarme a un lado para estar al 90% y hacer competiciones de menos nivel. O lo que me apetezca hacer pero sin el estrés mental que me estaba generando esa situación. No me estaba haciendo bien y a estas alturas de mi vida, con 41 años, creo que es razonable levantar el pie.
—Deportista 24 horas equivale a una vida de privaciones.
—Pues sí. Ha sido un sacrificio, pero a la vez estaba viviendo otras que no vive la gente normal, por decirlo así, y que me parecían muy atractivas. Viajar por todo el mundo, conocer gente de todas partes, vivir momentos tan intensos, ganar competiciones, sentir la excelencia física... No echaba de menos otras cosas.
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